Cádiz

El parque Carlos Díaz de Cádiz, dejado de la mano de Dios

  • Vecinos y usuarios critican “el nulo mantenimiento”, el mal estado de las instalaciones y el abandono del Ayuntamiento

El estado de conservación de las instalaciones del parque Alcalde Carlos Díaz deja mucho que desear

El estado de conservación de las instalaciones del parque Alcalde Carlos Díaz deja mucho que desear / Julio González (Cádiz)

No está precisamente en un lugar de paso, pero el que tiene niños pequeños o, al menos, los ha tenido, sabe de su existencia.

El parque Alcalde Carlos Díaz puede no ser un gran parque infantil, pero representa un pequeño pulmón verde en una zona masificada de turistas y en el que la hostelería es la niña bonita.

Pero en ese entorno habitan muchas parejas jóvenes con niños pequeños que necesitan expandirse. Son ellos, los propios usuarios, muchos de ellos parejas de abuelos y abuelas se convierten en la clientela usual del parque Alcalde Carlos Díaz, sobre todo en días como este jueves pasado en el que el sol se hizo más de rogar, lo que les obliga a buscar una opción B a la playa para sus nietos y nietas.

Un hombre sin hogar de 52 años viven desde hace años en uno de los rincones del parque

Pero la salud de este parque no es la deseada. Tiene tres accesos, uno de ellos compartidos con los usuarios del aparcamiento subterráneo ubicada en su subsuelo. Los otros dos cuentan con dos puertas de hierro que, al parecer ya no se cierran en ningún momento del día, convirtiéndose ese parque en una zona totalmente desprotegida y abierta a todo tipo de públicos.

Según indicaba el trabajador de una cervecería cercana, “antes venían sobre las nueve y media o las diez dos municipales para cerrar las puertas, pero hace ya años que esto no ocurre”.

Rincón en el que habita un sin techo, en una de las esquinas del parque Rincón en el que habita un sin techo, en una de las esquinas del parque

Rincón en el que habita un sin techo, en una de las esquinas del parque / Julio González (Cádiz)

Al final, a partir de cierta hora, el lugar se convierte en un pequeño botellódromo que atrae a jóvenes que, según destacan sus propios vecinos, no suelen venir con malas intenciones, “pero siempre hay excepciones y siempre hay gente que no sabe beber y, al final, tras el último trago, termina pagándolo con las instalaciones”.

Nada más entrar por una de sus puertas, es visible el deterioro de sus jardines. De hecho, Alfredo y Patricia, un joven matrimonio que hacia uso del parquecito junto a sus dos pequeños, contaban que ellos se habían llevado una temporada sin entrar en el parque mientras han estado de viaje y “esos jardines los dejamos más o menos verdecitos y ahora están quemados por el sol y por la falta de agua, lo que evidencia la falta de mantenimiento”.

El parque, según afirman los vecinos del lugar, ya no se cierra ni de noche ni de día

Y otra de las reivindicaciones de Alfredo hacían referencia a los bordillos que rodean los jardines. Son bloques de madera que, poco a poco, han ido desapareciendo, o bien se han ido deteriorando dejando una desastrosa imagen y un peligro para los más pequeños que, por sus edades, muchos de ellos, deambulan aún con ciertas dificultades y cualquier obstáculo les puede suponer un peligro.

Y más, a la vez vez que empujaba a uno de sus pequeños que se divertía colgado de unas anillas, mostraba a este periódico el estado en el que se encontraba una de las pequeñas atracciones del parque –que son pocas, según afirma Alfredo-: unas escalerilas a las que le faltan múltiples peldaños.

Un matrimonio algo más mayor, también vecinos del lugar se encontraban allí también empujaba a dos de sus nietos en los dos únicos columpios con los que cuenta el parque y, al detectar la presencia de este periódico, quiso hacer ver sus opiniones como usuarios.

Éstas las centraron en la presencia de un hombre de 52 años que, al parecer, lleva años viviendo en uno de los rincones del parque. Allí tiene instalado una especie de habitáculo donde se acumulan mucha basura.

Sobre este habitante del Parque Alcalde Carlos Díaz no tienen ninguna queja: “Él no molesta nunca. Todo lo contrario. Se le ve buena persona y siempre se muestra dispuesto a ayudar a las personas mayorse cuando las ve cargadas de mandados”.

Comenta que realmente sólo se le ve por allí de noche y que el resto del día se encuentra por las calles del entorno o bien vendiendo pañuelos o bien buscándose la vida ayudando al prójimo. “No queremos que nadie lo eche de aquí porque no molesta, pero es inhumano que el Ayuntamiento, la Junta o el que sea permita que alguien malviva en esas condiciones sin que alguien se preocupe porbuscarle otra opción. Muchas veces nos gusta ayudar más al ucraniano de turno en vez de a las personas más cercanas”.

Farolas con pintadas, la fachada de la sede de la asociación de vecinos Muñoz Arenillas, a cuyas instalaciones se acceden directamente desde el parque plagada de pintadas, suelos plagados de orines, jardines con muchas zonas despobladas de césped. Los vecinos y usuarios reclaman que el Ayuntamiento ponga la mirada en este pequeño pulmó de Puerta Tierra.

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