Cádiz

El patrimonio religioso, un 'filón' por explotar

  • La Iglesia debe articular una fórmula para abrir sus bienes al conocimiento del público en general

A principios de agosto, la asociación de Amigos del Monasterio de Santa María puso en marcha la iniciativa de abrir el convento para visitas guiadas dos días a la semana. Y en apenas unos días, antes de que tuviera lugar la primera de las visitas, los cupos de todo el mes de agosto se habían agotado. En esas mismas fechas, la ciudad celebraba una de las noches abiertas del comercio; y en San Juan de Dios se formaron largas colas para visitar el templo propiedad de la Santa Caridad.

Estos dos ejemplos -de lo más reciente que ha tenido lugar en la ciudad- hacen pensar que el patrimonio religioso de la ciudad es un importante atractivo para gaditanos y visitantes. Un atractivo que no termina de ofrecerse por parte de la Iglesia, que sigue teniendo cerradas auténticas joyas patrimoniales (ahí están los ejemplos de Hospital de Mujeres o de la capilla de El Pópulo) o que abre otros importantes edificios prácticamente solo para la celebración del culto ordinario.

La ciudad adolece de un plan que posibilite a los visitantes y a los propios gaditanos de contemplar el patrimonio religioso, que debe constituir una de las piezas fundamentales o, cuanto menos, un destacado añadido, de lo que la ciudad ofrece. Sí es cierto que tiempo atrás se ha trabajado en diferentes proyectos junto a instituciones y administraciones, entre los que destacaba la creación de una serie de rutas que recorría diversas iglesias que estarían abiertas para las visitas. No obstante, ninguna de las iniciativas que desde el Obispado se trabajaron en tiempos del anterior equipo de Patrimonio pudo nunca ver la luz, a lo que se sumó la llegada de la crisis y la interrupción absoluta de partidas que podían destinarse a estos fines.

El caso posiblemente más destacado en torno a este asunto es el de la Catedral y su museo, que sí disponen de un sistema que aunque necesita aún muchas mejoras y comodidades para los visitantes ofrece la posibilidad de conocer a fondo el principal templo de la diócesis y el tesoro que el Cabildo ha ido atesorando con el paso de los siglos. No en vano, son muchos los visitantes que cada año acceden a la Catedral (alrededor de 72.000 personas en el pasado año), lo que bien puede ser otra demostración de que el patrimonio religioso de Cádiz es un atractivo turístico y cultural.

A este ejemplo de la Catedral habría que sumar el de otros muchos templos que abrieran sus puertas en un horario más amplio, que facilitaran mayor información sobre su construcción o sobre las piezas más valiosas -en Cádiz conviven producciones de autores tan destacados como El Greco, Murillo, Goya, La Roldana, Pimentel, Arfe, Torcuato Benjumeda y otros muchos, además de obras de incalculable valor a las que no se le conoce su autor-. Y también iniciativas como las que acaba de poner en marcha el Obispado de ofrecer tarifas reducidas y otros incentivos para los que quieran visitar varios de los templos. De esta forma se conseguiría una de las aspiraciones que años atrás se repetía en Hospital de Mujeres: que la Iglesia y su patrimonio bien pueden constituir un auténtico motor económico e incluso laboral para la ciudad. Y al mismo tiempo se iría en esa línea del diálogo fe-cultura sobre el que tanto se habla en el entorno de la Iglesia últimamente.

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