Cádiz CF

Exitazo

  • Pase lo que pase en el 'play-off', nada podrá emborronar la excelente temporada de un equipo que enlazará 26 jornadas en las alturas con un espíritu competitivo que ha reavivado la llama de la ilusión de una afición entregada

Los utreranos Álvaro García (i) y Rubén Cruz se saludan sobre el césped justo después de la victoria contra el Elche que supuso el billete para la fase de ascenso.

Los utreranos Álvaro García (i) y Rubén Cruz se saludan sobre el césped justo después de la victoria contra el Elche que supuso el billete para la fase de ascenso. / Joaquín Hernández Kiki

La clasificación del Cádiz para la fase de ascenso una jornada antes del cierre de la Liga es la consecuencia lógica y natural de la firme trayectoria de un equipo que se ha pasado toda la segunda vuelta instalado en la zona noble. No podía quedarse atrás a última hora después de la senda recorrida con solvencia pese a que en las últimas fechas le cuesta, como a los demás equipos. Ver al Cádiz en la parte de arriba se convirtió en una costumbre pero no ha sido nada fácil lograr un reto forjado semana a semana, ataviado con piel de cordero aunque con un espíritu competitivo ilimitado.

Cuando el árbitro aplique aire a su silbato el próximo sábado en el último pitido de LaLiga 1|2|3 habrán sido nada menos que 26 las jornadas consecutivas en las alturas, más de medio campeonato (el 62 por ciento de los 42 episodios), desde que accedió a comienzos del pasado mes de diciembre de 2016 tras aquella deslumbrante victoria (3-0) contra el Real Zaragoza que colocó al Cádiz en el foco. Pocos podían imaginar entonces que un rebelde recién ascendido, que se planteaba el modesto objetivo de la permanencia después de seis años de penurias en Segunda División B -llegó a estar cerca de la liquidación bajo la desastrosa gestión de Sinergy en pleno concurso de acreedores-, iba a encaramarse a la sala vip para no volver a salir de ella. Durante todo este tiempo, desde aquella 17ª jornada que lo cambió todo, se ha movido siempre entre la tercera y la sexta posición gracias a una consistencia basada en el juego colectivo condimentado con las individualidades necesarias para dar el salto de calidad.

El conjunto entrenado por Álvaro Cervera ha trazado en la segunda vuelta un recorrido paralelo al de la primera: 33 puntos en el tramo inicial y 31 en el posterior a falta de un partido ya intrascendente en Valladolid. Han bastado 64 puntos para certificar un éxito que se veía venir pero que sufrió un leve retraso arrastrado por el bloqueo en la producción de puntos enredado en un bucle de empates -ocho igualadas en los nueve partidos anteriores a la cita con el Elche-. El reencuentro con la victoria en el duelo con un cuadro alicantino que descendió en el Ramón de Carranza llegó en el momento más oportuno. La lógica apuntaba a que los amarillos iban a tener que pujar por el billete para el play-off en la última jornada en el estadio José Zorrilla, aunque la derrota de la escuadra pucelana en el campo del Reus y el empate en casa del Huesca ante el Numancia despejó la autopista hacia la fase de ascenso. El Cádiz gana además la tranquilidad de haber hecho los deberes con antelación y evita el mal trago que hubiese supuesto jugárselo todo en el terreno de un rival directo.

Los pinchazos de sus perseguidores aumentaron el valor del triunfo ante el Elche en una jornada, la penúltima, en la que quedó de manifiesto una vez más el equilibrio reinante en la categoría de plata y las supuestas debilidades de equipos que se jugaban sus cartas ante oponentes con su tarea hecha y no lograron la victoria. El Tenerife, pese a que selló el pasaporte para el play-off, perdió en su feudo frente al Nástic de Tarragona y ceció la cuarta plaza a un Cádiz que extrajo el máximo jugo a la jornada, como si el destino hubiese querido recompensarle por su excelente temporada. Los de Cervera recogen los frutos en un torneo en el que la regularidad adquiere mayor grado de relevancia debido a su larga duración. Nada menos que 42 capítulos, como un culebrón, desde finales de agosto hasta mediados de junio. Casi diez meses de competición de máxima exigencia en la que aparecen picos altos y bajos de rendimiento y que al final, en el sprint definitivo, los jugadores acusan el esfuerzo. El Cádiz tiene menos frescura pero ahí está, en la batalla por el ascenso. No es el único que sufre desgaste. Todo llegan al desenlace en una forma similar pero los gaditanos esgrimen un argumento de peso con el que presentan sus credenciales. Es el único equipo que no ha perdido en las últimas diez jornadas -ocho tablas y un par de triunfos- y es el que menos derrotas acumula en la segunda vuelta. Sólo tres. Hay que remontarse dos meses y medio atrás para dar con el varapalo más reciente, cuando el Cádiz (0-1) cayó en el Carranza ante el Tenerife, que también suma tres reveses desde la 22ª jornada -el Getafe lleva seis derrotas en la segunda vuelta, siete el Valladolid y el Oviedo y seis el Huesca-.

El equipo amarillo es, a día de hoy, el rival más difícil de batir. Lo dicen los números, fiel reflejo de su solidez, la que pretende mantener en la pugna por convertir en realidad el tercer objetivo. El primero, la salvación, quedó cerrado en marzo de forma prematura. El segundo, el play-off, ya está confirmado. Queda por cumplir el sueño del ascenso. Difícil pero no imposible mientras el balón ruede sobre el césped. El Cádiz no era favorito para acceder a las eliminatorias y ahí está, con la quinta posición garantizada como mínimo. Tampoco es favorito para subir, pero se va a dejar hasta la última gota de sudor en intentar culminar la gesta. El mérito del Cádiz, con su espíritu competitivo como bandera, es haber reavivado la llama de la ilusión de una afición que sueña despierta y disfruta como nunca sin olvidar nunca de dónde viene un equipo que no hace mucho estaba grogui en la lona de la Segunda B.

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