Los lamentos por el fracaso del Cádiz B, entrenado las dos últimas campañas por Fernando Niño, al fallar en el intento de recuperación de una plaza en Tercera División a las primeras de cambio tras su descenso, se incrementan debido al ascenso del primer equipo a Segunda División A. Utilizar a un canterano durante la campaña entrante supondrá que tenga que dar un salto de tres categorías, pasando por encima de Tercera División y Segunda División B. Se antoja tanto un enorme inconveniente como correr un gran riesgo.
Esto es algo que no solo le ocurre al Cádiz. Otros tres conjuntos de la Liga 1|2|3 se hallan en una situación similar, sin tener un segundo equipo dependiente ni un filial en categoría nacional. Mientras el Cádiz se surte de un Cádiz B que milita en División de Honor Andaluza, el Girona tiene al Girona B en Primera Catalana, misma división en la que figura el Reus B Cambrils, de la cantera del Reus Deportiu. El cuarteto lo completa el Lugo, con su filial CD Polvorín en Preferente Gallega.
La situación envidiable es la de Levante, Córdoba, Valladolid y Mallorca, con sus segundas plantillas actuando en Segunda División B.
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