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Crisis humanitaria en la provincia

Abandonados a su suerte

  • Doce inmigrantes trasladados de Tarifa a La Isla llegan a pie a Cádiz tras ser puestos en libertad sin ningún tipo de ayuda ni asesoramiento

La saturación existente en los centros de acogida ante el aumento del número de pateras que alcanzan la costa gaditana se ha traducido, una vez más, en la liberación de extranjeros sin ningún tipo de apoyo de las ONG. Grupos de inmigrantes que salen de las comisarías sin asesoramiento ni ayuda de ningún tipo y tratan de buscar ayuda por sus propios medios.

A pie. Así fue como llegó el pasado jueves a la capital gaditana un grupo de doce inmigrantes, entre los que se encuentra un menor, procedentes de la comisaría de San Fernando. Un camino que les ha llevado hasta Cardijn, donde han sido acogidos por solidaridad y ética ya que, al igual que otras, esta asociación también se encuentra colapsada.

Allí, los responsables y las propias personas que se encuentran acogidas no dudaron ni un segundo en hacerles hueco en las instalaciones para repartir con ellos sus camas y alimentos.Estos inmigrantes pertenecen al grupo de 70 personas que el pasado 30 de mayo fueron rescatadas en el Estrecho, trasladadas al puerto de Tarifa y repartidas por distintas comisarías, una de ellas, la de San Fernando.

En La Isla, tras ser reseñados y ante su propia estupefacción, fueron puestos en libertad. De esta manera, sin dinero y con un total desconocimiento del idioma, emprendieron el camino hacia Cádiz. Ayer aún se reflejaba el miedo y el nerviosismo en sus rostros. Hablaban tímidamente entre ellos en las pistas deportivas de Cardijn. Son jóvenes de entre 17 y 30 años y proceden de Guinea Conakri, Mali, Comoras, Costa de Marfil y Burkina Faso. Aseguran que “han sacrificado mucho” para llegar hasta aquí. Uno de ellos cuenta que, antes de embarcarse, estuvo seis meses trabajando en Marruecos “en unas condiciones lamentables” para poder pagarse el pasaje. De esos seis meses, tres vivió en un bosque sin agua potable ni comida. Era un asentamiento que “la policía desmantelaba cada dos por tres”. Refieren que la travesía en patera fue una experiencia muy dura. “Viajamos unas 70 personas y entre ellas había mujeres y niños muy pequeños, el tiempo no era especialmente favorable, estábamos fatigados y sentíamos el cuerpo destrozado”.

Después de ser interceptados por Salvamento Marítimo, el grupo fue trasladado al puerto de Tarifa. Allí –aseveran– estuvieron esperando durante muchas horas expuestos al sol. Luego fueron repartidos por distintas dependencias policiales. Ellos recalaron en la de San Fernando, donde les tomaron las huellas. “Cuando me vi con las esposas puestas como si fuera un delincuente, me sentí fatal”, confiesa uno de los jóvenes inmigrantes.

Un día después, tan sólo un día después de su llegada (y no tres, como otros grupos de extranjeros que han estado retenidos 72 horas) los doce chavales fueron puestos en libertad. “Nos dijeron que nos podíamos ir. Nosotros contestamos que no sabíamos dónde y se limitaron a señalarnos la parada de autobús”. Y esto sin un duro en el bolsillo y sin ningún conocimiento de español.

Absolutamente abandonados a su suerte. Totalmente perdidos y sin destino. No tenían nada, “sólo la calle para correr”, dice con indignación Carlos Carvajal, responsable de Cardijn, el centro de acogida de la capital gaditana al que llegaron estos doce inmigrantes andando desde La Isla. Una paliza, sin duda. Pero nada comparado con lo que ya llevaban a sus espaldas. Fueron los últimos kilómetros que tuvieron que recorrer para alcanzar, en cierta medida, la paz.

“Queremos mostrar nuestro agradecimiento infinito a Cardijn, nos han abierto las puertas a pesar de tener el cupo cubierto en sus instalaciones. Aquí nos sentimos como en casa”, afirman los recién llegados. Eso sí, esperan que alguna ONG les preste “una atención digna” y así abrirse camino. “Queremos trabajar. Buscarnos la vida”.

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