Cádiz

El puzzle de la izquierda

  • Cuatro formaciones se disputan el espacio progresista de cara a las locales de 2015 Las divergencias entre ellas dificulta un proyecto común

La izquierda lleva veinte años buscando la fórmula para recuperar el poder municipal que perdió en Cádiz en 1995. Por el camino, y ante el arrastre fulminante de Teófila Martínez y el Partido Popular, han quedado los restos de ambiciosos proyectos de modelo de ciudad y cadáveres de políticos, veteranos y jóvenes, que acabaron en la oscura oposición cuando ya se veían blandiendo el bastón de mando de la capital.

En mayo de 2015 a la izquierda se le presenta la sexta oportunidad para hacerse de nuevo con San Juan de Dios y descabalgar a la, hasta ahora, incombustible alcaldesa popular. Si nos atenemos a las encuestas, a las tensiones sociales que se detectan en la calle y a los problemas que en la gestión municipal ha tenido en los últimos meses el gobierno local, más el negativo efecto que tiene en la ciudadanía los escándalos de corrupción que azotan al PP nacional, la izquierda podría plantearse con cierto optimismo su futuro de cara a estos próximos comicios, jugando incluso con la hipótesis de un retorno al gobierno mediante un gobierno de coalición.

Sin embargo, los movimientos que se están produciendo en las formaciones de izquierda de la ciudad parecen trasladar el mensaje de que aún no están preparados para esta vuelta y que las ansias de una victoria individual supera a la búsqueda de un lazo que los una.

Hoy por hoy, hay cuatro fuerzas que están dispuestas a repartirse la tarta del voto progresista de la ciudad. Dos de ellas son formaciones clásicas, el PSOE e IU, mientras que las dos restantes forman parte de la respuesta de una parte de la calle a lo que consideran como degradación del sistema político: Ganemos y, sobre todo, Podemos, grupo emergente que ya dio un susto al poder establecido en las elecciones europeas y que mira con expectación una encuesta, la del CIS que se publica este lunes, que le puede encumbrar en lo más alto de la representación popular en todo el país.

Cuatro fuerzas que, en clave gaditana, se le juegan todo para descabalgar al PP y, sobre todo, a Teófila Martínez. Cuatro fuerzas que, en voz alta o en conversaciones privadas, han dejado claro que, por el momento, no son capaces de buscar un nexo de unión en su diseño de ciudad y en sus protagonistas e, incluso, rechazan de forma radical acuerdos entre ellos, especialmente si el protagonista es el PSOE y, en menor, medida, Izquierda Unida, auténticos ejemplos de la 'casta', de la que abominan Podemos y Ganemos.

Curiosamente, la coalición en la que está integrada el PCE participa, de forma individual en muchas de las asambleas organizadas por Ganemos y no ha descartado presentarse en las municipales bajo estas siglas... aunque ello no le haya impedido ya elegir como candidato a la Alcaldía a Martín Vila que, por si fuera poco, ya dejó claro a este diario que no incluía al PSOE en una posible coalición de gobierno, al acusarles de "posibilistas".

Pero es que el acuerdo, por lo menos sobre el papel y atendiendo a lo que hoy dicen (otra cosa es ver lo que dirán según los resultados que se den en las municipales de 2015), parece igualmente complicado entre Ganemos y Podemos, aunque ambos grupos hayan nacido del malestar de la calle hacía los políticos tradicionales. Fuentes de la primera de las formaciones reconocieron a este diario que no se veían cómodos con Podemos. En este grupo, además, no parece gustarle los arribistas que dañen la filosofía de este colectivo, como dejaron claro en la sonora asamblea que celebraron en esta semana frente al edificio de los Sindicatos y en la que los más veteranos de este grupo supieron parar a quienes intentaban acaparar el poder de cara a la constitución de una candidatura electoral en las elecciones locales.

