Cádiz CF

Freno a la marea amarilla

  • El Huesca destinará sólo 88 entradas al Cádiz · El presidente de la peña cadista de Zaragoza 'Esto está amañao' relata el mal trato recibido en las oficinas oscenses

"Lamentamos su actitud por el perjuicio que supone para nuestros aficionados no poder desplazarse junto a su equipo en este importante partido", decía ayer el Cádiz en un comunicado oficial.

"Ese club es una república bananera", aseguraba José Manuel Romero, presidente de la peña cadista de Zaragoza Esto está amañao.

Desde lejos y desde cerca, la imagen que está ofreciendo el Huesca durante esta semana no está a la altura del mínimo de profesionalidad que se debe exigir en Segunda División A.

Desde lejos, en Cádiz, la indignación era total. Los oscenses fueron rebajando ayer el número de entradas que enviarán a los seguidores amarillos a medida que pasaban las horas hasta informar al club que preside Antonio Muñoz de que sólo destinará 88 finalmente.

La semana pasada, los locales se comprometieron con el Cádiz a facilitar un número mínimo de 262 localidades. E incluso se barajó la posibilidad de disponer de algunas más. Tras este compromiso, la entidad cadista reservó cinco autobuses para que sus aficionados viajaran a Huesca y pudieran arropar a su equipo en el estadio El Alcoraz.

El pasado lunes, mediante conversación telefónica, y posteriormente ayer martes, a través de fax y correo electrónico, la SD Huesca comunicaba al Cádiz que sólo puede ofrecerle 88 entradas para sus aficionados. Además, en la página oficial de los aragoneses se especificaba que "ante la gran cantidad de llamadas y visitas para realizar peticiones de localidades para la afición visitante, la SD Huesca recuerda que no admite reservas ni peticiones particulares y que la gestión se canaliza a través del propio Cádiz", lo que supone un grave agravio comparativo mientras al mismo tiempo el club aragonés vendía entradas a sus socios a un precio más que reducido: diez euros las de Tribuna y cinco para el resto de gradas.

A primera hora de la tarde, la página web oficial del Huesca decía que apenas quedaban 450 localidades por venderse en las taquillas, que estarán abiertas hasta el viernes. Y a última, ya sólo eran 150 las que estaban sin dueño. No se actualizaba otro tipo de información: sólo la destinada a frenar que la marea amarilla hiciera acto de aparición en las gradas de El Alcoraz.

Desde cerca, en Huesca, el presidente de la peña cadista de Zaragoza Esto está amañao sentía en sus propias carnes el agravio comparativo. "Hoy he conocido la república bananera de la Sociedad Deportiva Huesca", resumía José Manuel Romero, quien relataba lo siguiente: "Cuando llegué las oficinas del club para tratar de hacerme con alguna entrada para el partido, había una decena de personas puestas en una cola y había una chica atendiendo de uno en uno. La oferta del club consiste en presentarse en dichas oficinas con un carnet de socio y te venden tres entradas al irrisorio precio de cinco euros cada una. Pude comprobar cómo atendieron a un chico que se le había olvidado el carnet en su casa y aún así le vendieron tres. Delante mía, había una señora con tres carnets en la mano. Sin mirarlos siquiera le vendieron nueve entradas. Al llegar mi turno dije que se me había olvidado el carnet. Craso error. Mi acento me delató".

Cuenta Romero que entonces la chica le dijo que las entradas para la afición visitante no se vendían allí. "Yo no quería afición visitante", dije. "Yo quería cualquiera". "Que no, que no, que pase el siguiente", decía ella muy amablemente. "Al sentirme discriminado ante la situación, pedí una hoja de reclamaciones. La chica hizo una llamada de teléfono y automáticamente empezó a salir gente de muchos sitios distintos y todas las miradas se dirigieron hacía mí. Un individuo me dijo que no tenían por qué dármela y opté por llamar a la Policía Local de Huesca. Ese individuo me invitó a pasar a su despacho y chillándome me pedía que me sentara. Le pregunté que quién era. Y me dijo que Raúl Ojeda, gerente del club. A esas que llegó la Policía. Me identifiqué con mi DNI y les conté mi historia. Se fue la Policía y tardaron en darme la hoja de reclamaciones, entre amenazas. No las firmaron", explicó Romero.

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