Cádiz CF

Excelencia competitiva

  • El conjunto de Cervera completa una extraordinaria primera vuelta con el sello de la solidez que le lleva a ser el equipo menos goleado, la auténtica clave para estar arriba.

Chico Flores (i) y Kecojevic, en el duelo del pasado sábado.

Chico Flores (i) y Kecojevic, en el duelo del pasado sábado. / joaquín hernández kiki

Cuando el Cádiz comenzó la temporada con el reto de la permanencia entre ceja y ceja, pocos contemplaban la posibilidad de que al cierre de la primera vuelta ese objetivo estuviese más que encarrilado, casi cumplido. Los 39 puntos que atesora le coloca en una posición privilegiada, a sólo 11 de los 50 que se suelen considerar necesarios para completar la tarea prioritaria. Es casi imposible que no consiga esa cantidad cuando aún faltan 63 por disputar. Los equipos que ocupan los puestos más bajos suman 16 en 21 partidos.

Pero no sólo se trata de renovar la continuidad en Segunda A, es que además anda enfrascado en cruenta la batalla por el ascenso que se librará aún con mayor intensidad en la recta final de curso. Con piel de cordero pero con la máxima intensidad, el Cádiz demuestra que está en disposición de pelear por todo. No se ve favorito pero si es considerado como tal. Queda la parte más dura de una carrera de fondo que para afrontar con mayor garantía necesita el refuerzo de algunos jugadores que puedan ayudar en el trecho decisivo de la campaña. El mercado de invierno adquiere relevancia.

Minutos después de la sufrida y a la vez meritoria victoria contra el poderoso Granada, Mikel Villanueva calificaba de excelente la primera vuelta firmada por el conjunto amarillo y apostaba por una segunda en la misma línea. En el vestuario reina la satisfacción aunque el pensamiento colectivo es que, tras el brillante recorrido trazado en el tramo inicial del campeonato, ahora queda lo más difícil. En el fútbol lo que importa es lo que está por hacer en una competición en la que no hay respiro. A falta de lo que está por llegar en los próximos meses, los más complicados del ejercicio, el balance de lo que ya está tachado del calendario no puede ser más positivo. Si magnífica fue la primera vuelta del pasado curso -el del esperado regreso a Segunda División A-, cuando asombró con 33 puntos, la de esta campaña es todavía más productiva con esos 39 que son oro puro, reflejo fidedigno de la solidez inquebrantable de un equipo se vuelve intratable en los últimos meses. Se embolsó casi el 62 por ciento de los 63 puntos disputados en 21 jornadas con un itinerario diferenciado en tres partes. La primera, marcada por un arranque frenético que le condujo al liderato en el cuarto capítulo gracias a tres victorias y un empate. Su estancia en la cima fue tan efímera que de pronto empezó a caer en picado atrapado por una racha negativa, establecida en ocho partidos consecutivos sin poner en práctica el verbo ganar, metido de lleno en la segunda parte de la primera vuelta. Del primer puesto pasó al 16º, cerca de las plazas de descenso -a sólo dos puntos- y con la lógica preocupación por la falta de resultados favorables que tuvo su pico más inquietante cuando cayó en el campo del Lorca por un contundente 3-0 que encendió las alarmas. Fue de largo el peor partido hasta la fecha.

Cuando los nubarrones dibujaban un horizonte oscuro llegó una reacción fulgurante. El Cádiz respondió a lo grande y se adentró en el reluciente tercer tramo de la primera vuelta, en el que enlazó siete triunfos seguidos y diez jornadas concatenadas sin perder en una racha aún abierta que le impulsó a la zona de play-off y después al actual segundo puesto, de ascenso directo. Ningún rival es capaz de igualar esa racha demoledora de un equipo intratable.

El preparador cadista, Álvaro Cervera, opina que los suyos dibujaron una primera vuelta irregular. Será porque empezó arriba, bajó y volvió a subir, aunque lo cierto es que cuerpo técnico y jugadores encontraron la llave de la regularidad en unos últimos diez episodios inmaculados. Es el único equipo que no conoció la derrota en esa decena de jornadas.

Si por algo se caracteriza el equipo de Cervera es por su solidez y por su demostrada capacidad para sacar adelante los partidos. El Cádiz es el conjunto más antipático para los rivales. La fórmula es simple pero efectiva: juega a no dejar jugar y lo consigue. Defender para ganar. Desactiva al contrario con oficio, con un trabajo solidario de los jugadores, implicados de principio a fin en las labores defensivas que desempeñan con la solidaridad precisa para cerrar espacios y no dejar respirar al oponente. Destruir es construir. Si a la consistencia se le una la velocidad a la contra, el efecto no puede ser más reconfortante para el equipo más vertical de la categoría de plata que además exprimió al máximo las acciones a balón parado, sobre todo durante el periodo en el que José Mari estuvo disponible.

El Cádiz desarrolló un sexto sentido que alimentó una voracidad insaciable con la que no paró de sumar puntos: 23 de los últimos 30. Y es que sin necesidad de ser superior a sus adversarios, incluso siendo inferior por momentos, supo sacar jugo a sus ocasiones. El mérito es aún mayor al ser el undécimo club en el escalafón de topes salariales de las plantillas. El ejemplo más palpable es de la reciente cita contra el potente Granada, equipo que en su condición de recién descendido dispone de un margen salarial que triplica al de la entidad cadista. Los visitantes pusieron el juego y las ocasiones -tuvieron dos mano a mano con Alberto Cifuentes y lanzaron una vez al larguero- pero fueron los locales, con pocas apariciones en ataque, los que vencieron gracias al oportuno tanto de cabeza de Kecojevic fabricado en una falta sacada por Salvi.

Una vez más, el Cádiz se ciñó al guión repetido hasta la saciedad en la primera vuelta. Cuando inaugura el marcador el triunfo está asegurado salvo excepciones -contra la Cultural Leonesa y en Tenerife-. Cuando los amarillos se colocan con ventaja son casi imbatibles hasta el extremo de convertirse en el contrincante más rocoso de LaLiga 1|2|3. Y es que hay una clave que sobresale por encima de las demás. El Cádiz alcanza el ecuador de la temporada como la escuadra menos goleada de Segunda A con sólo 12 tantos en contra, lo que supone un promedio de 0,5 por partido. Pero lo más sorprendente es que dejó la portería a cero en 13 encuentros. Y en los últimos diez sólo recibió dos. Como para no estar arriba en la clasificación.

El Cádiz asienta en la parte alta de la tabla a pesar de verse obligado a caminar lastrado por los numerosos problemas físicos que afectan a la mayoría del plantel desde el principio de la campaña. Sankaré aún no ha podido debutar en plena fase de recuperación de la rodilla que fue operada el pasado verano. José Mari se perdió la parte inicial de la Liga -formó parte del once en la jornada inaugural pero se retiró lesionado de un tobillo- y después de reaparecer, cuando se hallaba en su mejor momento y había contribuido a la mejoría del equipo, sufrió una terrible entrada en el campo del Zaragoza que le lleva a ser baja por lo que resta de temporada. El Cádiz debe tirar hacia adelante sin el faro de un equipo que también sufre la poca continuidad de Alberto Perea, frenado por problemas de salud -fue operado de apendicitis en la pretemporada- y varias lesiones. Carpio, Rober Correa, Servando, Marcos Mauro, Garrido, Álvaro García, Carrillo, Rubén Cruz... Una plaga de lesiones afectó a buena parte de la plantilla, pero este Cádiz es indestructible con su carácter competitivo y la filosofía instaurada de que lo colectivo está por encima de lo individual.

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