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OBITUARIO

Una visión de la vida profundamente humana

Hace aproximadamente un mes, en uno de los encuentros con el padre Pedro Rodríguez Mariño en la Avenida Andalucía, por la que él paseaba por razones terapéuticas, me atreví a hacerle una pregunta, sin duda alguna indiscreta: "¿Por qué en la firma de tus artículos periodísticos, además de sacerdote, sueles indicar que eres doctor en Arquitectura y en Filosofía?". Su respuesta fue directa: "Pretendo dejar claro que mi condición de sacerdote no borra sino que subraya mi profesión civil y, por lo tanto, mi visión de la vida, desde una óptica profundamente humana". Él aprovecho -cómo no- para explicarme cómo el Fundador de la Obra cuidaba esmeradamente la formación humana y teológica de los futuros sacerdotes orientándoles para que estudiaran una carrera civil, además de la preparación en las Ciencias Eclesiásticas.

En mi opinión, los riesgos de que esta manera de proceder se interpretara como "ingenua pretensión de autocomplacencia" se disipaban cuando contemplábamos su manera natural, espontánea y sencilla de tratar a los sacerdotes y a los laicos a los que él atendió, a los profesores y alumnos universitarios en Granada, a obreros en Córdoba, en Jaén, en Jerez, en San Fernando o en Cádiz, orientándoles y animándoles para que se santificaran en el trabajo y en sus familias, dando luz y calor en los diferentes ambientes profesionales.

Como hemos podido comprobar en los mensajes y en el lenguaje que el padre Pedro empleaba en los artículos publicados en el Diario de Cádiz, los valores que siempre nos transmitió fueron los de la corrección respetuosa del lenguaje, de la humildad sincera y del espíritu de permanente y generoso servicio. Que descanse en paz. /José Antonio Hernández Guerrero

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