Cádiz CF

Peligrosa montaña rusa

  • La falta de consistencia provoca una constante irregularidad que abre la interrogante acerca de las posibilidades del equipo amarillo para superar tres eliminatorias en la fase de ascenso

El Cádiz se desliza por una peligrosa montaña rusa con pronunciadas subidas y bajadas que no son sino el fiel reflejo de una irregularidad que pone en serio riesgo el esperado regreso a Segunda División A. Las dos derrotas frente a Balona y Betis B, acompañadas de un pésimo rendimiento. No forman parte de un hecho aislado. Están incluidas en el engranaje de un errático recorrido de 32 jornadas de Liga, que dan para mucho. La trayectoria del equipo amarillo no es de las que inviten a pensar en la posibilidad real de un ascenso aunque vaya a disfrutar de la oportunidad de pelear por el gran objetivo a partir del próximo 21 de mayo salvo hecatombe en el sprint final de la Liga.

La falta de constancia es uno de los males que lastran a un conjunto capaz de intercambiar su mejor y su peor versión de la noche a la mañana sin aparente explicación. De pronto está arriba que cae en picado y cuando más hundido parece remonta el vuelo. Nunca se sabe si va o viene. Tan imprevisible es su reacción como previsible su juego en los últimos encuentros. Para afrontar tres eliminatorias, es decir, seis partidos a vida o muerte contra los mejores equipos de otros grupos, la regularidad de la que carecen los gaditanos a lo largo de la campaña es el rasgo más relevante en esos decisivos cruces. De nada vale dar la talla un día de manera puntual si en cualquier momento todo se va al garete en una mala tarde en la que el equipo no da pie con bola tanto en el plano colectivo como en el individual.

La escuadra entrenada por Claudio Barragán dispone de seis jornadas del campeonato doméstico para rearmarse con vistas a las rondas definitivas y adquirir una solidez que de verdad sea duradera, una misión que no ha llegado a cumplir en toda la temporada. Mientras hay vida hay esperanza y el Cádiz está muy vivo pese a todo, pero con la inexcusable obligación de poner fin a esa vulnerabilidad que tantos puntos ha costado.

El inquilino del estadio Ramón de Carranza tardó nada menos que una vuelta entera en encadenar dos victorias seguidas. Fue en la última jornada de la primera (2-0 al Real Jaén en la 19ª) y en la inicial de la segunda (2-1 contra el Recreativo de Huelva en la 20ª) en una racha que se extendió a un tercer triunfo (0-1 en el campo del Cartagena en la 21ª). Parecía que por fin había tomado el rumbo adecuado y cuando se encontraba en un punto álgido, de ese trío de éxitos seguidos pasó a dos derrotas concatenadas (ante Granada B y Algeciras, en ambos casos por la mínima) que volvieron a abrir de manera abrupta el cajón de las dudas, esas que nunca se han terminado de ir del todo.

Tras vencer (3-0) al Marbella en casa, los hombres de Claudio se dejaban dos puntos a domicilio ante el Villanovense (2-2) y cedía dos más en el Carranza contra La Hoya Lorca (1-1). La continuidad de Claudio empezaba a estar en el aire y el equipo se quedaba nada menos que a 11 puntos del líder, el Real Murcia. Justo en el peor momento, en el punto más bajo, el Cádiz resucitó con una victoria (1-2) de mérito en el feudo del mejor equipo del grupo IV que inauguró una nueva dinámica positiva que se prolongó hasta cuatro triunfos enlazados (3-0 al Melilla, 1-3 frente el San Roque de Lepe y 3-1 contra el Linares). El Cádiz resurgía con energía y además lo hacía con un fútbol práctico y vistoso por momentos. El Murcia empezaba a desinflarse y cuando los amarillos avistaban el liderato, volvieron a caer en picado con las dos recientes derrotas que son un duro golpe a la credibilidad de un equipo que ahora está muy tocado. El Cádiz pasaba de haberse podido colocar a sólo tres puntos del primero y luchar por el trono a quedarse a nueve sin ninguna opción de ser campeón. Un revés en toda regla fruto de una serie de subidas y bajadas que no presagian un futuro nada estable en lo que resta de competición.

El camino realizado por el Cádiz a lo largo del curso se asemeja más al de un filial plagado de jóvenes que al de un equipo repleto de treintañeros fichados para aportar un oficio que sin embargo brilla por su ausencia. El club apostó en el mercado de invierno -en enero- por envejecer aún más una plantilla ya mayor con el argumento de la necesaria experiencia para aspirar a lo máximo en la Liga y después en el play-off de ascenso. De poco ha servido hasta la fecha ese plus de veteranía que se supone que iba a dar empaque. El Cádiz no fue capaz de conservar un gol de ventaja ni contra el Betis B ni ante la Balona. ¿Dónde estaba la cacareada experiencia frente a los casi juveniles del filial verdiblanco? ¿Y el sobrado oficio contra el cuadro linense? El pasado domingo, seis de los once jugadores del Cádiz que empezaron el encuentro pasaban de los 30 años (Alberto Cifuentes, Servando, Migue, David Sánchez, Jandro y Dani Güiza) y los tres que salieron desde el banquillo (Carlos Calvo, Despotovic y Mantecón) ya no cumplirán esa edad. Nueve de los 14 jugadores que participaron acreditan un largo bagaje en el mundo del fútbol y además en categorías superiores. De nada sirvió porque el Cádiz fue engullido por una Balona diezmada que tiró de casta. La que no tuvieron los que vistieron de amarillo y azul.

No deja de llamar la atención que sea el propio entrenador, Claudio Barragán, el que se queje de la fragilidad de su equipo. "Parecimos infantiles", explotó tras la derrota frente al filial de Heliópolis. "No podemos ser tan ingenuos ni dar tantas facilidades", expuso tras el despropósito ante la Balona.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios