Cádiz CF

Triple salto

  • Cervera, ante el reto de dirigir al equipo en Primera tras entrenarlo en Segunda A y en la división de bronce

El entrenador del Cádiz, Álvaro Cervera, pensativo durante unos de sus partidos al frente del conjunto amarillo.

El entrenador del Cádiz, Álvaro Cervera, pensativo durante unos de sus partidos al frente del conjunto amarillo. / julio gonzález

álvaro Cervera se ha convertido en menos de 12 meses en el entrenador de moda, en un ídolo para el cadismo sin traje de héroe. Llegó como una solución de emergencia en la temporada 2015/16, a falta de sólo cuatro jornadas para el final del campeonato de Liga, y en poco más de 60 días rescató al equipo de seis largas campañas de ostracismo en Segunda División B para guiarlo con paso firme hasta la anhelada categoría de plata. Un logro máximo en un tiempo mínimo.

Cuando todavía no se ha cumplido un año de aquel histórico ascenso abrazado en Alicante en la eliminatoria frente al Hércules, el técnico conduce ahora al Cádiz a otra promoción que también mira arriba, en este caso a Primera. Dos play-off consecutivos avalan la trayectoria del míster que cambió el destino de un club en el que de repente se reproducen los éxitos, los que llevan al resurgir de la entidad. Quién podía imaginar a comienzos de junio de 2016 que, un año después, el conjunto amarillo iba a librar la batalla por agarrar un puesto en la élite.

Tanto en el curso anterior como en el actual, con dos plantillas diferentes, el preparador ha demostrado su capacidad para dotar al equipo de un estado de constante solidez que le permite plantar cara a cualquier adversario. El ejemplo más palpable es que el Cádiz no ha perdido ninguno de los cuatro partidos ligueros contra los dos ascendidos -un par de empates frente al Levante y una igualada y una victoria ante el Girona-, y al campeón -el cuadro levantino- lo dejó en la cuneta en la Copa del Rey.

Cumplió tan pronto el objetivo de la permanencia el pasado mes de marzo, con tres meses de Liga aún por delante, que el foco se proyectó enseguida hacia la misión más ambiciosa con el sello inconfundible de un carácter competitivo que hace del Cádiz uno de las escuadras más difíciles de batir.

De los 53 encuentros que Cervera acumula el banquillo -diez el ejercicio anterior y 43 en el presente- sólo 12 acabaron en derrota (apenas un 23 por ciento). Las victorias predominan con un total de 22 (un 41 por ciento), tres más que los 19 empates (un 36 por ciento).

El técnico afronta el mayor reto de su carrera como entrenador: conseguir su segundo ascenso seguido. Un triple salto mortal con red porque cuenta con el apoyo del club y de una afición que reconoce sus méritos. Cuando sacó a la entidad del pozo de la división de bronce se ganó la renovación y con la salvación garantizada en la categoría de plata se aseguró su continuidad la próxima temporada, con el interrogante aún por resolver de si en Primera o en LaLiga 1|2|3. Si sube, dirigirá al equipo en las tres categorías. Un hito.

El técnico se mantiene fiel a su filosofía, que parte de la premisa de que en el fútbol tan importante es atacar como defender. No concibe una cosa sin la otra. Los jugadores conocen de sobra la exigencia del míster y se han implicado al cien por cien. Saben que hay que correr de principio a fin y funcionar como un bloque compacto. No dejar espacios al contrario, robar el balón, salir con velocidad... El esfuerzo colectivo y la aportación individual -cada uno con sus cualidades- colocan al Cádiz en una situación inmejorable para intentar dar la campanada. Difícil pero no imposible frente a adversarios de mayor poderío económico.

Cervera se siente feliz en el Cádiz. Lo ha dicho en más de una ocasión. Disfruta a tope de una profesión inestable que siempre depende de que la pelota entre en la portería. Entrenó al equipo en Segunda B, ahora lo hace en Segunda A y su ilusión, la de todos, es poder sentarse en el banquillo del Ramón de Carranza en Primera. Todo está por decidir en un final de temporada de vértigo.

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