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Consecuencias del coronavirus | Testimonios

La pandemia vivida desde el continente de las epidemias

  • El gaditano Borja Montesino, embajador en Etiopía, relata cómo afronta la enfermedad el país africano

El diplomático gaditano Borja Montesino, en su despacho como embajador de España en Etiopía.

El diplomático gaditano Borja Montesino, en su despacho como embajador de España en Etiopía.

Europa ha estado acostumbrada a vivir las epidemias desde la barrera. Generalmente con la mirada puesta, de forma más o menos atenta, en África, un sufrido continente pandémico, y en todo caso mirando con el rabillo del ojo a sus propios países. Pero el coronavirus ha cambiado en parte ese juego de miradas, de manera que por el momento es África quien ve la pandemia desde esa ficticia barrera del coso mundial en el que se lidia con la enfermedad, con cifras de contagio muy poco disparadas salvo en contados países, pero con la mirada puesta de reojo en los otros continentes por la letalidad que podría provocar el virus si penetra con fuerza en territorio africano.

Testigo privilegiado del desarrollo de la enfermedad en África es el diplomático gaditano Borja Montesino Martínez del Cerro (Cádiz, 1961), embajador de España en Etiopía desde 2015 que atiende a este periódico desde la capital, Addis Abeba. Las cifras oficiales del coronavirus en Etiopía, que tiene 115 millones de habitantes, son hasta la fecha irrisorias: 74 infectados, 3 muertos y 14 personas curadas. Los números se antojan insignificantes en un país que actualmente combate sobre el terreno tres epidemias activas: cólera, sarampión y fiebre amarilla.

Pero el gaditano Borja Montesino explica que hace unos días se decretó el estado de alarma en el país, con restricciones pero sin confinamiento, porque resulta evidente que un brote duro de la enfermedad podría ser “devastador” en Etiopía, un país con un sistema sanitario “colapsado de oficio” y en el que las ONG cuentan con varias clínicas pediátricas y con pequeños centros sanitarios en algunas poblaciones. El embajador ofrece un dato numérico que da que pensar: “El sistema sanitario del país es insuficiente, tanto en medios como en la preparación del personal. Pensemos que hay 249 respiradores para todo el país”.

En Etiopía, además, es prácticamente imposible imponer el confinamiento a una población que, como explica Montesino, tiene que salir cada día de casa para asegurar su supervivencia: “Aquí se vive al día, pero literalmente al día: se trabaja por el dinero de ese día, no hay otra. Y en la capital, en Addis Abeba, el 50% de la población no tiene agua en sus domicilios, no puede lavarse las manos”.

Por eso el estado de alarma no va acompañado de estrictas medidas de confinamiento. Sí hay restricciones, pero la población es a veces reacia a cumplir con ellas. Un ejemplo: la religión mayoritaria es el cristianismo ortodoxo, que ahora mismo está viviendo su semana de Pascua, su Semana Santa. El domingo pasado fue Ramos, y el embajador gaditano relata con cierto asombro que, pese a las recomendación de las autoridades, las iglesias estaban “repletas”.

Y es que el riesgo de que el coronavirus cobre fuerza en el continente, en donde solo Sudáfrica y los países del norte presentan cifras más altas, supondría, como queda dicho, un problema añadido a esta pandemia que está azotando con virulencia al mal llamado primer mundo y cuya extensión en países menos desarrollados supone un peligro evidente.

Y Etiopía, por ejemplo, cuenta con la circunstancia de poseer las líneas aéreas más importantes de África, es la aerolínea de referencia que tiene en Addis Abeba un aeropuerto conectado con todo el mundo y que mantiene abiertos sus vuelos con China, seis al día, y con Europa, lo que conlleva un riesgo añadido para la extensión de la enfermedad.

Cierto es que aún no lo ha hecho, que las cifras son muy bajas, pero el peligro está ahí en un país desgraciadamente acostumbrado a las epidemias y con una media de edad muy joven, 19 años, y con la esperanza de vida situada en los 65 años, uno de los factores que quizás explica los exiguos casos de coronavirus en el país, además de la escasa posibilidad de efectuar los test.

El diplomático gaditano, mientras tanto, sí guarda el confinamiento con la ventaja de tener muy cerca su residencia de la embajada, cuyo personal local se encuentra en su casa pese a la imposibilidad de trabajar telemáticamente.

La población española en Etiopía, escasa pues apenas llega al centenar, se encuentra bien. Está integrada, casi a partes iguales, por misioneros y religiosas, funcionarios internacionales de la Unión Europea o la ONU y miembros de ONG. A principios de marzo había en el país unos 80 turistas españoles, que fueron abandonando Etiopía por sus propios medios al mantenerse activas las conexiones aéreas.

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