No hay que olvidar tampoco que dentro de Podemos Cádiz tiene una especial relevancia el grupo de Izquierda Anticapitalista, que en los comicios de 2011 logró la nada despreciable cantidad de 912 votos, encabezada entonces por la hoy eurodiputada Teresa Rodríguez. Tampoco hay que obviar que frente a la postura de Pablo Iglesias, líder nacional de Podemos, de no presentarse a las municipales con este nombre, desde Cádiz se ha tenido siempre claro que no hay que perder esta oportunidad electoral.

Con todo, y pendiente de que Ganemos y Podemos cierren de forma definitiva su participación y elijan a su candidato o candidata a la Alcaldía, lo cierto es que la izquierda llega también a 2015 sin un candidato de referencia, de aquellos que conectan con fuerza con la calle. Tanto Fran González (PSOE) como Martín Vila (IU) son hombres de partido, con pocos kilómetros de calle y muy jóvenes. En su favor, no dan signos de populismo, lo cual siempre es de agradecer. En cuanto a las fuerzas alternativas, el concepto de gestión casi asambleario les puede llevar a complicarse la vida a la hora de poner al frente a alguien que cale en la sociedad. Hay que tener en cuenta que en las elecciones locales el factor 'persona' juega mucho a la hora de depositar el voto, como bien sabe el Partido Popular, donde la figura de Teófila Martínez sigue siendo insustituible para ellos pues es garantía de victoria, incluso en época de crisis para las siglas PP.

Esta ciudad, además, ha visto como en los últimos meses han aparecido lideres populistas que, tras una intensa proyección mediática, han acabado por diluirse y centrarse en sus intereses más particulares, lo cual siempre es respetable.

Visto todo lo anterior, la izquierda gaditana se presenta ante unas elecciones que podían estar al alcance de la mano, sin un acuerdo común, sin un líder que enganche, sin un programa único, con los que las expectativa de una victoria se podrían alejar, por lo menos ahora que aún estamos siete meses de las elecciones, tiempo en el que puede ocurrir de todo.

En todo este análisis no podemos olvidarnos de la elevada abstención que se produce desde 1979 en las elecciones municipales en Cádiz capital. Sólo en una de las convocatorias estuvo por debajo del 37%: curiosamente en 1995, cuando se produjo el vuelco en las votaciones con la victoria del PP por mayoría absoluta y el hundimiento del PSOE.

Viendo los datos en los nueve comicios locales hasta ahora celebrados, llama la atención que ha sido durante la etapa de gobierno de la izquierda, entre 1979 y 1995, cuando mayor ha sido la abstención, hasta el punto que en 1991 el porcentaje se disparó al 54,64% del total. Frente a ello, el PP ha ganado siempre con los mayores porcentajes de participación. En las últimas, en 2011, la abstención fue del 43%, la tercera cifra más baja de la democracia. Curiosamente en estos últimos veinte años han sido muchos grupos lo que han restado legitimidad a las victorias del PP aduciendo una abstención que era superior durante el periodo de mandato de la izquierda.

Aún así, hay más de 45.000 gaditanos mayores de edad que no votan en las que pueden que sean las elecciones más importantes para nuestro día a día. No se puede decir que sea un voto de izquierda o de derecha pues se ha mantenido estable (aunque en 1991, con el PSOE en el gobierno, fueron 63.000 las personas que se quedaron en casa) en estos 35 años de democracia, pero sólo ahí es donde podrían rascar los partidos progresistas, pues el PP tiene un votante más fiel (salvo los que se encuentran resentidos por cómo ha encarado la crisis nacional, que ha afectado especialmente al bolsillo de la clase media). La duda será si el votante joven, y en especial el que está llamado a las urnas por primera vez, ejerce su derecho constitucional o prefiere quedarse en casa. No olvidemos que un elevado porcentaje de los movimientos sociales que han ido apareciendo en la ciudad en los últimos años, muchos integrados en Ganemos, tiene un reducido número de miembros y una capacidad de convocatoria (como se ha visto en las concentraciones y manifestaciones por ellos organizadas en este tiempo) por ahora muy limitada, pero que ante una situación social y económica muy precaria (elevado paro, problema de la vivienda, reducción de la calidad de vida...) bien podrían animarse a votar como una forma de mostrar su repulsa.

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