De todos es sabido que a Cádiz le falta suelo. A la ciudad no le sobra espacio. Su carácter casi insular imposibilita su expansión y se halla ante el compromiso del siglo: dar la talla en una celebración institucional e internacional como es el Bicentenario de la Constitución de 1812.

Las administraciones involucradas buscan denodadamente espacios para hacer cosas pero la ciudad da poco más de sí. Mientras, 7.000 metros dentro de una parcela de 9.400 se mueren de pena. Sirvió para Mundo Vela, parece, pero pronto quedaría en desuso y el Ayuntamiento se vio sin ideas con las que dar color a esos 25 años de concesión. Pretendió un hotel pero su intención no quedó avalada por papeles que convencieran a Puertos del Estado. Ahora, unos empresarios gaditanos desean ver allí un acuario pero se hace necesaria una renuncia por parte del Ayuntamiento que posiblemente, al final, se hará realidad ante Rosa Aguilar y, nunca ante Barra. Y será la Empresa Pública de Puertos de Andalucía (EPPA) la que, al final, impondrá cordura, tomará posesión y dará luz al agónico y oscuro edificio.