Cádiz

Un patrimonio en peligro

  • El mantenimiento de las iglesias en la ciudad es una tarea más que complicada Los problemas se suceden al mismo tiempo que la crisis limita las actuaciones de rehabilitación

El pasado viernes los bomberos tuvieron que actuar en la plaza de San Juan de Dios ante la caída de cascotes de la torre de esta iglesia, que cuenta desde ese día con una malla de protección en los capiteles de las columnas. En el día de ayer este periódico anunciaba que San Antonio necesita una fuerte inversión económica para hacer frente a un problema en la cubierta del templo. El Cabildo Catedral también anunciaba la pasada semana que iba a actuar sobre las cubiertas del primer templo de la diócesis. Los problemas de conservación en iglesias y capillas de la ciudad se vienen sucediendo con asiduidad, quedando cada vez más de manifiesto los problemas para conservar estos edificios religiosos (de enorme valor histórico, arquitectónico y con importantes obras de arte en su interior, en la mayoría de los casos) en las debidas condiciones.

El listado de actuaciones pendientes, con mayor o menor urgencia y/o gravedad, en iglesias de la ciudad es cada vez mayor. En este sentido, conviene recordar que está pendiente la actuación en San Antonio de la que se informaba ayer en este periódico, la rehabilitación de la iglesia de San Juan de Dios (para lo que la hermandad de la Santa Caridad, propietaria del templo, no dispone medios); la actuación integral en la iglesia de Santiago; la intervención en Santa María; el desarrollo del Plan Director en la Catedral, así como la elaboración de un plan director que permita la rehabilitación total de Santa Cruz. Pendiente quedó desde el Bicentenario la rehabilitación de la sede del Obispado (en Hospital de Mujeres) y la intervención en el Seminario diocesano de la calle Compañía.

También necesitan obras de restauración la iglesia de La Pastora en Sagasta (a la que se le hizo una primera fase para asegurar su estabilidad pero quedó pendiente la segunda para intervenir en el interior del templo), San Pablo en Ancha (con problemas en las cubiertas) o la Castrense en la plaza del Falla (en la que se ha venido interviniendo en lo más urgente o lo que estaba en peor estado).

A pesar de este listado tan extenso (al que posiblemente haya que sumar algunos templos más), conviene destacar como aspecto positivo que en la ciudad actualmente solo hay cerradas al culto dos pequeñas capillas: la del Beato Diego en Bendición de Dios, donde parece que al fin se está resolviendo el problema surgido a raíz de la intervención realizada entre Obispado y Ayuntamiento, con lo que en teoría reabrirá sus puertas en breve; y la de Jesús Caído en el Parque Genovés, pendiente de que la Universidad resuelva qué hacer con el antiguo colegio mayor.

No obstante, sí es cierto que la intervención en los templos ha sufrido un notable parón en estos últimos tiempos. Hasta que comenzara la crisis económica, las administraciones públicas (principalmente Ayuntamiento y Junta de Andalucía, en Cádiz capital) y también algunas entidades privadas (en su mayoría bancos) ayudaban a la Iglesia a conservar su patrimonio. Pero la carencia de recursos económicos fue cerrando el grifo hasta que desaparecieron prácticamente todas las ayudas (hasta el punto de que la Junta de Andalucía suspendió el pasado mes de febrero cualquier ayuda para la rehabilitación de patrimonio religioso).

El resultado de este proceso es que las iglesias vienen encontrándose con los mismos problemas de hace unos años, pero con la imposibilidad de hacerles frente con sus medios. Y esto ha llevado, de manera paralela, a otro proceso para contrarrestar los efectos: la búsqueda de otro tipo de financiación con la que poder acometer obras que en muchas ocasiones son primordiales para mantener abiertas esas iglesias. La concienciación entre los fieles gaditanos sobre la necesidad de colaborar con los medios que tengan a su alcance para el mantenimiento del patrimonio de la Iglesia es cada vez mayor. Y esto está permitiendo que determinadas parroquias o comunidades puedan ir sacando adelante proyectos en este sentido gracias a aportaciones económicas o a actividades organizadas para recaudar fondos.

Posiblemente fuera la parroquia de San José hace unos años la primera en lograr una acción común para poder hacer las obras necesarias. Ahora, comunidades como las de la Castrense o asociaciones como la de Amigos de Santa María establecen cuotas mensuales y organizan todo tipo de actividades que van dirigidas al único fin de intervenir sobre aquello que se hace necesario, sin esperar a la subvención, ayuda o financiación de alguna entidad pública o privada.

A pesar de esto último, hay actuaciones que son de una envergadura enorme, incapaz de asumir por una comunidad de fieles; o bien que son necesarias en templos donde no hay una actividad concreta más allá de la celebración de misas (por lo que no hay un grupo numeroso de feligreses que se identifique con esa iglesia y que colabora con las necesidades de actuación). Es entonces cuando el patrimonio religioso corre más peligro de perderse, aunque el Secretariado Diocesano que el Obispado creó expresamente para velar por la conservación del patrimonio también juega un parte importante, teniendo en cuenta que lo hace sobre toda la diócesis y no únicamente sobre la ciudad de Cádiz. En concreto, este área se está encargando ahora de intervenciones importantes como la de la escalera de la sede del Obispado -que quedó clausurada hace un tiempo por su mal estado- o la iglesia de la Victoria en Medina.

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