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cádiz CREER CREAR 3 Capítulo VI: Comercio

Encrucijada en el mostrador

  • El comercio de la provincia ha perdido más de 3.600 establecimientos desde el inicio de la crisis en sus principales ciudades, mientras ha crecido un 266% el espacio de grandes superficies

Los datos son elocuentes. Según el anuario 2013 de La Caixa, que recoge los últimos datos de 2011 y que es una de las pocas publicaciones con estadísticas provinciales al respecto, las diez principales localidades de la provincia por población habrían perdido desde el inicio de la crisis en 2008 más de 3.600 comercios minoristas, un declive notable en un sector que se traduce en pérdida de empleo y que desertiza los centros históricos a favor de las grandes superficies.

En ese mismo periodo, principalmente gracias a Jerez y todo lo que creció en torno a la tienda de Ikea, aunque también a Algeciras, los metros cuadrados de grandes superficies han aumentado un 266%. Son 591.000 metros cuadrados, lo que supone que la provincia es la segunda, detrás de Málaga, con una mayor presencia de comercios que, en buena medida, son franquiciados o forman parte de grandes cadenas y que se sitúan en torno a comercios multinacionales que necesitan de un gran espacio.

Ese modelo tuvo su repunte acompañado de los años de la burbuja inmobiliaria y el floreciente sector de la construcción encontró en él una diversificación notable. Si en Jerez existe Luz Shopping y Área Sur, dos zonas comerciales que han sombreado casi todo el resto del comercio en una de las ciudades con más paro de Europa, es porque se proyectaron en años de bonanza y cuando todo estalló ya era tarde para detenerlos. Muchos otros proyectos andaluces que seguían ese camino, aún teniendo licencias, se han paralizado sine die.

No hay datos fiables acerca de qué es lo que está pasando en las grandes superficies, que siguen teniendo una gran afluencia de público como lugar de concentración de ocio. Todo apunta, sin embargo, a que se consume muchísimo menos. En torno al 40%, se suele decir por las asociaciones de comerciantes en una aproximación muy global y no del todo científica.

Empresas provinciales en expansión como Mundocom, dedicada a la telefonía móvil, tiene presencia en el comercio tradicional y en las grandes superficies. Esta firma siempre ha trabajado con datos estadísticos propios para conocer el comportamiento de su clientela. Lo que ha detectado es que la mayor caída se produce en los grandes centros comerciales, un público de aluvión, de fin de semana, algo más despersonalizado, mientras que sus comercios tradicionales, con clientela de entre semana y mucho más fiel, está manteniendo facturaciones. La crisis reduce los desplazamientos, el uso del coche es limitado y la población vuelve a mirar a los comercios de su barrio.

Sin embargo, el hundimiento experimentado por el comercio tradicional es evidente y basta pasear por las calles del centro de las principales ciudades para ver un panorama de establecimientos con el cierre echado. Locales que, además, han visto hundirse sus precios de alquiler al no existir demanda. La media de caída de los precios de los locales se mueve en un 50%. El metro cuadrado ha llegado a pagarse a precios desorbitados en el casco histórico de Cádiz, con más de medio millar de locales vacíos, alcanzando los cien euros en la época de bonanza.

El principal movimiento que se produce en la provincia con estas rebajas en los precios está precisamente a cargo de parados, víctimas de eres que prueban fortuna en el comercio invirtiendo ahí sus indemnizaciones.

Aún así, esto tampoco es sencillo. El grifo del crédito está cerrado incluso para firmas con cierta trayectoria, con lo que para los nuevos que llegan al sector entrar en un banco y salir con algo tangible es casi una quimera. A esto hay que añadir una montaña de burocracia auspiciada por una normativa ingente que dificulta la puesta en marcha de un negocio de cara al público. En una encuesta realizada por la Confederación de Empresarios de Cádiz en 2011 se señalaba que "a la hora de analizar los trámites burocráticos que más dificultaban el proceso de creación de una empresa, el 77% menciona el coste de las licencias de apertura y otras tasas aparejadas y un 65% la duración de la tramitación hasta la obtención de la autorización administrativa". Se ha hablado de ventanillas únicas, de agilización de los trámites e incluso se ha querido crear una normativa más para luchar contra la normativa, pero las quejas de los emprendedores del sector siguen siendo las mismas.

