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Cádiz

Aquel verano de 2004

  • Un cráter al final de cada misión, un fogonazo antes de cada estallido

Momento en que Cornelius Horan interrumpe la carrera del maratoniano brasileño en los Juegos de Atenas.

Momento en que Cornelius Horan interrumpe la carrera del maratoniano brasileño en los Juegos de Atenas. / efe

Observemos horrorizados el paso del tiempo. El verano de 2004, que es el que nos ocupa, un día de agosto (el 3, para ser más concretos) se lanza desde Cabo Cañabeveral la sonda Messenger rumbo a Mercurio. Nos dicen que llegará al planeta dentro de cuatro años, en 2008. Largo me lo fías. Pues llegó. Puntual. Enero de 2008. Durante tres años dio vueltas a Mercurio y descubrió cosas importantes, que no quiere decir que nos importen, como que había agua en un lugar donde nunca da el sol. En 2015, y de esto hace ya tres años, la Nasa estrelló el Messenger contra Mercurio y dejó un cráter considerable. Pues bien, dentro de unos meses los japoneses y los europeos lanzaremos la sonda BepiColombo para explorar el cráter dejado por el Messenger. ¿Han pensado lo viejos que serán cuando BepiColombo llegue a Mercurio? Y, sin embargo, relatividad del tiempo, todo pasa en un suspiro.Punto pelota a esta historia galáctica. ¿Qué les ha parecido? También debo decirles que poco después de lanzar el Messenger la sonda Génesis, que estudiaba el viento solar, se estrelló contra la Tierra, dejando otro bonito cráter, porque se le rompió el paracaídas. A veces te pasan cosas de ese tipo.

Antes de estrellarse uno, sea una sonda, una persona o un país, siempre hay un destello muy luminoso, un fogonazo. Creo que es lo que nos contó Machado con lo del olmo viejo y la hoja verde. Algo así le pasó ese verano a Grecia (ya nos pasó a nosotros en el 92), que ganó, contra el pronóstico del tío más tarado del universo futbolístico que ustedes pudieran encontrar, la Eurocopa de fútbol con el fútbol más roñoso nunca conocido. Fue el preámbulo de sus Juegos Olímpicos, los de Atenas, los de Michael Phelps. Más allá de que dos velocistas griegos fingieran un accidente justo antes de pasar un control antidopaje o de que un maratoniano brasileño fuera arrollado por un sacerdote irlandés, Cornelius Horan, cuando iba a ganar la carrera, los Juegos fueron un gran éxito y Cornelius continuó su fulgurante carrera de interrumpir eventos deportivos. Luego, como sabemos, Grecia se estrelló como el Messenger y Cornelius dijo ser un profeta. Borrell, flamante presidente del Parlamento Europeo, no se percató.

Y perdimos a Marlon Brando, que eso sí que fue un cráter sentimental porque se suponía que Brando era de ese tipo de gente que no se iba a morir nunca y con él, a los pocos días, se fue uno de los mejores críticos de cine de nuestra historia, Ángel Fernández Santos, que era otro que siempre estaría con nosotros con su visión poética de las pelis. Pues se murió como se murió Antonio Gades porque toda sonda llega, tarde o temprano, al final de su misión. Y deja un cráter.

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