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En las mejores manos

  • La Residencia de Mayores de San Roque, que gestiona Clece, esquiva el coronavirus gracias a una gestión basada en la anticipación, la prevención y la sectorización.

Parte del equipo de la Residencia de Mayores de San Roque, durante el confinamiento

Parte del equipo de la Residencia de Mayores de San Roque, durante el confinamiento

Proteger. Cuidar. Imaginar. Gestionar. Cuatro palabras que bien podrían resumir decenas de líneas de texto explicando lo que han sido capaz de hacer en la Residencia para Mayores de San Roque un nutrido grupo de trabajadores entregados a un objetivo común: demostrar que sus ‘abuelitos’ están en las mejores manos. Y vaya si lo han conseguido. A día de hoy, superados los 3 meses desde que decidieran cerrar sus instalaciones a cal y canto y diseñar un impresionante plan de protección para evitar que el coronavirus entrara en el antiguo hospital militar de la localidad, ninguno de los usuarios del centro ha resultado infectado. Nadie en la residencia, de titularidad municipal y gestionada por la empresa Clece, ha sido contagiado de un virus que ha sido capaz de paralizar España y prácticamente todo el Mundo y que se ha cebado especialmente en las residencias.

El 5 de marzo la mayor parte de los ciudadanos españoles eran ajenos a los test PCR, a ‘la curva’, a las mascarillas higiénicas y las FPP2. Nadie imaginaba que en pocos días toda España se encerraría en casa en una situación extraña, casi irreal, que a buen seguro marcará a toda una generación. Pero, en una decisión difícil, meditada y consensuada con usuarios, familiares, trabajadores y Ayuntamiento, la dirección de la residencia hizo lo que aún ningún centro había hecho todavía: quedarse ‘en casa’. Nueve días antes del decreto de Estado de Alarma los usuarios ya no podían salir a sus paseos diarios ni las familias podían realizar sus habituales visitas. Pero la gestión de la crisis sanitaria en San Roque no se limitó al encierro, sino que ha ido mucho más allá.

Sectorización

Primero, la sectorización. Con la colaboración del Ayuntamiento de San Roque, que aportó recursos humanos y materiales, la residencia gestionada por Clece se multiplicó por dos. Aprovechando las dos plantas con que cuentan las instalaciones, el centro dividió en dos grupos a los usuarios y montó toda la infraestructura para disponer de una residencia con todos los servicios en cada una de las plantas. Salas de estar, comedores, pasillos, áreas de descanso y paseo, habitaciones... Cada una de las plantas del antiguo hospital militar de San Roque se ha convertido en una residencia totalmente independiente en la que ni usuarios, ni cuidadores ni el resto de trabajadores se mezclan, consiguiendo de esta forma reducir los contactos y mejorar la atención ante una situación que lo iba a requerir tarde o temprano.

Patricia Pérez Téllez, directora de la Residencia de Mayores de San Roque. Patricia Pérez Téllez, directora de la Residencia de Mayores de San Roque.

Patricia Pérez Téllez, directora de la Residencia de Mayores de San Roque.

“Tuvimos que darle la vuelta a todo”, recuerda Patricia Pérez Téllez, la directora de la Residencia de Mayores de San Roque: “Ha sido duro, con muchísimo trabajo, pero sin duda ha valido la pena el esfuerzo”. Y es que de la noche a la mañana la residencia gestionada por Clece ha tenido casi que duplicar el número de trabajadores, pasando de 40 a 70, y rehacer prácticamente todos los protocolos con los que trabajaban. “Son muchos detalles, muchas cosas que hemos tenido que tener en cuenta con el objetivo de que se den los mínimos contactos”. Por ejemplo, cuando un usuario va al hospital lo hace acompañado por una persona contratada al efecto que nunca entra en contacto con el resto de la residencia, lo mismo que ocurre con la trabajadora encargada de acompañarlos en los paseos (pueden salir desde la pasada semana) o con los proveedores, que deben seguir un estricto protocolo de limpieza y desinfección antes de acceder a las instalaciones para dejar el material de que se trate, que también se higieniza. “Todo el trabajo ha estado y está orientado a la protección”, apunta Pérez, “nuestro objetivo es prevenir, y con esa idea estamos tomando todas las decisiones, que son complejas y costosas pero con las que estamos muy satisfechos”.

