Valentín Sergio Pachón Mosquero es el delantero que marca tendencia dentro y fuera del vestuario del Cádiz. Sus declaraciones nunca dejan indiferente a nadie y transmiten optimismo en botellas de litro y medio. Pachón (34 años) ha tomado al relevo a Mariano Toedtli en cuanto a los números de la fase regular de la temporada del último ascenso a Segunda División A. Guardan cierta similitud salvo en los goles anotados. Toedtli llegó a la jornada 38 con 16 tantos; Pachón lleva diez y le quedan dos partidos para mejorar ese registro.

Por veteranía, experiencia, responsabilidad y galones, Pachón y Toedtli tienen muchas cosas en común empezando por el hecho de que ninguno de los dos se ha escondido ejerciendo sus funciones dentro del campo. En favor del madrileño hay que apuntar que a esta altura de competición lleva disputados seis encuentros más que el argentino -sin contar la Copa, ya que hace dos campañas el Cádiz fue eliminado en la primera ronda-, por lo que el desgaste es mayor porque hasta la llegada de Moreno no existía para los técnicos un sustituto de garantías.

Cuando Toedtli accedía a la sala de prensa, existía un silencio enorme para no perder detalle de sus palabras, sabias manifestaciones que transmitían la realidad y lo más necesario para un equipo. Con Pachón, sucede lo mismo porque cada comparecencia da para mucho y es un ejemplo de lo que necesita un vestuario por parte de uno de sus pesos pesados.

En el Ramón Sánchez Pizjuán, Pachón empezó el partido desde el banquillo pero no por ello con menos ganas de ayudar al equipo. Una decisión que aceptó con normalidad anteponiendo los intereses del equipo a los propios. Generosidad y solidaridad, que se dice. Además, a Pachón no le viene mal parar un poco -dentro de las posibilidades del equipo- para recargar fuerzas de cara a la anhelada fase de ascenso. Hace dos años a Toedtli le sucedió algo parecido y Javi Gracia tuvo que dosificar al máximo la aportación del ariete ya retirado.

Pachón habló ayer mezclando sosiego y palabras convincentes que ayudan a ensalzar aquello de "podemos". Para empezar, se congratula de que siga mandando el fútbol. "Llevamos cinco semanas diciendo que lo importante es el partido y el siguiente, y así nos ha ido bien. Sólo pensamos en el Roquetas sin importarnos lo que hagan los demás". No ve un problema que el equipo se la juegue en los dos próximos partidos y explica que "estas situaciones no se eligen". "Nos hubiera gustado estar clasificados a falta de ocho jornadas, pero esto viene así. Llegamos a este momento con una confianza plena y con todos los jugadores aportando mucho, un aspecto que es fundamental. Lo más inmediato es lo que nos importa y ojalá después del partido contra el Roquetas estemos metidos".

Apenas se mostró preocupado o sorprendido por su suplencia en el último encuentro, exponiendo las prioridades que ahora mismo tiene el Cádiz. "Lo importante es que cada uno acepte la situación que le llega. El otro día me tocó estar en el banquillo y no pasa nada. Al compañero que entra hay que desearle suerte porque a esta altura de temporada no se puede ser egoísta cuando lo primero es mirar por el equipo", expuso el ariete madrileño.

Sobre la comunión que se ha ido produciendo con la afición, estima que "era cuestión de tiempo". "Sabíamos que teníamos en nuestra mano cambiar esta situación. Divertimos al público, disfrutamos nosotros y sacamos los resultados; no se puede pedir más. Hay que intentar que nosotros y la afición estemos a una. La confianza que ahora tenemos cada uno es muy importante, aunque en ningún momento se pecó de no tener actitud pero no estábamos motivados".

Y la penúltima piedra de toque en el camino de los amarillos se llama Roquetas, que viene dispuesto a fastidiar al Cádiz para garantizarse una plaza en la próxima edición de la Copa del Rey. "Es un equipo muy incómodo al que le hacen muy pocos goles. Tendremos que estar muy pendientes. Si en Carranza tenemos el balón, es la mejor defensa para nosotros. Ya no nos vale otra cosa que no sea ganar porque un tropiezo te puede dejar fuera", que se lo digan al Melilla y al San Roque de Lepe, compañeros de viaje del Cádiz en la batalla final de la fase regular.