Ocio Mercadillo veraniego de Nuevo Futuro

La solidaridad cumple veinte años en La Candelaria

  • La bendición del obispo Antonio Ceballos abrió El Rastrillo 2009, que ofrece desde ayer a los gaditanos una variada oferta de actividades y artículos a la venta

El amor fraterno es el motor de El Rastrillo. Esto lo recordó ayer el obispo de Cádiz y Ceuta, Antonio Ceballos, Dios mediante y en palabras de San Pablo a los tesalonicenses. En su intervención para bendecir este acontecimiento veraniego, el prelado recordó que eventos como el que se desarrolla desde anoche en el Baluarte de Candelaria están presididos "por la caridad". Ceballos manifestó que Nuevo Futuro, asociación organizadora de El Rastrillo, "es creativa y su finalidad es hacer el bien porque ha dado en la tecla al realizar un gesto a tener en cuenta en la sociedad en la que vivimos". El obispo animó a la organización a seguir adelante con una iniciativa que ayer cumplía 20 años, una cifra redonda de esas tan bien recibidas cuando se ha andado tanto camino.

Precisamente a las dos décadas de vida hizo referencia la presidenta de Nuevo Futuro, Jerónima Galiano, que aseguró no tener otra palabra que "gracias" para quienes trabajan por la estabilidad de los menores tutelados por la asociación. Apoyó este agradecimiento la presidenta de honor de El Rastrillo, Beatriz de Orleans, asegurando que "es difícil sacar adelante a esos chicos que no tienen familia". La representación municipal, en ausencia de Teófila Martínez, la ostentó el primer teniente de alcaldesa, José Blas Fernández, quien excusó la ausencia de la regidora y calificó como "encomiable" la labor de Nuevo Futuro. "Valores de entrega y sacrificio son los que necesita una sociedad como la nuestra", añadió Fernández.

El Rastrillo 2009 echó a andar en la antigua fortaleza a la que llegó después de muchos años en San Felipe Neri. Curiosamente, fuentes de la organización del mercadillo solidario indicaban ayer que la recaudación en el nuevo emplazamiento está siendo mayor que en el anterior. Quizás tenga que ver que La Candelaria es un enclave más recogido en el que se dispersan menos tanto el trabajo como la oferta de ocio.

A las puertas del singular baluarte se alineaban ayer los coches de época facilitados por los entusiastas del Club del Automóvil Clásico de Cádiz, que lleva varios años colaborando con El Rastrillo. Junto a los coches, un castillo hinchable para niños. Las casamatas centraban la atención de los primeros visitantes. En ellas podían encontrarse objetos de todo tipo. Demostraciones de robots de cocina incluían tapas a un euro elaboradas por las propias máquinas y se codeaban con llamativas antigüedades, pinturas, alfombras, moda y complementos. Tenderetes montados con mimo mostraban desde pelaajos hasta las muñecas Leonor, imitaciones de una de las infantas reales. Desde un disco de 'Los Beatles de Cádiz' hasta una cinta de Carnaval de Izquierdo Producciones. Libros, helicópteros de juguete o decoraciones para fiestas lucían en los reducidos habitáculos con ventanas al mar. En el exterior de las casamatas se vendían abalorios y cerámica de las monjas de Belén, de la cartuja de Jerez, y los más jóvenes jugaban al futbolín.

Con la llegada del anochecer se disponían a actuar diversos grupos musicales en el tablao del patio central de La Candelaria, uno de los principales ganchos de un Rastrillo que tantas actividades combina.

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