Limpieza hospitalaria

En la residencia están aprendiendo ahora los protocolos de limpieza hospitalaria, que pondrán en marcha previsiblemente en una semana y que Clece va a aplicar en los centros de mayores que gestiona: “La empresa nos está formando en estos protocolos, que permitirán una limpieza mucho más concienzuda de la que ya se hace habitualmente”, dice la directora del centro. La experiencia de Clece en este ámbito (la empresa gestiona también diversos servicios de limpieza en el ámbito sanitario) va a permitir que la residencia de San Roque cuente con “una forma de limpiar diferente, con utensilios especiales y el uso de maquinaria como los ozonizadores o el Xenex, un robot que desinfecta a través de luz ultravioleta”, que formará parte “de nuestra vida diaria a partir de ahora” y que resulta “mucho más eficaz para combatir la aparición de virus o bacterias de cualquier tipo en toda la residencia”. También hay protocolos específicos para las salidas y las visitas, que ya pueden hacerse. Para los familiares, se han acondicionado dos salas, una en el interior y otra en el patio, dotadas de mamparas, alfombras desinfectantes y geles para la higiene de manos. La mascarilla es, por supuesto, de uso obligado, también los guantes para los usuarios que salen de paseo y que lo hacen siempre acompañados y con material de protección extra por si quieren descansar en uno de los bancos de la calle.

La situación extraña debida a los elementos de protección ante contagios no ha empañado la alegría de residentes y familiares, que después de tres meses han podido salir y verse más allá de las pantallas de las cuatro tablets que han servido de puente de conexión entre ellos y que, asegura Téllez, “ha sido de lo mejor que ha pasado en este encierro” porque “llegaron después de dos semanas confinados y tanto los familiares como los abuelos estaban muy necesitados de ese contacto, de verse aunque fuera por videollamadas”.

Los residentes ya han comenzado a salir de paseo, siempre acompañados. Los residentes ya han comenzado a salir de paseo, siempre acompañados.

Los residentes ya han comenzado a salir de paseo, siempre acompañados.

No ha sido fácil el encierro, como confiesa la directora la de la residencia, pero sí que ha resultado “muy gratificante” no sólo por sus buenos resultados, sino porque “nos hemos sentido acompañados y apoyados en todo momento”. El Ayuntamiento, la Guardia Civil, los servicios sanitarios, los proveedores… “Todo el pueblo de San Roque se ha volcado con nosotros: nos han dado televisores, tablets, han ayudado económicamente o dotándonos de personal. Siempre han estado con nosotros, pendientes, preguntando qué necesitábamos… No podemos quejarnos en ningún momento de la ayuda que hemos tenido, ha sido casi mágico cómo se han portado el pueblo y las instituciones. Es algo excepcional cómo nos tratan y nos cuidan”.

La coordinación con el centro de salud de San Roque también ha sido “excepcional”, como comenta Elena Badás Maestre, enfermera del centro: “Hemos estado en permanente contacto, comunicándonos cualquier información al momento. La atención no ha podido ser mejor”. Aunque la situación ha sido “complicada por todo lo que veíamos en las noticias”, Elena sabe que “en todo momento hemos estado trabajando al 100 por 100, tomando todas las medidas posibles y preparándonos con formación especializada para que el virus no entrara, ha sido nuestra prioridad”, asegura, y para ello “no ha faltado de nada, incluso cosas que parecía imposibles de conseguir, como un monitor de saturación, las hemos tenido”.

Eli Sánchez, del servicio de limpieza, coincide con la enfermera y destaca, sobre todo, la previsión de la directora y de la empresa: “Nadie se planteaba todavía que podría pasar lo que ha pasado y ya habían decidido cerrar la residencia y adquirir  todos los equipos y elementos de seguridad. No nos ha faltado nada en ningún momento: ni mascarillas, ni guantes o gel hidroalcohólico gracias a esta anticipación”. Ahora toca continuar con un trabajo “concienzudo y permanente” de limpieza y desinfección de las instalaciones, asegura: “Hemos recibido formación especializada y aprendido muchísimo sobre cómo limpiar” de una manera “diferente pero con la seguridad de que es mucho mejor”.

Con las familias son también todo buenas palabras por parte del centro. Se encontraron “de la noche a la mañana” sin poder ver a sus familiares pero “su actitud siempre ha sido de agradecimiento hacia nosotros”. La residencia ha prestado también apoyo psicológico a aquellos familiares que lo necesitaran, y la comunicación ha sido permanente con todos, como explica Elena Badás: “Estábamos viendo tantas cosas que queríamos que tuvieran una información continua en todo momento, para que se sintieran tranquilos, que supieran que cualquier cosa que pasara la iban a saber”.

La próxima semana se dará otro paso hacia la normalidad (la nueva normalidad) con la apertura del Centro de Día, que comparte edificio -pero esta vez no las instalaciones- con la Residencia de Mayores de San Roque. La dirección ha sectorizado también esta actividad, habilitando dos salas, un patio y un baño independientes, de forma que los residentes no entren en contacto con el resto.

También se ha abierto la inscripción de nuevos usuarios (actualmente son 45) que después de todo esto contarán con la certeza de que allí, en la residencia, estarán bien cuidados por “un equipo de diez”, como dice la propia jefa: “ha sido para darle un premio a todos. Todos se han portado de diez: no ha habido bajas, no ha habido quejas, han echado horas y horas sin lamentarse, dándolo todo… Solo puedo decir cosas buenas. Gracias a ellos todo ha ido sobre ruedas”.