consecuencias del coronavirus en Cádiz

El virus abre las puertas a la educación mixta presencial y online

  • La brecha digital y la socialización de los alumnos son los grandes retos de este modelo, más apropiado para secundaria

Trabajos de desinfección en el aula de un centro educativo gaditano.

Trabajos de desinfección en el aula de un centro educativo gaditano. / Lourdes de Vicente

Hablar del reinicio del curso en septiembre es casi hablar de ciencia ficción. ¿Se impondrá la telemedicina por encima de la tradicional visita al "médico de cabecera"? ¿Se impondrá la compra online por encima del mercado de proximidad? ¿Seguirán los niños acudiendo a clase como si nada hubiera ocurrido?

Este último aspecto, el educacional es una de las grandes incógnitas que se plantean los expertos en temas pedagógicos y obligará a un reciclaje tanto de alumnados como de profesores y, cómo no, de los padres, que han tenido que reciclarse para saber la diferencia entre una nube borrascosa de una nube online.

Una de las tendencias que se defiende es la posibilidad de implantar un modelo de clase en el que la ratio disminuya de manera brutal para preservar la distancia social que, durante un tiempo, se seguirá imponiendo en nuestras vidas. De esta manera se hablarán de turnos y de una educación mixta entre la fórmula presencial y la fórmula online.

En Cádiz, el largo confinamiento al que se han visto obligados los miles de alumnos ha subrayado la necesidad de un cambio de paradigma, ya que, además, podría haber rebrotes de la epidemia en los próximos meses. Entre las opciones planteadas por el Ministerio de Educación y Formación Profesional está la posibilidad de implementar una educación mixta presencial y en línea en los colegios a fin de evitar este colapso educativo.

Sin embargo, según Lourdes Guàrdia y Albert Sangrà, profesores de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universidad Abierta de Cataluña, todavía hay notables dificultades que solventar, entre ellas la brecha digital, determinada por las diferentes posibilidades de acceso a la tecnología por parte de la población y la forma de garantizar la socialización que fomenta la presencia de los escolares en las aulas.

Para aplicar esa propuesta, también surgen dificultades de tipo económico, en el momento de garantizar la conciliación de la vida familiar y la educativa, en las condiciones laborales del profesorado, y también en la construcción de las instalaciones escolares óptimas para grupos de alumnos más reducidos.

Guàrdia, que es directora del máster universitario de Educación y TIC (E-learning) de la UOC,  indica que no es posible solucionar esa brecha en pocos meses. Según la profesora, «lleva tiempo implementar este cambio, que también es cultural, y no solo pedagógico y tecnológico». Y, aunque puede dotarse a los centros y a las familias de más tecnología, «aprender a usarla con fines educativos no es inmediato; se necesita formación, planificación, liderazgo, capacidad de adaptación al cambio, creatividad…», agrega la experta.

¿Cómo debería ser un sistema híbrido?

Una de las observaciones que ha hecho la ministra de Educación española, Isabel Celaá, apunta a la necesidad de que esta apuesta educativa recurra a la enseñanza personalizada y la modificación del currículo, esto es, que establezca un nuevo currículo centrado en competencias.

"Si finalmente hay que implementar un sistema híbrido, habrá que revisar el currículo escolar, analizar el perfil de alumnado teniendo en cuenta su contexto familiar y condiciones de estudio en casa o en otros lugares públicos que pueda facilitar la Administración cuando no pueda tener dichas condiciones en casa", apunta Guàrdia.

Además, será preciso discernir qué recursos se utilizarán en el aula y cuáles en red y en el entorno virtual, «cómo coordinarse entre profesores para evitar solapamientos y la sobrecarga de trabajo», subraya.

«Trabajar de forma autónoma y en línea no tiene que comportar dar más tareas, quizás menos y que sean más productivas. Pero para poder llevar a cabo todo esto es necesario que el profesorado esté preparado, y en algunos casos lo está y en otros no lo está suficientemente. Quizás ahora más que nunca sería una oportunidad para introducir una forma distinta de abordar el currículo, un currículo menos fragmentado, más competencial de lo que es ahora, mediante el desarrollo de proyectos multidisciplinares, pero ello comporta una mayor coordinación entre el profesorado», estima la especialista.

Además, según Lourdes Guàrdia, «debería organizarse un sistema de atención y seguimiento más personalizado del alumnado, ya que una menor coincidencia de profesorado-alumnado podría llevarnos a un mayor fracaso y abandono escolar». «No podemos permitirnos que esto pase. Las tecnologías justamente deberían ayudar al profesorado a poder hacer mejor ese acompañamiento y personalización», concluye la experta.

Sin embargo, en los últimos meses muchos profesores han hecho un esfuerzo para empezar a dar clases a distancia mientras estaban confinados y de un modo imprevisto, por lo que necesitarán apoyos para afrontar una posible transición a un modelo mixto o híbrido. «Parte del profesorado manifiesta estos días que está saturado por la carga de trabajo, tangible y emocional, que les ha producido el elevado número de horas que han estado delante de una cámara o respondiendo mensajes de los estudiantes en tiempo real. A muchos les ha dado la sensación de que estaban dedicando 24 horas al día, 7 días a la semana, a atender a su grupo o grupos de clase, y hay que trabajar para que ello no se repita», explica Sangrà.

Por eso, agrega, es precisa la participación de personal docente de apoyo y la creación de nuevas figuras de profesorado asistente en los contextos virtuales, que tengan la realidad digital ya «interiorizada y experimentada, y es mejor si esta experimentación ya ha empezado en su formación inicial como profesores».

El catedrático e investigador del grupo EDUL@B de la UOC recuerda que existe el erróneo pensamiento de que la educación en línea es más económica al funcionar con menos recursos, pero no es así. «Si quiere ofrecerse una educación en línea de calidad, o una modalidad en línea en un contexto de presencia discontinua de calidad, hay que asumir determinados costes que son estrictamente necesarios», dice el experto.

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