Cádiz CF

Apisonadora amarilla

  • El conjunto de Jose González mejora su nivel de juego con el paso de las jornadas y destroza a sus rivales en el fortín del Ramón de Carranza, donde ha marcado un promedio de 2,6 goles por partido

El liderato está más cerca que nunca. Es cuestión de tiempo de que caiga del lado del Cádiz como si de una fruta madura se tratara. El conjunto amarillo ha imprimido una velocidad de crucero difícil de seguir para los diecinueve equipos restantes del grupo IV de Segunda División B. Después de la dolorosa derrota sufrida en Lucena el primer fin de semana de octubre, el equipo que entrena Jose González ha rozado la perfección en cuanto a resultados y ha ido creciendo en el juego hasta el punto de que el encuentro contra el Badajoz se postula como el más completo que ha firmado el Cádiz después de doce jornadas de Liga -junto con el del Ceuta en el estadio Carranza, con empate sin goles-.

La duodécima jornada fue productiva para los intereses del club de la Tacita. El principal favorito del grupo aprovechó los tropiezos de la Balona y el Betis B para, por un lado, estrenarse en la tercera posición de la tabla -después de cuatro semanas seguidas en el cuarto puesto-, y por otro, colocarse a un solo punto de un liderato compartido por el sorprendente Lucena y el filial verdiblanco. Nunca hasta ahora había estado tan cerca el Cádiz de una primera plaza que poco a poco se va tiñendo de color amarillo con el paso de las jornadas.

A las buenas prestaciones del cuadro cadista se une además un calendario a priori favorable en las próximas semanas, en las que disputará dos choques en su feudo -contra La Unión y el Villanovense- después de visitar al Sevilla Atlético. Si el equipo que viste de amarillo y azul no levanta el pie del acelerador y es capaz de sumar puntos de tres en tres, es más que probable que alcance la cima más pronto que tarde, ya que sus rivales más directos se enfrentarán entre ellos en las jornadas venideras.

Jose González huía de la palabra liderato tras el brillante partido del pasado domingo. Acérrimo enemigo de la euforia, el técnico se decantaba por la prudencia y por el trabajo diario para caminar paso a paso cada fin de semana. Nada más terminar el choque contra el cuadro pacense, su mente se transportaba al futuro más inmediato e incluso dedicaba palabras al Sevilla Atlético, próximo rival de los amarillos a domicilio. "Jugaremos contra los mejores de este equipo, porque no hay jornada de Liga en Primera", recordaba el pasado domingo minutos después de las siete de la tarde.

El técnico gaditano se quedaba con el buen juego y las sensaciones positivas que están transmitiendo sus futbolistas en los últimos partidos. No le falta razón. El Cádiz se ha convertido una apisonadora que funciona como un bloque y en especial en ataque, sobre todo cuando ejerce como local. De los 23 goles que ha marcado el conjunto amarillo en una docena de partidos -una media de casi dos por cada duelo-, 16 los ha anotado en seis compromisos delante de su afición, lo que supone un promedio de 2,6 tantos por cada encuentro en casa. Es el mejor equipo del grupo como anfitrión con 16 puntos de los 18 disputados ante su público, una cifra sólo igualada por el Betis B y a la que se acerca el Puertollano, que ha sumado 15.

Y es que los gaditanos han ganado cinco de los seis duelos que han tenido al estadio Carranza como escenario. Sólo el Ceuta ha conseguido rascar un empate sin goles con mucho sufrimiento para los visitantes. Los partidos en el coliseo gaditano se hacen eternos para los rivales, que sufren las continuas galopadas por las bandas de Ferreiro e Ikechi, la dinamita de Akinsola y Juanjo, la solidez de Héctor Yuste y Óscar Pérez en el centro del campo, y la seguridad de toda la retaguardia, incluida una portería bien cubierta. Nadie puede detener a un Cádiz que no tiene techo y que ilusiona a una afición que esta temporada está disfrutando con su equipo.

El fortín del estadio Carranza es un hecho que confirma el rumbo correcto emprendido por una escuadra llamada a gobernar tarde o temprano. Es cuestión de tiempo.

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