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Cádiz creer crear

Un hotel de lujo para vacas

  • Hay lista de espera para visitar la explotación ganadera de los Muñoz , una vaqueriza de leche moderna en la que la comodidad del animal es lo primero

Alemanes, ingleses, japoneses... La explotación ganadera El Pinar de Caulina tiene lista de espera para visitar las instalaciones, por las que también ha pasado ya más de un colegio de la zona por aquello de mostrar a los niños que la leche no llueve del cielo.   Paco Muñoz, el patriarca de la familia propietaria, saltó a la fama hará cuestión de un año a través de una campaña publicitaria de Danone protagonizada por algunos de sus proveedores, los que ganaron un concurso nacional organizado por la industria láctea en el que la explotación jerezana resultó premiada en la categoría de 'sostenibilidad y competitividad', que en el idioma de la calle quiere decir que las instalaciones son lo más parecido a lo que sería un balneario o un hotel de lujo, pero adaptadas al mundo animal. Al principio lograba pasar desapercibido, pero con el tiempo raro es el día que no le identifican por la calle como el del anuncio de la tele.

Hijo de ganadero, Paco Muñoz adquirió a principios de 2011 junto a sus hijos la explotación agrícola y ganadera familiar que anteriormente regentaba su padre y que unos meses antes se trasladó a su ubicación actual, en la carretera de Nueva Jarilla. La parcela ocupa diez hectáreas, tres de ellas dedicadas a las instalaciones del ganado, los almiares en los que se alimenta y descansan las 460 cabezas de su propiedad, 228 de ellas de ordeño y el resto terneras y vacas secas, como se denomina a los animales preñados que requieren reposo para el parto.

 

La vida de la vaca es anodina: Come, duerme y se ordeña. Pero las vacas de El Pinar de La Caulina pasan los días plácidamente a la sombra, en unas instalaciones diseñadas para lograr el máximo rendimiento del animal sin tensiones y en la que la limpieza y la higiene están a la orden del día en respuesta al mayor nivel de exigencia que tienen los consumidores hoy día, relata el ganadero.

 

La actividad en la granja comienza con las primeras luces del alba, en las que los animales desfilan por la sala de ordeño, operación que se repite tres veces al día, aunque cuidando de no causar estrés al ganado, uno de los peores enemigos para la producción. El silencio, sólo interrumpido por el piar de los pájaros, invade la nave, dotada con maquinaria de última generación en la extracción y refrigerado de la leche, que la industria somete a chequeos diarios.  

 

Al fondo, un grupo de vacas aguarda plácidamente su turno para ser ordeñadas en la sala de espera, a la que únicamente le falta música relajante para estimular a los animales, opción que los Muñoz han descartado porque consideran que con los ciudadanos que dan al ganado ya es más que suficiente. El tiempo máximo de espera para pasar a ordeño nunca rebasa la hora.

 

La orientación de las instalaciones, que miran de este a oeste, es otro de los factores a tener en cuenta en una vaqueriza de clima cálido, donde se busca que el sol penetre lo mínimo posible. Los techos altos y con apertura para la salida del aire caliente también puntúa en los cobertizos, donde una 'arrobadera' se encarga de la limpieza mecánica cada tres horas del suelo. De esta forma se consigue que los animales tengan las patas limpias, fundamental según Muñoz para mantener la higiene en los cubículos -habitaciones-, en los que se ha sustituido la paja por fina arena similar a la de las playas para aumentar la comodidad del ganado, que tiene acceso libre al agua y la comida, en la que tampoco escatima gastos. 

 

"En este negocio hay dos secretos: la raza, y la frisona, como la nuestra, es la vaca lechera por antonomasia; y luego el confort, el bienestar animal", explica Muñoz, quien puntualiza que, al margen de las normativas, "el ganadero sabe que un animal limpio y cuidado va a producir más y de mejor calidad".

 

A diferencia de la vaca, la vida del ganadero es un continuo ajetreo, el físico propio de la explotación y el mental de los números que no siempre cuadran. Los costes en alimentación del ganado se han disparado desde hace dos años por la especulación mundial con los alimentos, en particular los cereales, indica el ganadero, quien estima que el 75% del costo actual para producir un litro de leche se lo come la alimentación, cuando lo normal es que ronde entre el 35 y el 40%. 

 

Pero a diferencia de otros ganaderos que han tirado la toalla, en muchos casos por la falta de relevo generacional -en la provincia quedan 68 explotaciones de ganado de leche tras las bajas en lo que va de año de cinco-, Paco Muñoz no piensa abandonar por mucho que le cueste amortizar la inversión realizada, objetivo difícil con los escasos márgenes que ofrece la actividad, en la que el litro de leche se cobra a 34,5 euros, más o menos lo que cuesta producirlo. 

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