Cádiz CF

Una Liga de locos

  • El equipo amarillo no pierde contra los primeros de la tabla aunque no ha conseguido ganar a los últimos de la fila

La locura en la que se ha instalado LaLiga 1|2|3 de manera casi permanente convierte cada encuentro en una final en la que el papel de favorito carece del más mínimo valor. Equipos que en teoría ejercen de gallitos en la práctica las pasan canutas, como fue el caso del Real Zaragoza el pasado sábado en el estadio Ramón de Carranza frente a un recién ascendido que le pasó por encima (3-0). La Segunda División A más igualada de los últimos años dibuja escenarios contradictorios fruto de la montaña rusa en la que viven los clubes, que de la misma manera que están arriba de pronto se ven abajo -y viceversa- casi sin tiempo para asimilar situaciones que cambian cada semana. El Cádiz es uno de los conjuntos que va de menos a más en un recorrido que no deja de ser llamativo. La escuadra amarilla disfruta de su mejor momento desde que dejó atrás la Segunda B pero sin perder el norte, consciente de que un par de tropiezos consecutivos le pueden conducir a la parte trasera de la clasificación. La zona de descenso, en la que ya habitó a principios de octubre, está a sólo cinco puntos. Una escasa distancia entre el cielo y el infierno que alerta sobre posibles descuidos.

Pasar de golpe de la 12ª a la sexta posición en una sola jornada, en la 17ª, supone un salto poco habitual que resume con precisión la volatilidad con la que se mueve la tabla cuando la Liga se acerca a su ecuador. La estabilidad brilla por ausencia si no hay un mínimo de regularidad y el Cádiz consigue, en este punto de la temporada -a cuatro jornadas de fina de la primera vuelta- caminar en línea recta hacia su objetivo de la permanencia. El peculiar itinerario trazado por el equipo amarillo es el reflejo exacto del desarrollo de una competición de locos. El cuadro entrenado por Álvaro Cervera, para llegar al lugar donde está a día de hoy, colocado en un escalón de la promoción de ascenso, parece haber elegido la vía más empedrada. Y es que los amarillos no han perdido contra los dos equipos que a día de hoy gobiernan la categoría pero tampoco ha vencido a los cuatro de abajo. Frente al Levante -líder- y el Girona -segundo-, consiguió empatar sin goles -en Valencia contra el primero y en casa ante los gerundenses- después de plantarles cara sin ningún tipo de complejos. Los gaditanos derrotaron al Getafe por un incontestable 3-0 en la cuarta jornada y los madrileños habitan en una cómoda cuarta posición -al Sevilla Atlético, tercero, se medirá el próximo día 18 en el santuario cadista-. El Real Oviedo, quinto, es el único rival que está por encima -un punto más- que se impuso a los amarillos -0-2 en casa- en uno de los pocos partidos en los que fueron inferiores.

El Cádiz apenas pierde contra los adversarios que están por delante suya pero, sin embargo, no logró derrotar a los cuatro equipos que, después del pasado capítulo liguero, son los inquilinos de los puestos de descenso. El conjunto gaditano cayó (3-2) ante el Mirandés (19º) en la tercera jornada tras ser perjudicado gravemente por el árbitro alicantino Ais Reig. No pasó del empate (2-2) en casa frente al UCAM Murcia (20º) tras desperdiciar una renta de dos tantos. Firmó una igualada a uno en el campo del Almería (21º) en la inauguración del torneo -allá por agosto- y regresó de vacío de Tarragona al perder (1-0) con el Nástic, colista de Segunda A.

La trayectoria del conjunto amarillo es el síntoma más claro del equilibro reinante en una división de plata en la que cualquiera puede ganar o perder con cualquiera. Cualquier detalle puede inclinar la balanza hacia un lado un otro y de ahí la importancia que adquiere cada punto sumado. El Cádiz tiene 24 tesoros en su mochila y dispone de una oportunidad de oro de acabar la primera vuelta con un saldo que le permita afronta la segunda con cierta tranquilidad.

La realidad, a día de hoy, es que el equipo de Cervera se gana ese sexto puesto, pero quién sabe si llega al parón navideño en ese enclave privilegiado porque antes de las mini vacaciones quedan dos partidos en los que puede pasar cualquier cosa. El domingo aguarda el Córdoba en el Nuevo Arcángel y después el filial sevillista. Dos citas complicadas como todas las anteriores, con opciones de acumular seis puntos más o ninguno, porque la Segunda se ha convertido en una casa de locos y cada desenlace presenta un difícil pronóstico.

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