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Cádiz

"Los molinos eólicos marinos hay que ponerlos a cien metros de Marbella"

  • Araujo aboga por garantizar la regeneración del mar frente a una acuicultura "dudosamente rentable"

Naturalista asesor de Félix Rodríguez de la Fuente. Guionista de su inconcluso El Hombre y la Tierra. Pionero e incansable militante ecologista. En 1991, Premio Global 500 de Naciones Unidas, el nobel de la divulgación ambiental. Agricultor y ganadero ecológico. Dimisionario de cualquier cargo que traicione su ética. No quedan más de cinco personas en España que sigan trabajando en esas mismas brechas desde hace 40 años. Joaquín Araujo conversó con Diario de Cádiz al pie de la exposición Vivir el mar, de Philip Plisson, que organizan la editorial Lunwerg y el Consorcio del Bicentenario.

-¿Cómo se sintió como candidato a ministro, sin serlo?

-Era bastante improbable que yo acabara de ministro. Por ser como soy y por ser la política como es. Había una radical incompatibilidad. No deja de ser algo halagador, pero ha venido a suceder todo lo contrario. En democracia, la política y la situación medioambiental nunca han sido tan penosas como en este momento.

-¿Es cierto que le tiene más miedo al poder que a la muerte?

-Sí, sin duda, porque el poder es imposible sin el temor de los demás. Y uno prefiere vivir serena y pacíficamente, sin tenerle miedo a nada ni a nadie.

-Ha escrito que se sintió agraviado por el presidente.

-Sí, mucho. Soy políticamente independiente. Tengo un compromiso ético, profesional y sentimental con la continuidad de la vida, la armonía de los procesos naturales y la belleza de los paisajes. Soy independiente hasta de los ecologistas. A pesar de eso, respaldé la línea abierta con bastante éxito por Cristina Narbona [ex ministra socialista de Medio Ambiente]. Y le manifesté al presidente mi apoyo explícito ante las elecciones. Sucedió todo lo contrario: cayó Narbona y el ministerio fue desmantelado.

-La exposición se titula Vivir el mar, pero todo apunta a que estemos viéndolo morir

-Sí. Philip Plisson está muy comprometido con la salud del mar. Una de las tres líneas argumentales es la denuncia de su degradación. Después del aire, el mar es la segunda magnitud más extensa y más agredida del planeta. Es un despróposito que, siendo la cuna de la vida y la matriz del clima, el gran riñón del planeta, lo mortifiquemos. Cada segundo, al mar llegan 200 toneladas de contaminación. Que lo convirtamos en una cloaca universal es un gran disparate.

-¿Quién es el gran culpable de las catástrofes marinas?

-El modelo energético, sin duda. Hemos apostado por una esclavitud muy negra, la del petróleo, que mueve al mundo. Pero al petróleo hay que moverlo antes. Y hemos puesto en circulación tal cantidad de petroleros que, por pura probabilidad, tiene que haber un gran accidente cada tres o cuatro años. Y son de una contundencia letal. La más correcta y completa información de las consecuencias de una marea negra es la del Exxon Valdez, en Alaska [1989]. Ahora que se oyen tantas bendiciones a como se cerró el desastre del Prestige, aún hay que comprobar qué está sucediendo.

-El ministerio también se apellida ahora del medio marino

-Sería magnífico que tuviésemos un auténtico Ministerio del Medio Ambiente, del Medio Rural y del Medio Marino. De momento es poco rural, algo marino y nada ambiental. Confío en que cambie y se entienda que el medio ambiente determina el resto de las políticas.

-Los almadraberos se quejan de que hay menos atunes.

-La productividad biológica del mar ha descendido dramáticamente. La capacidad operativa de la flota pesquera mundial es exactamente el doble de la totalidad de los recursos marinos. Es una insensatez. Tenemos pendiente una gigantesca rectificación. Debemos procurar que el mar siga produciendo gratis, porque la acuicultura es energéticamente insostenible, ambientalmente indeseable y dudosamente rentable.

-En Trafalgar hay un conflicto entre pescadores tradicionales y parques eólicos marinos

-Las energías renovables son fundamentales y los molinos eólicos, también. Tenemos 18.000 funcionando y ojalá tuviéramos 180.00: garantizaríamos el suministro eléctrico del país. En cambio, no hay un estudio serio de planificación territorial y de impacto ambiental de las energías renovables. Y eso es un gran disparate. Resulta aberrante que un molino tenga un efectos negativos sobre el paisaje, la salud de las personas o la regeneración marina. No hay que poner molinos en la costa de Trafalgar, que es de las pocas que quedan con escasísimo impacto urbanístico, sino delante de Marbella y de Torremolinos, a cien metros de la línea de playa. Y a lo largo de las autovías. Y de la vía del AVE. No en las cumbres de las montañas. Y los huertos solares, en los tejados de los edificios, no en mitad de los campos. Algún día le cabrá eso en la cabeza a alguien.

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