En Jerez, donde los hábitos del escaso consumo de una ciudad con más de 35.000 parados se han trasladado a sus megacentros comerciales, la situación del comercio tradicional es dramática. Para el presidente de Acoje, Fernando García Carrasco, "se sobrevive porque muchos de los que estamos tenemos locales propios y teníamos el colchón de esos años de bonanza, porque el comerciante está hecho de otra pasta, no es una persona derrochadora. Algunos habían conocido otras crisis, no tan duras como ésta, pero se habían hecho de un colchón, de una previsión de futuro. Gracias a eso nos mantenemos, aunque con mucho sacrificio".

El comercio tradicional, con sus centros comerciales abiertos, ha tratado de trasladar al consumidor una imagen de que ellos también son centros comerciales, con la diferencia de que no son construcciones artificiales, sino que se integran en el tejido urbano.

Juan Tovar, presidente de Cádiz Centro Comercial, en un artículo que publicaremos dentro de la serie Cádiz Creer y Crear, realiza una defensa del comercio como paisaje imprescindible de las ciudades, casi como una reserva que necesitan los cascos históricos para no morir: "Estamos en las ciudades y formamos parte de su paisaje humano, monumental y urbano, somos personas que siempre estamos ahí y seguro que seguiremos estando, porque si no es así, mal le irá a nuestras ciudades y pueblos que perderán la vida, que es el factor de más atracción de nuestros visitantes".

Son duros tiempos para los emprendedores. Frente a las franquicias y grandes cadenas nacionales e internacionales que salen de los centros y se establecen en los nuevos metros cuadrados proporcionados por los centros comerciales de las afueras, lo que, indudablemente, también crea algo de empleo, la provincia sólo aporta puntualmente ideas. En la web especializada de franquicias Tormo Asociados, la provincia de Cádiz sólo cuenta con doce firmas que franquician, siendo una de las principales Compro Oro, con sede en Algeciras, y cuyo indudable éxito es un producto más de la crisis. Aparte de ésta, las de mayor presencia y renombre son los mesones Cinco Jotas, vinculados a la firma portuense Osborne y a Sánchez Romero Carvajal, y la sanluqueña Bornay Sunrise, de renombre en el sector de los helados.

Mientras, florece el comercio oriental, el único que ha tenido un verdadero auge en los últimos años. Desde Fedeco, la Federación de Comercio, no se tienen datos acerca de la presencia del comercio chino en la provincia, pero sí hay un dato que evidencia la situación. Contando con que la mayor parte de la población china que vive en la provincia se dedica al comercio, se puede intuir su presencia por las cifras que arroja el Observatorio Permanente de la Inmigración, cuyos últimos datos son de diciembre del pasado año. Según este censo, la población china es de las pocas que incrementa su población en la provincia en los últimos meses. Hace una década en la provincia había 331 chinos censados. El pasado diciembre eran 1.684, doscientos más que doce meses antes. Para los comerciantes autóctonos, el comercio oriental tiene tanto derecho como ellos a realizar su trabajo en la provincia, lo que piden es que lo hagan en igualdad de condiciones.

No son los únicos factores de un sector muy amplio que no admite generalizaciones. Si tantas veces se le ha acusado de inmovilismo, hay notables aportaciones de dinamismo. Por poner un ejemplo, Pancracio, en Cádiz, ha creado una marca a base de imagen con la sencilla idea de vender chocolate. A casi todo el mundo le gusta el chocolate. Otras iniciativas ecológicas de comercio justo empiezan a tener su hueco entre consumidores de gran conciencia social. Los mercados de abastos intentan no quedarse atrás y buscan iniciativas que hacen palanca desde el asociacionismo. Una nueva generaciónd e comerciantes se resiste a tirar la toalla.

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