La táctica es tan vieja como el mundo. Lo importante es que se hable de uno, aunque sea mal. El peor de los resultados para ellos era la indiferencia absoluta.

La primera fase de la operación es el cebo. Miembros de Hazte Oír disfrazados bajo la plataforma Actúa ya para mostrarse a favor del pin parental y en contra del "adoctrinamiento en las aulas" anuncian que van a repartir una serie de panfletos en las puertas del colegio Reyes Católicos, en plena avenida Ana de Viya. Eso se lanza por las redes sociales y sabiendo que siempre va a haber alguien que pica. Dicho y hecho.

Los miembros de esta organización eran dos claramente visibles, un hombre y una mujer, que venían ya preparados para aguantar el chaparrón que se les venía encima. Junto a ellos otro hombre que ejercía de escolta para que las cosas no fueran a mayores con una especie de bolsa para guardar objetos en un muslo. Un cuarto era el que se encargaba de grabar todo lo que hubiera. Enfrente una veintena de personas con banderas multicolores del colectivo LGTBI, y con estudiantes, pensionistas, feministas y animalistas mezclados.

Y cuando se han unido unos y otros ha empezado el lío. Los dos miembros de Hazte Oír iban para arriba y para abajo de la Avenida mientras que se les gritaba fascistas y toda clase de improperios. Alguno incluso ha tenido que ser reducido por los compañeros porque andaba más alterado de lo normal. Escupitajo que viene y va y los dos tipos que son como el de la compañía de teléfonos que atiende las reclamaciones, tienen la piel dura de aguantar tantos insultos. El límite está en el tocar. Cuando se les agarraba, sí que saltaban.

Una vez que estaba montado el show, llamada a la Policía Nacional que ha acudido con una quincena de agentes para que la cosa no vaya a mayores. Lo primero que hacen es separar a una parte y a otra e identificar a alguna gente. Incluso aquellos que siguen insultando se les requiere para que cesen en su actitud. 

Los de Hazte Oír estaban encantados de haber conseguido lo que querían, incluso que esta crónica se escriba en un medio de comunicación. Después de muchos dimes y diretes, se les permite repartir los panfletos a unos cuantos metros del centro escolar mientras que los manifestantes están a unos metros gracias al cordón de seguridad que ha montado la Policía. Algunos cogieron el papel que seguramente acabaría en una papelera varios metros más adelante, otros lo leerían, y la mayoría no querían saber nada. Todo eso con unos niños que salían del colegio con cara de alucinados por ver a tanto policía y gente alterada. La gente sigue cayendo en la misma trampa de que organizaciones así viven de este tipo de enfrentamientos como el de hoy.