Cádiz-la roda

Un atasco que sirve de lección (0-0)

  • El conjunto amarillo se estrella contra la muralla defensiva del rival y de nada le sirve disfrutar de la posesión del balón Ni el regreso de Airam Cabrera evita la primera decepción en casa de la temporada

La tercera jornada enseñó al Cádiz la dura realidad de una competición que de fácil no va a tener nada. Quizás no le vaya mal del todo al conjunto gaditano recibir ahora una lección temprana que le resulte útil para el futuro. Empatar en casa ante el modesto La Roda no entraba en el guión ni del más pesimista de los cadistas, pero lo cierto es que el cuadro amarillo se estrelló a las primeras de cambio contra una escuadra a la que le bastó un poco de orden para frenar el caudal ofensivo de los locales, que ayer no existió. Los primeros puntos volaron del Carranza en un encuentro soso que sólo mantuvo vivo el interés por lo incierto del resultado. 

 

No estuvo bien el Cádiz. Esa es la realidad. De poco le valió tener la posesión del balón si después no supo qué hacer con él. Cayó en la trampa del rival, no encontró el ritmo adecuado y le faltó velocidad. Generó ocasiones, aunque pocas de verdadero peligro. No llegó a agobiar al adversario salvo en algunas oleadas que acabaron en nada. Y La Roda, que apenas existió en ataque, llegó a rozar la victoria con un cabezazo del ex cadista Diego Garrido en la segunda parte que no fue gol gracias a la excelente intervención de Aulestia. El defensa, de triste paso por el equipo gaditano de la mano de Alessandro Gaucci -duró media campaña y fue despedido por bajo rendimiento- se erigió ayer en uno de los baluartes del cuadro manchego.

 

Regresaba el Cádiz al estadio Carranza después de dos partidos a domicilio (Jaén y Lepe) y lo hacía con ganas arropado por su afición. Los locales ofrecían buenas señales en un arranque de vértigo en el que daban sensación de superioridad. A punto estaban de marcar en el primer minuto tras un peligroso centro de Juan Villar al corazón del área que abortaba un defensa cuando Kike Márquez se disponía a rematar en boca de gol. De casi abrir la lata en los coletazos iniciales a sufrir un atasco que al final no tuvo solución. 

 

Calderón mantenía su apuesta por Juan Villar en punta, con Kike Márquez como enganche, Fran Machado en el costado derecho y Mantecón y Juanma Espinosa en la centralita.

 

El dominio de los anfitriones era tan absoluto como estéril. Llegaban por las dos bandas pero se daban de bruces con la eficaz fortaleza construida por La Roda. Los manchegos lo fiaban todo a la defensa, al balón parado y a un posible error del Cádiz para tratar de sorprender, como el cometido por Arregi (minuto 10) resuelto con un disparo desviado de Jorgito.

 

El balón sólo tenía un dueño. El Cádiz tocaba con comodidad, pero sin rapidez, hasta que chocaba con el autobús instalado delante de la portería visitante. Faltaba lo más complicado, el último pase que rompiera la telaraña y diera la posibilidad de introducir la pelota entre los palos. Si los extremos estaban tapados, Kike Márquez no daba la tecla en su posición de trescuartista y los que se supone que debían llevar la manija del equipo, Mantecón y Espinosa, carecían de claridad en la circulación de la pelota.

 

Con un Cádiz a punto de sentarse en el diván, atrapado en la dinámica de querer y no poder, el tiempo corría a favor de los rodenses, cómodos en la destrucción frente a un equipo local que sabía de sobra que se iba a encontrar a un rival encerrado que estaba dispuesto a hallar la felicidad con un punto. No había manera de entrar. No por el centro ni por las bandas. Cada vez que Migue García se internaba por la izquierda, dos o tres jugadores rojillos cercaban al jiennense.

 

Los locales controlaban pero les faltaba un punto de velocidad para superar el férreo sistema defensivo de los albaceteños, que  se encomendaban a las acciones a balón parado. Demasiadas concedía el Cádiz. Fruto de una falta disfrutaban los rojillo de una oportunidad al filo de la media hora, cuando un balón colgado al área cadista lo sacaba a lo justo Aulestia antes de que el ex cadista Garrido cabeceara muy cerca a la portería.

 

Una contra de libro conducida por Migue García rompía el aburrimiento diez minutos antes del descanso. El extremo, en una de las contadas ocasiones que encontraba espacios, se deshacía de su par con velocidad y servía a Juan Villar. Éste,  dentro del área frente a la portería, definía mal con la izquierda.

 

Esa clara oportunidad espoleaba a un Cádiz que ahora sí llegaba con más claridad. Casi sin respiro, Arregi mandaba por encima del larguero un testarazo a la salida del córner.

 

A esas alturas del choque, los visitantes ya no renunciaban a pisar el área local. En el 37, Óscar Rubio enmendaba un error de Josete y taponaba un peligroso disparo de Fran que iba en dirección a puerta. La respuesta era inmediata con un lanzamiento de Juan Villar se iba fuera justo a un poste poco antes de que Salcedo repeliera un nuevo intento del onubense. El Cádiz quería pero no podía. Redoblaba su acoso en el sprint final de un primer acto que finalizaba sin goles.

 

El partido quedaba pendiente de resolución en una segunda mitad en la que los amarillos estaban obligados a apretar mucho más para quedarse con los tres puntos. Salían los gaditanos con más ímpetu, acuciados por la necesidad de encontrar el gol que tanto se resistía. El personal pedía desde la grada a Airam Cabrera mientras los hombres de arriba cambiaban de posición. Juan Villar  se escoraba a la banda derecha y Fran Machado se convertía en el hombre más adelantado hasta que Calderón se decidía a mover el banquillo. Con media hora por delante, el técnico daba entrada a Airam, que se ubicaba en punta, y a Kike López, inquilino del costado derecho. Juan Villar se unía al canario en la vanguardia y Fran Machado pasaba a la izquierda.

 

Nada más acceder el terreno, el primer balón que tocaba Kike López a punto estaba de terminar en gol. Su disparo (minuto 59) desde la frontal del área se escapaba por poco por encima del travesaño tras rebotar en un defensa. El salmantino daba un plus de velocidad a los amarillos, que sin embargo caían en la precipitación porque no conseguían su objetivo.

 

Y es que el tiempo no corría, volaba en contra de los intereses de un Cádiz incapaz de ver puerta. Airam Cabrera lo intentaba un par de veces desde lejos pero con el punto de mira desviado.

 

La posibilidad del empate a cero, que ningún cadista podía imaginar antes del partido, empezaba a tomar visos de realidad. El pez grande no veía la manera de hincarle el diente a un pez chico que había perdido miedo al comprobar el Cádiz no eran tan fiero como lo habían pintado. No sólo eso. El que más cerca veía el gol era La Roda cuando, tras el saque de una falta en el minuto 74, Aulestia se estiraba al máximo para sacar con una mano un certero cabezazo de Garrido que iba para dentro.

 

La réplica inmediata la ponía Josete con un empalme a saque de esquina que se marchaba lejos del objetivo. Con Navarrete ya sobre el césped, el chileno también buscaba puerta con una potente volea en el minuto 77 que se iba a córner tras rebotar el esférico en un zaguero.

 

El Cádiz no había sido capaz de someter a La Roda y se abonaba a un final de vértigo de consecuencias impredecibles. Lo intentaba hasta final, como una media chilena Airam tan estética como improductiva y en fuera de juego. Al final, empate, decepción y una lección para el futuro.

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