La profesionalidad está por encima del carné de identidad y de los sentimentalismos. Criado en su día como jugador en la cantera del Cádiz y ex entrenador del equipo amarillo, el gaditano Antonio Calderón está al frente del banquillo de un Huesca que la próxima jornada se juega la vida tanto como el cuadro de Víctor Espárrago. El que gane tendrá media permanencia en el bolsillo. El que pierda se meterá en un oscuro agujero del que será casi imposible salir en la última jornada. Y si empatan todo seguiría en el aire para los dos.

Calderón ya pensaba en el trascendental duelo contra el equipo de su tierra nada más terminar el choque frente al Villarreal B en el que sus pupilos arrancaron un punto en el último suspiro. "Viene el Cádiz y nos tenemos que matar. Yo me debo ahora mismo al Huesca y el Cádiz tendrá que trabajar duro porque querrá mantenerse en la categoría. Ellos pensarán que dependen de sí mismos, pero de la misma manera pensamos nosotros", explicaba el técnico del Huesca con la mente puesta en ese partido que se jugará en El Alcoraz.

El técnico del cuadro aragonés daba por bueno el punto conquistado ante el Villarreal B porque permite "mantenernos en la pelea hasta el final".

El conjunto aragonés llega a la penúltima jornada con 46 puntos, empatado con Albacete, Real Unión y Murcia, y está sólo uno por debajo del Cádiz. Esa igualdad en la clasificación otorga tintes dramáticos al duelo entre oscenses y gaditanos.

La plantilla del Huesca disfruta de dos días de descanso y regresará mañana a los entrenamientos para empezar a preparar el decisivo encuentro contra el Cádiz.

El día y la hora del partido la dará a conocer hoy la Liga de Fútbol Profesional.