Puede pensarse, en una primera apreciación, que una calle repleta de comercios abiertos sirve para atraer a la gente, para llenarla de vida, para invitar al paseo. Pero Manuel Queiruga, presidente de Cádiz Centro, invierte el razonamiento y apuesta por la mejora de muchas calles para atraer a las personas y, como consecuencia de ello, potenciar el comercio: “El factor clave es el paso de la gente. Si pasa gente por una calle, los comercios vendrán después”. Por eso, desde esta asociación que agrupa a los comerciantes del casco histórico de Cádiz se apuesta por mejorar las calles como primer paso para revitalizar el comercio allá donde la decadencia puede hacer saltar la alarmas.
La consulta con el representante de los comerciantes de Cádiz viene al hilo del reportaje publicado en este periódico sobre la calle Cobos, que en uno de sus tramos se ha convertido en un páramo comercial cuyo paisaje lo dominan más de una decena de barajas echadas, de antiguos comercios cerrados que dejan entrever un pasado dinámico y que, desde luego, no augura de momento un buen futuro.
Ningún misterio se desvela si se recuerda que Cádiz, en su centro histórico, tiene calles de distintas categorías desde el punto de vista comercial. Calles que han funcionado siempre, que en la mente de todos están, y otras en las que el comercio prácticamente no existe. Y están también las calles recuperadas, las que demuestran que el trabajo bien hecho da sus frutos y que mejorar las vías puede ser el mejor imán para despertar la vida comercial.
Una vida lleva a la otra, según la teoría de Manuel Queiruga: “Las calles oscuras, sucias, con poca iluminación, con las fachadas en mal estado no invitan a pasear, se quedan al margen del circuito, del paso de la gente. Y esta es una de nuestras apuestas, un plan para adecentar las calles con mejor iluminación, con más limpieza y con la eliminación del acerado para dejarlo igualado a la calzada”. Y, con cabeza, peatonalización.
Este es para el presidente de Cádiz Centro el “factor clave” de una calle comercial, recuperar el tránsito de personas, convertir en atractivas calles ahora desérticas, y apuesta por hacerlo a través de un plan estratégico de comercio, hostelería y turismo, un plan que priorice y ordene un trabajo que, a su juicio, no puede hacerse desde el simple impulso.
Advierte Queiruga que con el Ayuntamiento hay “buena sintonía”, que el trabajo se está haciendo y la colaboración encontrada es satisfactoria, aunque insiste en este plan y, sobre todo, en la propuesta de su asociación de que cada zona de la ciudad, cada barrio, apueste por una especialización: “Esto sería lo deseable, lograr que un barrio sea artesanal, otro hostelero, otro que se dedique a ofrecer servicios básicos para la vida universitaria...”. Ahí queda la propuesta, basada siempre en ampliar la mejora de la iluminación en las calles, lo que explica que se está consiguiendo poco a poco con la instalación de mejores bombillas, y en hacer del hermoso laberinto gaditano de calles estrechas un circuito urbanístico y patrimonial que invite a pasear.
Claro que hay calles que se llevan la palma y que comercialmente llevan un mundo de ventaja a otras con menos vida. Las cinco máquinas de conteo de personas que hay instaladas en la ciudad lo demuestran. Están en puntos de la plaza de las Flores, San Juan de Dios, San Francisco, Columela y Ancha, y, con sus picos y fluctuaciones estacionales, arrojan una media de paso de 20.000 personas al día. Una buena cifra que dejaría en pañales a otras calles de la ciudad.
Queiruga llama a la esperanza y argumenta que es posible el cambio, la transformación comercial de una calle a partir de su mejora y de lograr que pase la gente, con vías ya en la historia de la recuperación comercial de la ciudad como Plocia, Sopranis o el barrio del Pópulo en su conjunto, pero también con otras que se van sumando a la revitalización, como en los últimos años está sucediendo con José del Toro, una calle que ha ganado en paso con la peatonalización y en la que los comercios afloran. “Comercios de Cádiz, tradicionales, y algunos innovadores, no exentos de riesgo”, apunta Queiruga. Y hay también ejemplos de calles que funcionan razonablemente bien desde un punto de vista comercial pese a ciertas dificultades. El ejemplo, Barrié, una vía donde las quejas por las incomodidades del tráfico son constantes y que, sin embargo, tiene pujanza comercial.
El presidente de Cádiz Centro sí rechaza con prontitud el tópico argumento del alto precio de los locales para justificar la existencia de calles con tantos comercios vacíos y sin futuro. No lo llega a calificar de bulo, pero sí hace un llamamiento a razonar y a comprobar que la ley de la oferta y la demanda es la que marca la cifra, que un alquiler alto si se paga, es porque es rentable para el comerciante: “Muchas veces se dice que los grandes alquileres sólo lo pueden pagar las grandes marcas, pero hay que tener en cuenta que detrás de muchas de estas tiendas hay gaditanos, gente de la tierra que son los que ponen el dinero. Si no fueran rentable, no lo harían”.
Y en el lado contrario, en el de las calles con barajas cerradas y escaparates inútiles, que no se piense que es por el dinero: “Me cuesta mucho creer que en estas calles, en calles como Cobos, se pida un dineral por el alquiler de los locales comerciales”.
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