Cádiz creer crear

Desde Cádiz para el mundo

  • Hace una década Pedro Álvarez decidió crear Pancracio, que desde Cádiz ha sabido posicionarse en algunas de las tiendas más exclusivas

Hace diez años Pedro Álvarez decidió que había llegado el momento de crear una marca propia en el mundo de la alimentación. Una marca reconocible, negro sobre blanco, limpia, elegante, glamurosa, exclusiva pero no excluyente. En un principio pensó en el mundo del café, pero luego su proyecto empresarial giró hacia el chocolate. Y así nació Pancracio, una marca puramente gaditana pero que puede presumir de estar presente en los mercados más selectos de países como Gran Bretaña, Francia, Portugal, Estados Unidos o Japón. En Estados Unidos sin ir más lejos puede encontrarse en todos los establecimientos de la firma Neyman Marcus, el gigante del lujo en norteamérica, y ha alcanzado un éxito notable durante la última celebración de San Valentín.

La experiencia en el mundo del marketing de Pedro fue su mejor aval para poner en marcha su empresa. Pero para alcanzar el éxito internacional y convertirse en referente de la calidad y el buen gusto es necesario un elevado nivel de exigencia. Y no sólo en cuanto a las materias primas, a la elaboración, a los incontables test que pasan los nuevos productos antes de su lanzamiento, a la involucración de un equipo de diez personas que desde su sede en García Escámez no escatiman esfuerzos. El control del producto es total. No es cuestión de arrogancia, simplemente son las normas de una firma que cuida el contenido y el continente, que tiene una personalidad bien definida. Por eso, cada punto de venta de Pancracio pasa un examen que asegura la consistencia de la marca. "En algunas ocasiones -dice Pedro Álvarez- somos nosotros quienes ofrecemos el producto a tiendas que hemos visto en revistas de lujo y que nos han gustado. Entonces les mandamos información de la empresa, de nuestros productos, y si nos ponemos de acuerdo pues trabajamos juntos. Otras veces es al revés, son ellos los que se interesan por nosotros y si no los conocemos les pedimos que nos muestren su idea, incluso nuestro carpintero les construye un stand propio para Pancracio, porque siempre nos gusta que la firma tenga su propio hueco en la tienda, que sea reconocible. Eso lo llevamos a rajatabla, no queremos parecer arrogantes, pero nos parece fundamental porque no podemos estar en una tienda gourmet en París, Londres o Barcelona, en zonas de gran tránsito, y de repente aparecer en cualquier tienda mal situada de otra ciudad".

Pancracio debería ser un ejemplo para otros empresarios de la provincia. De hecho, Pedro reconoce que colaborar con los jóvenes emprendedores es "mi causa particular", por eso lo hace con la Universidad de Cádiz, la Cátedra de Emprendedores y otras asociaciones con las que intenta poner su granito de arena. "Yo tuve ayuda en mis inicios y creo en eso de la cadena de favores".

El secreto de Pancracio, más allá de su cuidada presencia escénica, de su elegancia, está en su calidad. Pedro tiene claro el por qué. "Ahora mismo la calidad es casi un factor higiénico. Cualquier producto que compres, cualquier turrón de Hacendado, por poner un ejemplo, está bueno. Por eso nosotros tenemos que dar algo más, Pancracio crea experiencias, queremos que cuando alguien pague por un producto se sienta especial, que se sienta orgulloso, que viva un momento diferente desde que entra en la tienda, por la decoración, por la atención, por la música, por todo. Hay que cuidar cada detalle porque todo cuenta", dice Pedro.

Durante nuestra visita a su cuartel general, Pedro está acompañado por Alejandro Mozo, director de Pancracio, que reconoce que su labor está más dirigida al día a día y que Pedro se encarga "de pensar a medio y largo plazo". La gran apuesta de Pancracio es seguir abriendo mercados en Asia sobre todo, principalmente en Japón, donde hay una gran red de establecimientos para gourmets. Allí deben pasar exhaustivos controles con los colorantes, los conservantes, los lacados. "Estamos abierto a abrir tiendas en países emergentes como Brasil, Rusia, India, pero también queremos focalizar y consolidar nuestras tiendas en los lugares donde ya estamos", dice Alejandro.

En cada país Pancracio tiene un distribuidor único, que es el que tiene que negociar con los establecimientos que quieran ofrecer sus productos. "Necesita nuestro visto bueno para poder llevar el producto", dice Pedro, que enfatiza que lo que buscan siempre son "situaciones de ganar-ganar, que nosotros obtengamos beneficios pero que también los empresarios que nos compran lo hagan. Buscamos la rotación del producto y que todos salgamos ganando".

Otra norma para Pedro es el eterno aprendizaje, la rectificación, "que la marca esté conectada con su audiencia". Considera que la clave está en "detectar y satisfacer", siempre sin apartarse de los valores propios de la firma. "Por ejemplo, no nos gustan los envases transparentes, pero estamos atentos a lo que creemos que la gente demanda", dice Pedro, el padre de la criatura, de una empresa puramente gaditana pero que tiene una gran presencia internacional. Un ejemplo de como cuando las cosas se hacen bien desde el principio, la recompensa no tarda en llegar.

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