Cádiz

Un macropuente para visitas

  • El primer templo diocesano ha sido uno de los edificios singulares de la capital gaditana al que han acudido más personas coincidiendo con la fiestas de la Constitución y de la Inmaculada Concepción

La Catedral gaditana, el primer templo de la diócesis, es quizá el edificio singular de la ciudad que atrae mayor número de visitantes, a los que sorprende ya su fachada cuando desembocan de la calle Pelota a la plaza que lleva su nombre.

Coincidiendo con el macropuente provocado por la fiesta de la Constitución y la de la Inmaculada, han sido muchas las personas que a través de la puerta situada junto a la torre de Poniente han accedido estos pasados días al interior de la Catedral, que se empezó a construir en 1738 de acuerdo con el proyecto del arquitecto Acero y se termino cien años más tarde.

Ya en la entrada, un cartel informa de los horarios de misa (los domingos y festivos a las 12 horas) y de las vísperas (los jueves a las 18:30), así como del horario de visitas (de lunes a sábado de 10 a 19 horas y los domingos de 13 a 19). No faltan los precios para la visita, 5 euros que se reducen a 3 para grupos, mayores de 65 años y estudiante.

También se anuncia de la venta de un CD, grabado por la capilla de música de la Catedral, con temas de música de capilla del siglo XVIII.

Ya dentro, en una pequeña recepción, atendida en el momento de la visita por Chico Marrero, de servicio esa mañana con Miguel Ángel Gutiérrez, el visitante recibe un díptico que recoge una breve historia del templo, así como el exterior y el interior del mismo, detallando cada una de sus 16 capillas, además del presbiterio, el coro y la cripta.

La visita se inicia por la nave de la derecha del altar mayor, donde un cartel anuncia que la zona está vigilada por vídeo cámara y donde se dispone también de un sistema de audio que permite oír la historia del templo previo abono de un euro, lo mismo que cuesta que se encienda la custodia de plata, labrada en 1664 por el orfebre Alfonso Suárez, cuyo cogollo corresponde al orfebre de origen flamenco Enrique de Arfe, el zócalo a Bernardo Cientolín y el carro a Francisco Arenas.

Luego destaca la capilla del Santísimo y a izquierda y derecha de la misma las dedicadas a los santos Servando y Germán, cuyas imágenes, realizadas por La Roldana, las protegen sendos cristales.

Para diferenciarlos, Germán porta una palma en su mano izquierda y Servando una lanza en la derecha, y ambos una cruz en la contraria.

Imágenes o lienzos presiden cada una de las capillas, como es el caso de la de San Pedro, talla de tamaño natural obra del genovés Esteban Frucos, autor también de la imagen de San Pablo, que dispone igualmente de capilla propia, o la de San Sebastián, en la que un cuadro del genovés Andrea Ansadi representa sus martirio, e incluye también un Ecce-Homo de Luisa Roldán.

Una curiosidad. La de la Asunción, con retablo de mármol italiano, fue la primera que se abrió al culto antes de ser terminadas las obras y en marzo de 1755 se celebró en ella la primera misa.

No falta la dedicada al beato fray Diego José de Cádiz, con su imagen a tamaño natural, obra de Diego García Alonso.

También cuenta con otra San Juan Bautista de La Salle, obra de Víctor de los Ríos, así como el Corazón de Jesús, presidida por una escultura del titular en bronce, obra de Mariano Benlliure, que fue realizada para un monumento público. A ambos lados están situadas las imágenes de San Francisco Javier y San Ignacio de Loyola.

En el presbiterio resalta el altar mayor, con forma de templete sustentado por columnas pareadas de estilo corintio, realizado en mármol de Carrara gris, jaspes rojos y capiteles en bronce, construidos por Juan de la Vega, y proyectado por Manuel Machuca. Sobre el sagrario, una imagen de la Inmaculada atribuida a Francisco Villegas.

Del coro destaca la sillería, realizada en madera de cedro y caoba por Agustín de Perea y sus hijos en 1702.

En la cripta, aparte del eco, sorprende la bóveda vaída de la rotonda central, obra maestra de Vicente Acero.

En ella se encuentran los obispos que han muerto en Cádiz desde que se consagró el templo, y junto al músico Manuel de Falla y el poeta José María Pemán, miembros del cabildo, entre ellos los más recientes, el maestrescuela Francisco Vallejo Acosta y el maestro de capilla Antonio Aranda, que comparten la misma fila con monseñor Carlos Cuarteroni, un personaje de leyenda, y el canónigo Pedro Bravo Soberado.

A la salida Chico Marrero comenta la cantidad de visitantes que ha tenido la Catedral durante el macropuente, comparable con los días que llegan a Cádiz cruceros con turistas, y cita a San Antonio y a San Pascual Bailón, ambas imágenes en la capilla de San Sebastián, como las que reúnen más devotos, el primero porque ayuda a encontrar novio y el segundo porque multiplicó el pan.

La Catedral gaditana está considerada como el último eslabón que une a las españolas con las iglesias que se construyeron al otro lado del Atlántico y fue precisamente el traslado de la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz en 1717, con el consiguiente desarrollo de la ciudad, la que impulsó al Cabildo a construirla, ya que la que ordenó levantar en 1263 Alfonso X El Sabio sobre una mezquita musulmana, la Catedral Vieja, fue incendiada en 1596 y se encontraba en muy mal estado.

Ahora el primer templo diocesano espera que el Plan Director, elaborado por el arquitecto Juan José Jiménez Mata, que incluye la rehabilitación y el acondicionamiento de la cripta, así como la apertura del espacio entrebovedado que recorre la parte de la girola, toda la trasera del altar mayor, sirvan para potenciarla.

Mientras sigue siendo la sede episcopal del obispo diocesano, además de un museo por el paso de los siglos y el amor de los fieles, y casa de oración para todos, creyentes o no creyentes, que acuden a ella.

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