35 años de la constitución | actos para un aniversario

Algo más que el problema catalán

  • El periodista Enric González bucea en la Casa Iberoamérica en las causas que han llevado al "populista" desencuentro entre Barcelona y Madrid

Enric González, periodista viajado, corresponsal en París, Londres, Roma o Jerusalén, vive en el Carmelo, el barrio de Barcelona donde a finales de los 50 llegaban españolitos de todas partes a trabajar en la editorial Bruguera. Los hijos de aquellos españoles, los Martínez, Gómez y García, cuelgan en sus balcones banderas independentistas en un acto de "integración a lo bestia". González, que pese a ser González es de familia catalana, que creció con el catalán, estuvo ayer en la Casa de Iberoamérica para hablar, desde la perplejidad, sobre Cataluña y la Constitución. Como González no es conocido por ser ortodoxo, habló de algunas cosas más y no tuvo empacho, ante ocho concejales del PP (no hubo ninguno de la oposición) en decir que "los partidos se han convertido en asociaciones para delinquir" o que "PSOE y PP se han financiado ilegalmente, todos lo sabemos".

Volviendo al título de su conferencia, que expuso durante una hora ante un aforo razonable, González consiguió converger en un punto final en el que era posible hallar una solución relativamente sencilla al problema catalán: hablar. Para llegar a ese punto final hay que transitar por las causas de por qué estamos donde estamos, por qué, según el periodista catalán, "en el caso de que se hiciera un referéndem en toda España muchos votarían que se vayan de una puñetera vez".

A primera vista, el llamado problema catalán en su nueva entrega -"siempre ha habido un problema catalán"- consiste en el 'privilegio' de que asistimos "a la primera manifestación de verdadero populismo que se da en España desde la Transición". Esto no surge porque sí. "Hay un problema de dinero", da por sentado González y, es más, ese problema es real: "No podemos decir que es un expolio, pero es incómodo". Esa incomodidad es la que ilumina la bombilla que hay sobre la cabeza de Artur Mas, "que habla en castellano en su casa porque es de familia bien y que, por horrible que nos resulte, es lo que parece", para intentar convertirse en el héroe de la independencia. "Los catalanes no hablan de España, hablan de Madrid, pero no de los madrileños o de la ciudad, sino el concepto de una especie de enemigo ancestral", describe González. Esa es la fuerza que ha invocado Mas, pero lo único que ha conseguido es una polarización de votos en ERC, "nacionalistas totales", o Ciutadans, "españolistas totales". Contando con que la implosión de los socialistas del PSC hay que buscarla en el derribo que el Constitucional hizo de un Estatut aprobado por una minoría, nos encontramos ante un país en el que los grandes partidos han perdido el control. En una sociedad en la que, según el ponente, no debe de existir más de un 7% de independentismo sociológico, abrir la caja de los truenos ha significado dar vía libre a un descontento que tiene que ver más con otros componente que con el 'problema catalán'.

Esto es, el problema catalán podría tener solución. Está claro que no puede ser la aplicación del 155,1, por las bravas, "sacando los tanques a la calle, más que nada porque en España no debe de haber muchos tanques que funcionen". Esto haría de Mas "una víctima civil que no corresponde a su estatura política". Más bien, la solución llegaría "si el reparto del dinero se hiciera con transparencia, sin reuniones secretas y reformando la Constitución en algunos puntos, como podría ser el Senado, que hasta los zulús saben que no sirve para nada".

Es más difícil de resolver el otro descontento, el de "la partitocracia", el de "un Estado que no se comporta como Estado", el de "una corrupción endémica" y el de una nueva generación de políticos de perfil muy bajo. La anterior, la del pujolismo, "era una generación corrupta en nombre de la nación", pero ejercía el papel de conector entre Cataluña y Madrid. "Ahora es muy difícil pensar que pueda existir un presidente de España catalán,c uando la peseta era un nombre catalán pensada por un catalán o fue Roca el que desatascó la Constitución al incluir el término de nacionalidad". Ahora, en la hora de hablar, no tenemos quien hable. Pero González está seguro de que los españoles ya no estamos para matarnos los unos a los otros. Es algo que hemos aprendido. Algo bueno ha tenido este sistema, aunque González admita que ya es hora de hacerle unos cuantos arreglos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios