CÁDIZ | UCAM murcia

Nivel de fase de ascenso

  • Los amarillos reciben en la penúltima jornada al líder, obligado a ganar para ser primero, con la cuarta plaza asegurada pero con la necesidad de rearmarse como bloque pensando en el 'play-off'.

El Cádiz disputa esta tarde su último partido de la Liga regular en el Ramón de Carranza ante un UCAM al que, al contrario que a los locales, le va la vida en el envite. Mientras que los gaditanos ya tienen la cuarta plaza asegurada de forma virtual por la amplísima diferencia de goles que le llevan a La Hoya Lorca a falta de sólo dos jornadas y no tienen mayor presión porque no hay matemáticamente ninguna posibilidad de que terminen siquiera terceros, los murcianos están obligados a sumar los tres puntos para acabar primeros en el Grupo IV de la Segunda B y acceder de esta forma a la fase de ascenso con la ventaja que supone ser campeón y contar con una doble opción para dar el salto de categoría.

Los amarillos, no obstante, afrontan la cita con la imperiosa necesidad de rearmarse para lo que está por llegar, con el reto ineludible de pasar página para olvidar cuanto antes lo sucedido en las últimas seis semanas, en las que se han sumado 2 puntos de 18 posibles, y para demostrar en la plantilla hay mimbres para soñar con lo que, hoy por hoy, parece poco menos que un imposible. Las derrotas encajadas contra el Betis B (3-2), Balona (2-1) y Almería B (2-1), con el empate con el Sevilla Atlético por medio (1-1), dieron lugar a la destitución de Claudio Barragán, pero lo cierto es que el aterrizaje de Álvaro Cervera en el banquillo cadista no ha cambiado demasiado las cosas, con otra derrota contra el Mérida (0-1) y un pobre empate en la visita al Jumilla (0-0). La situación actual, por lo tanto, no invita desde luego al optimismo.

En ese sentido, el objetivo del Cádiz, que obviamente y por encima de todo no puede ser otro que crecer sobre el césped para adquirir confianza y poder competir frente a los rivales que le aguardan más allá de la última cita liguera en Jaén, también debe ser reconciliarse con la afición, conseguir que la grada se sienta orgullosa de los suyos y, en suma, darle motivos para la esperanza. Y el encuentro de hoy se antoja como una inigualable oportunidad para hacer camino en esa dirección.

El UCAM no es un adversario cualquiera. Su potencial le ha permitido remontar posiciones en la segunda vuelta y, si hasta hace bien poco luchaba codo con codo con el Cádiz y con el Sevilla Atlético por la segunda, tercera o cuarta plaza, ahora resulta que marcha líder con tres puntos de ventaja sobre el Murcia, con el que está igualado en el goal-average particular y tiene un tanto de desventaja en el general. Sus partidos en Carranza y ante la Balompédica Linense en su campo decidirán, si bien también determinará lo que ocurra los duelos del Murcia con el Granada B este fin de semana y en Algeciras el próximo.

El titular de la Tacita de Plata, por tanto, se mide a un rival de fase de ascenso, un equipo que aspira con firmeza a subir a Segunda A y que con toda seguridad le exigirá tanto como el que toque en el sorteo de la primera eliminatoria. De ahí la importancia del salto de calidad, del golpe en la mesa, de morir sobre el campo, del sentido del sacrificio y de la solidaridad entre los compañeros, de remar todos a una, de mostrar una pizca de orgullo personal y colectivo al margen de los sentimientos por un escudo o unos colores, que también. La apatía no tiene lugar, no tiene cabida. Ni conducirá a ningún sitio ni debe encontrar indiferencia por parte de la grada ni, por supuesto, el banquillo. Y sobre esta cuestión no se puede aguardar a la fase de ascenso. No. La reacción, independientemente del resultado que se registre en el partido de hoy, debe llegar ahora, ya mismo, en forma de actitud y también con la búsqueda de soluciones a los muchos problemas exhibidos durante buena parte de la campaña.

Quizás por ello el entrenador reconoció ayer mismo en su comparecencia ante la prensa que asume el choque como un ensayo para pulir defectos, para hacer pruebas, e igualmente para dar descanso a los futbolistas que acumulan más minutos o para que tomen nota los que deben alcanzar el play-off sin el condicionante de las amonestaciones. Álvaro Cervera habló bien claro. No quiere a jugadores al borde de la suspensión en la primera eliminatoria y no va a machacar a hombres que ya están especialmente cargados, pero pretende que el Cádiz mantenga un nivel de regularidad, que se convierta en un bloque difícil de batir. Puede que ése sea el secreto del éxito.

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