Alejandro Galindo ha comenzado una nueva vida deportiva en la vecina capital sevillana, donde parece que ha caído de pie nada más aterrizar e el proyecto del club hispalense. Lleva muy pocos días de blanco desde que el pasado viernes se cerrara su fichaje por el Sevilla, y ya ha tenido oportunidad de entrenar a las órdenes de Unai Emery.

El centrocampista portuense se ha pegado media temporada bajo el mayor de los olvidos. Ni Antonio Calderón ni Claudio Barragán confiaron en el jugador, pues su participación se limita a 38 minutos en la Copa del Rey (16 en la primera eliminatoria en Lepe y 22 en dieciseisavos en Villarreal) y 12 en Liga (ante El Palo).

Durante la primera mitad de la campaña se sopesó la posibilidad de cederle o bajarle al Cádiz B, a fin de reforzar un filial en horas bajas. Al jugador no le convencían ninguna de las dos opciones y prefería pelear con los profesionales del primer equipo por hacerse un hueco.

Con el cierre del mercado invernal, su situación de nuevo tomó protagonismo cuando la entidad cadista trató de cederle a La Hoya Lorca -dentro de la operación por el fichaje de Hugo Rodríguez-, lo que el jugador no aceptó. Llegado a este punto se acordó de mutuo acuerdo la rescisión del contrato, que expiraba en junio del año próximo. Inmediatamente después Galindo firmó por el Sevilla para jugar en su filial.

A sus 19 años y después de pocos días en su nuevo club, el centrocampista ya ha tenido ocasión de entrenar con el primer equipo del Sevilla -lo que se va a repetir con frecuencia-, pues parece que desde el Trofeo Carranza a Unai Emery le gustaron sus condiciones.