Cádiz

Por el paro no pasan los años

  • Cádiz termina noviembre con el mismo número de desempleados que en mayo de 1995, cuando el PP llegó al poder en la ciudad, aunque el porcentaje de parados es mayor ahora por la pérdida de población

José Juliá lleva dos semanas pensando cómo le va a decir a su hijo de ocho años que esta Navidad los Reyes Magos van a pasar de largo. Que no habrá regalos. No le puede decir que no hay dinero. Que él lleva cerca cuatro años sin encontrar un empleo y su madre dos. Que en casa hay meses en los que apenas entran 200 euros que no sirven para pagar el alquiler ¡400 euros que no abona desde hace dos meses! Que pueden comer gracias a la familia, pero nada más.

José Juliá es uno más de los 15.334 gaditanos que a final del pasado mes de noviembre formaban parte de la lista del desempleo en Cádiz capital. La cifra asusta, aterra. Pero aún asusta y aterra más si comparamos esta cifra con la que la ciudad tenía hace poco más de 15 años, en mayo de 1995: apenas cuarenta desempleados más.

En mayo de 1995 el Partido Popular de Teófila Martínez ganaba las elecciones locales y accedía al poder tras dieciséis años de gobierno de izquierdas. Llegaba a una ciudad con más de 15.000 desempleados aún inmersa en los problemas de la reconversión laboral de Astilleros, con un comercio en crisis y sin perspectivas de la llegada de nuevas empresas que permitiesen crear empleo.

A punto de concluir su cuarto mandato, el paro sigue siendo la gran asignatura pendiente en la gestión del PP en el Ayuntamiento de Cádiz, sobre todo si se tiene en cuenta que aunque la cifra del desempleo se mantiene estable respecto a hace 16 años, no ha pasado lo mismo con el número de habitantes de la capital: se han perdido 27.000 vecinos en este periodo de tiempo, a la vez que la población se ha envejecido. Ello supone que porcentualmente la ciudad tiene más parados, bastantes más, que en 1995.

La cifra con la que la ciudad ha cerrado el mes de noviembre mantiene además la tendencia de crecimiento que se viene produciendo desde el final del pasado verano. En agosto estaban inscritos en las oficinas de empleo 14.022 gaditanos, que aumentaron en un millar en apenas dos meses. Noviembre se cerró con un crecimiento de 281 personas más.

Estas cifras quedan ya lejos de los mejores resultados logrados en la ciudad en cuanto a la creación de empleo en los últimos quince años. En abril de 2005, cuando aún no se atisbaba ni de lejos la dura crisis económica que ahora se sufre, el INEM cuantificaba en 10.720 el número de parados en la capital, que finalmente no logró bajar de los cinco dígitos. Tras varios años de estabilidad será desde 2007 cuando los números comiencen a crecer sin parar.

Si porcentualmente Cádiz tiene ahora más parados que hace 16 años a pesar de tener ostensiblemente menos habitantes, también hay que tener en cuenta que en este periodo de tiempo se ha producido la llegada casi masiva de la mujer al mercado de trabajo. Igualmente, la ciudad ha visto en este tiempo cambiar su dinámica laboral: el sector industrial casi ha desaparecido. El Astilleros apenas es una sombra de lo que fue, mientras que la Fábrica de Tabacos da sus últimas bocanadas. Todo pendiente del futuro, y lento, desarrollo de los terrenos de la Zona Franca, que serán mimados en el nuevo Plan de Ordenación. Aunque la crisis del ladrillo no ha afectado apenas nada a la ciudad, frente al descalabro producida en otras localidades de la provincia, su conversión en una capital de servicios le toca de lleno al final de la temporada estival.

Los actos del bicentenario de la Constitución de 1812 y la conclusión de nuevas y modernas infraestructuras, como el puente de La Pepa, la alta velocidad o el Hospital Regional, además de la apertura de nuevos equipamientos culturales y de ocio abren una perspectiva de futuro positiva para redefinir el modelo laboral de la ciudad

Mientras tanto, José Juliá cuenta que, tras tres años en el paro "cuando llego a casa se me viene el mundo encima, y más cuando salgo a pasear con mi hijo y me pide unas chucherías y no se las puedo comprar".

Ha trabajado en la construcción y en el sector sanitario, aprovechando unos cursillos de la Cruz Roja que le facilitaron contratos en una residencia de la tercera edad y como retén en el servicio de ambulancias. Pero desde que concluyó una obra en un hotel hace cerca de cuatro años apenas sí ha conseguido alguna chapuza, como su mujer, también en el desempleo desde hace dos años. Y como buena parte de su familia, lo que no impide que la solidaridad entre ellos les permita subsistir aunque ya no se acuerda cuando dejó de cobrar el desempleo.

José Juliá Ocaña, 39 años de edad, habla de forma decidida, tranquilla. Tal vez le ayude su afán de ayuda a los demás, que presta a través de la asociación de vecinos de su barrio, Santa María. Cuando hablo con él acaba de llevar a una familia de la zona un paquete con diversos alimentos. "Este tipo de labor me reconforta porque me gusta ser útil".

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