X edición Programa de acogida y saneamiento temporal

La magna de la solidaridad

  • La hermandad de la Vera-Cruz y otras sevillanas ofrecieron un día de playa a casi medio centenar de niños bielorrusos

Iliya, Anna y Nastassia se bañaron ayer por primera vez en el mar, concretamente en la playa de la Caleta, donde la Vera-Cruz celebró por décimo año consecutivo una jornada de convivencia de los niños bielorrusos del programa de acogida y saneamiento temporal de la hermandad con sus compatriotas acogidos por cofradías sevillanas. Toda una magna de la solidaridad.

Los tres bielorrusos, de siete años de edad, proceden de Schorsy, Asarevichi y Kononorschina, respectivamente, tres pueblos pequeños, y es la primera vez que participan en el programa que hace once años pusiera en marcha la hermandad sevillana de El Cachorro, iniciativa a la que al año siguiente se unieron otras de la capital hispalense y la más antigua de las gaditanas, a la que posteriormente se sumaron la asociación Aguaores Blancos y la comunidad parroquial de San Lorenzo, también de Cádiz.

Pese al fresco viento de poniente, a los tres les encantó el primer baño en el mar y ni siquiera sintieron frío al salir del agua, lo que resultaba no demasiado agradable para los nativos, mientras que ellos están acostumbrados a que el clima en su país alcance en el mes de julio una máxima de 15 grados durante y el día y una mínima de 4 durante la noche.

Los bielorrusos sevillanos, unos 400, acogidos por las hermandades de El Cachorro, Montserrat, La Cena, Amargura, El Baratillo, La Mortaja, La Estrella, La Paz, Santa Genoveva y El Cerro, así como Amargura, de Carmona, y Consuelo, de Cantillana, llegaron a la Caleta a bordo de 12 autobuses sobre las doce del mediodía, coincidiendo con la bajamar.

Bajo uno de los soportales del balneario, el más próximo al colegio Santa Teresa, la cofradía de la Vera-Cruz había situado el centro de avituallamiento con bebidas y unos 400 kilogramos de frutas, desde picotas, una de las que más les gustan, a sandías, melones, peras y plátanos, entre otras, de las que entre baños y baño, dieron buena cuenta junto con los 27 bielorrusos acogidos en Cádiz, atendidos todos por un equipo bajo la responsabilidad de Juan Manuel Graván.

Entre los representantes de las hermandades se encontraban Luis Navas, diputado de caridad de la hermandad de El Cachorro, y Francisco Jiménez Aguilar, que fuera hermano mayor de la Vera-Cruz, cuando la cofradía gaditana se sumó al programa de acogida y se lo quiso agradecer a la sevillana con una convivencia de ambos grupos en la Caleta, que actualmente ya forma parte del programa oficial.

Ambos coincidieron en destacar que el programa ha fortalecido la vida de cada hermandad y también la relación entre ellas, con reuniones anuales, lo que ha propiciado una relación de afecto y de colaboración.

Por el contrario en Cádiz en su momento se convocó a las hermandades a sumarse también a la iniciativa solidaria, incluyendo la convocatoria de una reunión para abordar el asunto, que contó con escasa participación.

Ambos coinciden en que no se trata de traer a los niños de vacaciones, sino de darles vidas, ya que los experto consideran que por cada mes que uno de ellos pasa fuera de la zona contaminada se le alarga un año y medio la vida gracias al sol y a la buena alimentación, ya que a causa de la radiación tienen el riesgo de padecer un cáncer u otra enfermedad grave.

Solo la hermandad de la Salud, de Rota, es la otra de la provincia involucrada en la recepción de niños bielorrusos , y todas ellas pertenecen a la Confederación de Hermandades Santos Cirilo y Metodio, que fueron nombrados Patronos de Europa por el Papa Juan Pablo II, y cuya fiesta nacional se celebra hoy en la República Checa y Eslovaquia.

En Andalucía el programa lo llevan a cabo las hermandades sevillanas así como las dos de la provincia de Cádiz y otras de la de Huelva.

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