Crónicas del Trece

Ya vale

  • Muchos ciudadanos parecen que han olvidado que el éxito o fracaso del Bicentenario no debe limitarse únicamente a la actuación de las administraciones públicas, pues es un proyecto común l Colectivos como el del comercio deben implicarse más en proyectos ciudadanos de calado

Si había alguna duda, en estos días quienes están al frente de la organización de los actos del Bicentenario nos han dejado muy claro que nada va a ser como se esperaba aunque, afortunadamente, tampoco tan decepcionante como se temía.

Ha sido la buena relación que en el último año ha existido entre el Ayuntamiento y el Consorcio del Bicentenario, tanto en la etapa de Luis Pizarro como en la actual de Francisco Menacho, la que ha permitido salvar los muebles y planificar una programación que nos va a evitar el sonrojo, ante el fracaso del evento que todos, o casi todos, temíamos hace apenas un año.

Sí falta una gran exposición relacionada con Cádiz y la Constitución de 1812, algo inexplicable tras eliminarse las que se proyectaban tanto desde el Ayuntamiento como desde el propio Consorcio por cuestiones ajenas a sus respectivos comisarios. Sí falta aún por concretar cómo se va a celebrar la capitalidad cultural y carnavalesca iberoamericana, de cuya programación aún no sabemos nada a pesar de que la campaña de promoción de Cádiz 2012 debería estar ya en marcha.

El tiempo ha dado también la razón a quienes consideraban que el nombre de 'La Pepa' no representaba a la ciudad, y que todo debía ir centrado en el Cádiz 2012 que, por fin, parece que se va a recuperar.

Por lo demás, si la programación cultural y académica se ha salvado en parte, serán las grandes infraestructuras las que fracasen en su cita con el Bicentenario, a pesar de que quienes las han promovido siempre han trasladado a la opinión pública que, sin estar relacionadas directamente con esta conmemoración sí formaban parte de la misma como un ejemplo del desarrollo económico y social de la Bahía de Cádiz.

Es un sueño pensar que el segundo puente estará terminado en 2012, por mucha prisa que se den; del hospital regional, tal y como va el proyecto, no se habrá puesto ni la primera piedra, y otro tanto pasará con la Ciudad de la Justicia, mientras que el Plan Plaza de Sevilla lo único que produce es sonrojo entre quienes de verdad están preocupados por el futuro de la ciudad, (y en esta lista podemos incluir el parque de Astilleros, la nueva piscina, el pabellón Portillo, el Teatro Pemán...) Sólo esperemos que equipamientos culturales como los nuevos museos y centros culturales sí puedan abrir sus puertas, convenientemente equipados, en 2012 y que el Cádiz que se encuentren quienes nos visiten atraídos por este evento sea un Cádiz rico en oferta y equipamientos de ocio y cultura.

Todo lo dicho depende de la gestión de las administraciones públicas, Ayuntamiento, Junta y Estado. Pero no todo el Cádiz de 2012 es competencia de estas instituciones.

Tendemos a olvidar, y los implicados aún más, que la responsabilidad del éxito o fracaso de una ciudad en acontecimientos de este tipo supera a la responsabilidad de las administraciones públicas. Hay un porcentaje muy importante de este éxito o fracaso que está en manos de los propios ciudadanos. Y en buena parte, éstos no están cumpliendo con la parte del compromiso que les corresponde.

En una ciudad volcada en el comercio, debería de preocuparnos que ni individualmente ni colectivamente este sector haya sido capaz de asumir su responsabilidad con el Bicentenario. Como en todo, hay particulares que sí trabajan por este proyecto, pero la gran mayoría vuelve a dar la espalda a eventos que, bien ejecutados, les supondría un claro beneficio.

Ya vale de la queja permanente. Resulta preocupante como, ante programas de la administración para ayudar a la reforma de los locales en determinados barrios la respuesta haya sido ridícula; resulta preocupante que el sector dé la espalda a la hora de participar en la financiación de actividades de ocio, como las que se emprenden en la ciudad durante el verano o en fechas especiales como la campaña de Navidad, pretendiendo que sea el municipio el que pague todo para ellos recoger beneficios. No se puede pedir tanto y mirar a otro lado cuando se les pide colaboración. Es cierto que hay empresarios que apenas sí sobreviven con sus tiendas y bares, pero también muchos tienen patrimonios más que suficiente como devolver a Cádiz una parte de lo que ésta les ha aportado durante décadas.

Ya vale de la pasividad de muchos ciudadanos y de la picaresca de quienes pretenden vivir de las ayudas públicas sin hacer el más mínimo esfuerzo por sacar adelante sus propias vidas. Aquí el Ayuntamiento debe ser más estricto y aportar estos fondos únicamente a quienes de verdad lo necesitan. Ya vale de propiciar una sociedad subvencionada en lugar de animar al esfuerzo común. Ya vale de subvencionar actos lúdicos-particulares de asociaciones y entidades ciudadanas, de pagar desayunos-cumpleaños a mayores, de otorgar ayudas a quienes se las gastan en objetos de puro consumismo.

Ya vale de ciudadanos que no han asumido que el cuidado de las calles es responsabilidad de todos (primero, cierto, del Ayuntamiento, que es quien cobra los impuestos y a quien se le está yendo de las manos la limpieza viaria, por ejemplo). Ya vale de bolsas de basura tiradas a la calle, de pintadas en las paredes y monumentos, de mobiliario urbano destrozado al poco de instalarse, de excrementos caninos llenando la vía y los jardines...

Poner orden en todo ello es, también, hacer ciudad de cara al Bicentenario. Sólo cuando el conjunto de los gaditanos lo asuma se habrán puesto las bases para el verdadero desarrollo de la ciudad, aún posible a pesar de estos tiempos de dura crisis. Todo ello es hacer también el Doce y si pedimos, y pediremos en su momento cuando nos toque ir a votar, responsabilidades a quienes no han sabido-podido o querido cumplir con su deber ante la conmemoración de este evento, también debemos pararnos un momento y decir: ya vale, despertando de nuestro letargo como ciudadanos responsables.

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