Entrevista con el alcalde de Cádiz, José María González 'Kichi'

"Seguiré al frente del proyecto si no se encuentra el relevo"

  • Aunque a priori desliza que la idea no le seduce, Kichi no descarta seguir: "Me gustaría no incumplir mi compromiso"

Kichi se volvería a presentar a las elecciones. / Julio González

—Usted trajo unos planteamientos distintos, rompiendo moldes. Pero muchas promesas siguen en el aire. ¿Hasta qué punto se siente frustrado y de qué hechos se siente más orgulloso?

—Frustrado, por no terminar de frenar la sangría de los jóvenes que se van de la ciudad; por no poder solucionar el tema del empleo; cada vez que un vecino nos pide ayuda para el alquiler; frustrado, porque llegamos tarde a cosas que debimos empezar hace una década. Orgulloso de haber frenado la deriva en la que parecía instalada la ciudad; de sentar las bases de un pacto por el clima que nos permitirá combatir los efectos del cambio que ya están aquí; orgulloso de mejorar la reputación del Ayuntamiento. Antes nadie confiaba en nosotros porque eramos unos morosos. Orgulloso de haber parado más de 500 desahucios; de que la gente vea que es necesaria otra forma de moverse... Cogíamos el coche hasta para ir a por el pan.

—Ha dicho que si el partido se lo pide, está dispuesto a presentarse de nuevo. Hace un año parecía agotado, se daba por hecho su retirada, que cumpliría su palabra y que no estaría más de ocho años. ¿Qué cambió?

—Nada, seguimos con la misma fuerza, no hay lugar para el cansancio. Cuando uno es alcalde ha de estar fuerte, enamorado e ilusionado. Mi compromiso es el que es y me gustaría no incumplirlo. Lo que dije es que nuestra responsabilidad es generar un relevo que permita dar un paso atrás o al lado en la primera línea de la política. Si se encuentra, por supuesto que daré ese paso, porque lo mío con la política es un acto de amor, una vocación pública y no una medida para ganar dinero y utilizar una futura puerta giratoria. Pero, evidentemente, después de ocho años construyendo un modelo, un proyecto político, si se diese el caso de que no hubiese un relevo, me vería obligado por esa misma responsabilidad a seguir al frente del proyecto. Ya me gustaría a mí que la persona ésa que me fuese a suceder estuviese por aquí ya, pululando, me encantaría...

—A algunas personas les defraudaría en caso de volver a presentarse, por aquello de la palabra dada, justo cuando su socio Martín Vila dice que él sí se va cuando cumpla los 8 años.

—Prefiero defraudar por esto que por quedarme con dinero, pero no tengo ningún interés en vivir de la política, y sí mucho en que Cádiz siga abrazado a al rumbo que marcamos en 2015. Y si el sacrificio tiene que obligarme a seguir, será eso, sacrificio y responsabilidad, pero en ningún caso será poltrona.

—El poder aísla, es sacrificado, corrompe, ¿qué es el poder?

—El poder corrompe, claro que sí, por eso una de las vacunas fue la limitación de mandatos, no estar más tiempo del que uno ha de estar. Tiene dos cosas el poder, te da poder propiamente dicho y te da dinero. Cuando renuncias al poder que tienes y no aprovechas el dinero, lo que te queda es el sacrificio. Por eso lo único que lo sustenta es el amor a tu ciudad y tu gente. Lo que te queda es muy poco grato, todo, más que ver que las cosas salen bien, que el objetivo se va cumpliendo. Y eso es muy satisfactorio.

—Nadie le pidió que renunciara a las prebendas que acompañan al poder y al cargo que ostenta.

—Lo hacemos porque no nos queremos parecer a los políticos tradicionales que viven del cuento y que se jubilan de alcalde y se van de diputados, luego de asesores y luego a un despacho privado.

José María González 'Kichi', durante la entrevista para 'Diario de Cádiz' José María González 'Kichi', durante la entrevista para 'Diario de Cádiz'

José María González 'Kichi', durante la entrevista para 'Diario de Cádiz' / Julio González

—Hoy la política parece depender más de las personas que de los principios. ¿No debería ser al revés y primar la esencia? ¿Puede la política seria estar dirigida siempre por la misma persona?

—En mi formación priman los principios mucho más que las personas. Pero sí que hay un avance hacia el cesarismo en la política. Los personalismos están muy de moda, los Casado, Abascal, Ayuso... Pero el que gobierna sin principios sólo persigue su interés.

—Sus políticas poco tienen que ver con la de su antecesora, y no sé si esto es motivo para andar siempre a la gresca. ¿Le parece lógica la corriente de antipatía que se respira entre ambos?

—Creo que a Teófila le soy sumamanete antipático. Me preocupa en tanto que es la representante de la Autoridad Portuaria, que proyecta la integración del puerto con la ciudad. Pero entra en los personalismos que hablábamos. La personalidad política de Teófila se construye durante 20 años y cuando llega un advenedizo, que es como ellos me verán, a ostentar el [bastón de mando de] Fermín de Salvochea, que ella pensaba que igual lo tendría de por vida, pues se genera esa antipatía.

—Han sido incapaces de acordar nada en años salvo, curiosamente, el contrato de la basura.

—No vienen a nada, y es imposible entendernos porque de propuestas andan muy flojitos. Es muy difícil acordar con ellos porque basan su oposición en el boicot y en la crítica vacía, el tono faltón y el insulto. En la Diputación, aunque también utilizan ese tono pendenciero y altanero, sí hay propuestas suyas que allí apoyamos y viceversa. El problema del grupo municipal popular y del resto es que están instalados en la crítica y el insulto.

—Desde la oposición le tachan de incapaz y flojo, de oportunista y populista. Le ponen una docena de pleitos. Sin embargo, el trato en corto es más bien cordial entre ustedes. ¿Por qué hay que dar esa imagen tan tensionada?

—Nosotros podremos estar de acuerdo o no, pero si yo te digo lo que pienso y tú me faltas el respeto y mientes y tu respuesta consiste en ridicularizarme, así es difícil. Luego, en el PP, termina el pleno y puedes tomarte una cerveza, pero en el pleno hay un mecanismo depredador que se acciona y van a la sangre, no a la solución de forma conjunta de los problemas.

—Políticamente hablando, ¿ya se puede usted morir tranquilo o le queda mucho por hacer?

— (Risas) No creo que la política se ciña a la posición que ocupe en una determinada lista. Yo haré política toda la vida. Como en las batallas, uno ocupa en la trinchera los puestos que se le asignan en cada momento. Mi vida política no termina con la vida institucional, seguiré siendo un activista, que es lo que he sido siempre.

—¿A qué le tiene miedo Kichi?

—Le tengo miedo a que no seamos capaces de entender lo que está ocurriendo con el planeta, de darnos cuenta de que no existe un planeta 'b'. Y me da miedo de que la ultra derecha se puede cargar lo que tanto ha costado construir, la diversidad y la pluralidad política, y que la gente pueda amar, ver y sentir como quiera. Me da miedo que mis niños crezcan en un país gobernado por estos individuos.

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