Cádiz creer crear

El comercio en la provincia

  • El autor realiza un repaso a los cambios operados en el sector con la llegada de la crisis, que van desde la modificación de hábitos de consumo a la burbuja de las grandes superficies

La realidad del comercio en nuestra provincia, en estos momentos, no puede ser ajena a la situación de cambio social y económico de la misma.

Para empezar, nuestra provincia no es un territorio uniforme, sino que cuenta con unas comarcas claramente delimitadas por sus áreas de influencia. Por otra parte son realidades distintas las que se dan en función del enclave geográfico de estas comarcas. El comercio es una realidad viva y se adapta continuamente a los cambios que se producen en la demanda. El comercio es una actividad mercantil encuadrada en el sector de servicios. Un sector que durante los años anteriores a la crisis económica ha sostenido la economía y ha sido uno de los más florecientes de la misma. Se crearon puestos de trabajo y florecieron las aperturas de todo tipo de comercio, grandes superficies, comercio de cercanía, centros comerciales, etc… La venta ambulante y la aparición del comercio oriental vino a completar el panorama que contemplábamos.

Cabe decir que, en este escenario, la aparición de los grandes centros comerciales, al margen de una oferta competitiva en el sector comercial, no es ajena al llamado 'boom de la construcción'. Las empresas de construcción vieron una oportunidad en el sector comercial de construir infraestructuras que completaran su oferta inmobiliaria, e incluso de procurar una inversión a otras empresas de carácter financiero, normalmente fondos de pensiones que en la explotación de estos centros comerciales vieron una oportunidad por otro lado totalmente lícita de invertir en estas infraestructuras comerciales. Pero, como en todo lo que ha pasado en nuestro país, un exceso de oferta nos ha llevado a la casi paralización de estas inversiones. El negocio estaba en llenar ese centro de operadores comerciales. Grandes marcas y cadenas que a través de este sistema invirtieron e invirtieron en aumentar su propia oferta comercial, creo que incluso forzando su crecimiento natural. La prueba es que hay en nuestra provincia algunas obras previstas que incluso con autorización concedida no han podido llevarse a cabo. Malo para la empresa de construcción, que se encontró sin financiación, malo para los inversores, que perdieron la oportunidad de colocar su dinero. En resumidas cuentas, este formato comercial también se ha sobredimensionado, produciéndose situaciones verdaderamente graves.

La aparición del formato "comercio oriental", que tenía un alcance limitado a determinados tipos de consumidores, explota a partir de la aparición de la crisis económica. El consumidor convierte el precio en un factor determinante a la hora de decidir sus compras y apuesta sin ningún tipo de pudor por este tipo de ofertas. Es el momento de las marcas blancas, de los "chinos", de los hard discount, Día, Lidl… donde se compra en los mismos palets de distribución y donde no importa tanto la marca como el precio.

Por otra parte, y en la misma línea de valoración del precio como factor determinante, el comercio ambulante se mantiene y crece por la pura necesidad de los ayuntamientos de procurarse unos ingresos a través de la concesión de licencias. Lo que en un principio se establece como una oferta complementaria para aquellos lugares desabastecidos por la construcción de nuevos barrios y residenciales, pasa a formar parte de una oferta fija cuyo tamaño ya no obedece más que a razones recaudatorias. Si les preguntamos a ellos mismos, los profesionales de este sector te dicen que con ese número de licencias no pueden hacer negocio.

Por tanto el problema, independientemente de la situación de crisis, es la lucha de unos formatos comerciales (no olvidemos tampoco la labor del comercio electrónico por hacerse con el favor de los consumidores). El problema es un sobredimensionamiento de la oferta ante una demanda decreciente, producido por la bajada del consumo.

¿Y qué va a pasar?

Es evidente que, de forma natural, la oferta se adaptará de nuevo a la demanda a base de cierres y de desaparición de distintas tiendas, centros comerciales… Ahora bien, ¿qué deben hacer los diferentes operadores ante esta situación?

La competitividad, el restar a los otros formatos comerciales es, lógicamente, la única forma de sobrevivir a este tsunami.

¿La competitividad en precio? Todos hemos asistido en los últimos años a ofertas del 40 y 50% como una cosa natural y, aparte de su corto recorrido, ya no llama la atención ni atrae al consumidor. Por el contrario, produce a veces una situación de rechazo lógica desde el punto de vista del mismo.

La respuesta no está en copiar a los otros formatos, ni sus precios, ni sus horarios excesivos y no solicitados.

La respuesta, al menos para el comercio mediano y pequeño, está más bien en profundizar en nuestros puntos fuertes, en lo que nos define como "comercio de toda la vida", en nuestro trato personal, en nuestra calidad y en nuestro servicio personalizado, ya que es en esto precisamente en lo que los demás formatos descienden. Se trata de demostrar que somos lo que somos, los que siempre estamos ahí, y hacer llegar este mensaje a nuestros clientes y consumidores en general.

Mejorando, por supuesto, con nuevas tecnologías y nuevas formas de llegar a ellos, pero sin perder nuestra entidad, ni nuestra manera de ser, ni nuestro carácter local. Estamos aquí siempre, somos de aquí, invertimos aquí y sufrimos las mismas cosas que nuestros clientes amigos.

Ese es el camino más lógico. Estamos en las ciudades y formamos parte de su paisaje humano, monumental y urbano, somos personas que siempre estamos ahí y seguro que seguiremos estando, porque si no es así, mal le ira a nuestras ciudades y pueblos que perderán la 'vida' que hoy por hoy es el factor de más atracción de nuestros visitantes.

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