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Pesadilla amarilla

  • El equipo de Cervera se verá de nuevo las caras el próximo sábado con Sergio Herrera, el portero que fue capaz de detener tres penaltis en el partido de la primera vuelta

Sergio Herrera alza su puño izquierdo tras detener el primer penalti.

Sergio Herrera alza su puño izquierdo tras detener el primer penalti. / Julio González

El 7 de octubre de 2017 el Cádiz vivió una noche para olvidar. Aquel día, festividad de la Patrona de Cádiz, la Virgen del Rosario, la mano de la Madre de todos los gaditanos pasó de largo por el Ramón de Carranza porque el Cádiz falló en un mismo partido tres penaltis. Aquel Cádiz-Osasuna finalizó 0-2, pero antes de que llegara el primer tanto navarro, el conjunto amarillo ya había desperdiciado tres lanzamientos directos desde los once metros. Sergio Herrera, el portero del Osasuna, detuvo los tres tiros. La pesadilla amarilla tuvo aquel día nombre y apellido.

Una vuelta ha transcurrido desde un partido que amargó a miles de cadistas. Aitor García y David Barral, éste en dos ocasiones, no fueron capaces de enviar el balón al fondo de la red desde el punto de penalti. Y en los tres casos Sergio Herrera acertó el lugar al que fue el esférico, por lo que se ganó con creces ser el héroe rojillo en un encuentro que nunca olvidará.

Aitor y Barral, este por dos veces, no fueron capaces de superar al cancerbero del Osasuna

El Osasuna afrontó el choque en la capital gaditana en cuarta posición, por encima de un Cádiz que era octavo y que estaba en el ecuador de su peor crisis en el presente curso liguero -ocho jornadas consecutivas sin ganar-, por lo que el duelo tenía argumentos para ser interesante. No defraudó por lo acontecido en el área osasunista ni por el resultado, ya que el 0-2 situó al cuadro de Diego Martínez en primera posición.

Un encuentro que ganó en interés cuando precisamente Sergio Herrera demostró que es humano y soltó un empujón a Servando, teniendo el balón en sus manos, que el colegiado decretó como acción antideportiva y el consiguiente penalti. Aitor García -con bastante ansiedad entonces por hacer un gol- tomó el balón estando decidido a ser el responsable del chut del primer penalti. Lo cierto es que nadie desde el cuerpo técnico dijo lo contrario. Aitor soltó el zapatazo y Sergio Herrera adivinó el lugar lanzándose a su izquierda y despejando. Primera decepción.

Este fallo improvisó muchos debates en la grada sobre la necesidad de que siempre exista un futbolista fijo que se encargue de ejecutar una pena máxima. Una pena fue que Aitor errara porque si el balón hubiera entrado, difícilmente el Osasuna hubiera salido victorioso del Carranza. Ya se sabe que cuando el Cádiz toma ventaja en el marcador tiene mucho ganado.

El segundo penalti nació en botas de Brian Oliván, quien sirvió a Barral y éste fue derribado por Aridane. El defensa ex cadista no midió bien su fuerza y se llevó por delante al atacante isleño. A Aitor se le había acabado el crédito en el partido por el error anterior. Ahora Barral era el doble protagonista de la acción. Sin embargo, la sombra de Sergio Herrera de nuevo se alargó y adivinó un lanzamiento malo porque resultó más bien centrado. Otro penalti a la basura. La tensión fue total cuando el colegiado, el balear Guillermo Cuadra Fernández, ordenó repetir la pena máxima al entender que Aridane había invadido el área antes de que Barral golpeara el balón. Los jugadores del Osasuna se llevaban las manos a la cabeza ante lo que consideraron un atropello. Y la tercera oportunidad de tomar ventaja resultó ser otra vez un fiasco; Barral repitió responsabilidad y el portero del equipo rojillo sacó a relucir por tercera vez su papel de héroe porque acertó a evitar que el esférico acabara en el fondo de la red. Su estirada hacia el poste izquierdo resultó un éxito. Ver para creer.

El Cádiz se apagó como aquella noche cerrada y empezó a quedar a merced de un Osasuna que comenzó a resurgir y a atacar a partir de su portero. Nunca antes Sergio Herrera fue el mejor argumento ofensivo del Osasuna. El cancerbero rojillo agradeció la ayuda del preparador de porteros y del otro guardameta, Manu, ya que dijo en declaraciones tras el partido que "siempre hablamos de este tipo de lanzamientos, aunque también hay un poco de suerte".

La noche se le hizo más noche al Cádiz aquel 7 de octubre. Un día duro por la forma de perder. El momento que dio paso a definir de otra manera la decisión del jugador para una pena máxima. La pesadilla ha dado una vuelta y es el Cádiz el que el sábado jugará en Pamplona, otra vez contra un Osasuna al que eliminó en Copa y ante el que perdió en Liga. De nuevo frente a Sergio Herrera, la pesadilla amarilla.

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