Quejas en el hospital de Cádiz

La cuarta parte de los celadores del Puerta del Mar, en aislamiento domiciliario

  • Este colectivo denuncia la falta de equipamiento de protección individual

  • "Se olvidan de que somos el primer y el último contacto del paciente en el hospital"

Imagen que están colgando los celadores en las redes sociales para denunciar su situación.

Imagen que están colgando los celadores en las redes sociales para denunciar su situación.

María está cumpliendo un período de 14 días de aislamiento domiciliario tras haber mantenido contacto con un positivo en coronavirus. María es una de las víctimas de la desprotección que padecen los celadores del hospital Puerta del Mar. Ella afirma, sin dejarnos desvelar por miedo a represalias su identidad completa, que los responsables del hospital no les dotan, ni a ella ni al resto del más de un centenar de celadores con los que cuenta el hospital gaditano, ni de mascarillas, ni de guantes de diversos tamaños ni del resto del EPI (Equipo de Protección Individual) que requieren los profesionales de la sanidad para mantener contacto y dar servicio a los enfermos que pasan diariamente por sus manos.

Pero ella no es la única, según cuenta un portavoz de este colectivo que, al igual que María, prefiere que no quede aquí reflejada su identidad. "En torno a un 25% de los celadores del Puerta del Mar están en régimen de aislamiento domiciliario", según indica este celador. Es cierto, según él mismo confiesa, que están reponiendo las bajas pero el personal que entra de reposición queda afincado en una especie de retén en el que están disponibles para cualquier rincón del hospital en el que se requiera su servicio.

Pero todo esto sin la protección adecuada, según denuncian los celadores. "Se olvidan de que somos la primera persona del hospital que mantiene contacto con el enfermo, y, en muchos casos, cuando fallece el enfermo, somos el primero y el último contacto", recuerda María.

"A la hora de actuar, cuando entra el paciente por urgencias, ignorante de tí, no sabes nada de esa persona y lo tienes que manipular para una placa, para un tac, para un análisis o para lo que sea. Ahí no te pones ropa de protección porque en un principio no sabes lo que trae encima el paciente".

En esos casos, los celadores afirman que necesitarían un EPI completo, con su protección total de pies, gafas, cuerpo, gorro, mascarillas, pero en la vida real ellos no tiene este material de protección individual y se ven forzados a coger grandes bolsas de basura y hacerles un gran agujero para meter la cabeza. "Al menos sabemos que el plástico es más resistente que nuestros pijamas", afirman estos portavoces de los celadores, que admiten que la situación es ya muy preocupante.

Pero no pueden reunirse porque está prohibido, no pueden concentrarse por lo mismo, y, mucho menos, manifestarte. "¿Se imagina? No sólo nos lo prohíbe la ley sino que nos consideramos un colectivo lo suficientemente responsable como para cuidar de los pacientes que tenemos a nuestro cargo".

De momento, cuando se quejan de todo esto a sus superiores "echan los balones fuera, se pasan la pelota los unos a los otros y, al final, terminamos igual, sin protección y exponiendo nuestras vidas y las de nuestros familiares".

Uno de estos portavoces explica que cuando llega a su casa les pide a su mujer y a su hija que se pongan al otro lado de la mesa para almorzar y tener, así, el menor contacto posible, "e incluso hay días que les pido que coman antes y yo como luego a solas para evitar así que ellos sufran también las consecuencias de todo este ninguneo".

El caso es que entre 20 y 25 celadores del Puerta del Mar se encuentran aislados en sus casas por haber mantenido contacto con pacientes con positivo en coronavirus. "Intentamos ponerle a los jefes la cara colorada pero no lo conseguimos o si lo conseguimos, se dan la vuelta y se olvidan rápidamente de nuestras peticiones, pero es un problema de todos".

Dicen estos dos representantes de los celadores que, de momento, "promesas, ninguna". Al parecer, esta misma mañana, un encargado de turno les dijo que por la tarde les iba a llegar material para repartir entre los celadores. Al final, de las cien batas que deberían haber llegado, "nos han traído dos paquetitos con diez o doce batas cada uno; y se pidieron guantes y nos han pasado un par de cajas de cada tamaño".

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