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"La justicia social es una forma de vida. Soy ya muy viejo para cambiar"

  • Entrevista. Rafael Lara es el fundador y portavoz de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía en Cádiz. Desde muy joven siempre tuvo un alma reivindicativa y social.

RAFAEL Lara fue fundador de la Asociación Pro Derechos Humanos en Cádiz en 1990 y ahí sigue al pie del cañón sirviendo de voz para muchos desfavorecidos. La entrevista se realiza en el Café Fénix y el diálogo se produce echando una mirada al pasado, con mucha reivindicación pero también con dosis de autocrítica.

-¿De dónde le viene a Rafael Lara su alma contestataria?

-Desde muy joven. Yo empecé militando en los movimientos católicos como la JOC en la época del franquismo y los lugares de reunión eran las iglesias. Luego ya en la Universidad acercándonos a lo que hacíamos los que teníamos esas inquietudes, que era militar en un partido comunista y cuanto más contestatario mejor. Así entré en Movimiento Comunista, uno de los muchos partidos extraparlamentarios e inmediatamente después lo hice a través del mundo sindical. Muchos de los que estaban en esos pequeños partidos son el alma de muchas ONG.

-¿Y los derechos humanos?

-Fue a través de este sentimiento de acercamiento a los temas de justicia social. Yo he vivido en lugares con muchos problemas. Por ejemplo, en Melilla vivía en un lugar con mucha población marginal. Era fácil que ver todas las dificultades que tenían. Además, tenía un amigo de La Salle que tenía al alcance todas las posibilidades. Estaba claro que algo no funcionaba. Entré en los movimientos cristianos con esa idea de Jesús de la justicia, de los pobres, aunque posteriormente ideológicamente uno va cambiando.

-Se da la paradoja de que en el final del franquismo usted estaba en reuniones clandestinas cuando su padre era Guardia Civil. ¿Era también la atracción por lo prohibido?

-Está claro que tenía que tener su encanto. Claro que teníamos citas clandestinas, incluso la gente que era cristiana. Ya con los grupos más políticos tomé contacto en la universidad. Nos encontrábamos a veces fuera de las iglesias porque algunas estaban vigiladas por la Guardia Civil. Curiosamente, los papeles clandestinos me los daban a mí para que los guardara porque vivía en una casa cuartel de la Guardia Civil y, por lo tanto, allí no los iban a descubrir. La verdad es que si me hubieran descubierto, hubiera metido a mi padre en un fregado muy grande.

-¿En casa había un ambiente proclive a todo eso?

-En mi casa había una especie de ambiente oculto. La familia de mi madre fue represaliada por la guerra. Por ejemplo, un tío lo sacaron de su casa, le dieron el paseíllo y nunca más se supo de él, otros se exiliaron a Francia y mi abuelo estuvo en la cárcel. Mi padre entró en la Guardia Civil antes de casarse con mi madre pero imagino que tenía que ser un poco duro. Pero al contrario de lo que pueda creer, no había una visión negativa hacia una visión progresista. Mi padre, de hecho, era una persona progresista, pero tampoco vamos a decir que en casa había ambiente de resistencia.

-¿Tenía la sensación de que estaba viviendo un momento único?

-Cuando cumplí 20 años los que estábamos metidos en aquello nos dijimos que empezaba nuestra década porque atisbábamos que se iban a producir muchos cambios. Teníamos sobre todo muchas ganas de aportar nuestro granito de arena a aquellos cambios, pese a los riesgos que podía traernos.

-¿Y después de esa etapa tan activa quedó satisfecho con el resultado de lo que se llamó Transición?

-Con el paso de los años todos evolucionamos. En aquel entonces sí le digo que yo estaba entre los que queríamos más ruptura. De hecho yo hice campaña contra la Constitución cuando se hizo el referéndum bajo el lema "Ningún voto de la izquierda para una Constitución de derechas". Ya entonces veíamos los límites y queríamos mucho más. Sin embargo, ahora mirándolo con perspectivas tengo muy claro que tenemos que defender la Constitución. De hecho los artículos que protegen más a la gente son los que hoy se ponen en cuestión. Entonces sí tengo que decir que sufrí una gran decepción. Después también formé parte activa del movimiento pacifista y estuve en la primera marcha contra la OTAN a Rota un 13 de diciembre de 1981, que coincidió con un golpe de Estado en Polonia.

-¿Nunca le ha tirado la política pura y dura?

-Bueno , Movimiento Comunista me presentó como candidato a la Alcaldía de Cádiz en el año 1979, pero aquello fue un experimento infantil. Realmente nunca he tenido intención de entrar en la política con mayúsculas aunque algunas veces sí me lo han dicho y ofrecido. La única excepción es que acepté ir el último e la lista en la candidatura de Izquierda Unida al Parlamento de Andalucía.

-¿Y cómo nace Derechos Humanos?

-Por un lado tenía militancia sindical con Comisiones Obreras en Telefónica y la verdad es que siempre he estado en el sector crítico del sindicato. Simultáneamente me puse a trabajar en el movimiento pacifista y así tuve otra visión del tema social. En el año 1990 vino Diamantino García con el objetivo de crear una asociación que defienda los derechos de los más favorecidos, y así es como fundamos la APDH de Cádiz.

--Ha estado en la clandestinidad, en el sector crítico de Comisiones Obreras, ha hecho campaña contra la constitución y contra la OTAN. ¿No tiene la sensación de ir siempre contracorriente?

-Honestamente, sí, pero no es por elección. Me gustaría ser mayoría y ser feliz. Pero estamos hablando de conciencias y compromiso y hay que estar donde hay que estar. Al final tienes la sensación de que eres el antitodo. Los últimos años he tenido que relacionarme mucho con los políticos y cuando hemos ido a hablar con determinado partido para que se solucionara un tema, y cuando no lo han hecho lo hemos dicho, desgraciadamente los partidos están muy acostumbrado al clientelismo. El PSOE y el PP no son capaces de ponerse de acuerdo en nada y ese es uno de los grandes atrasos de la provincia.

-¿Hay alguien que haya tenido como referente en el tema de los derechos humanos y la justicia social?

-Me influyó mucho Diamantino García por su vida. Era lo que se dice un cura contestatario. Una persona muy comprometida con los más desfavorecidos y con una gran capacidad para escuchar y de convertir esa escucha en acción. Tenía una capacidad de liderazgo distinta y era encomiable. En la juventud con los grandes líderes marxistas nos enseñaban orientaciones políticas pero no nos enseñaban vida. Sin embargo, hay que cambiar el mundo y eso lo tenemos que hacer entre todos.

-Le estoy pidiendo que elija entre papá y mamá pero ¿siente debilidad por los presos dentro de todos los colectivos con los que trabaja?

-Sí. La de los presos es una situación tan terrible... El mundo de la gente que está en prisión es de mucha exclusión social. En las cárceles hay corruptos pero cuando vamos a visitarlas no vemos a ninguno. Es un sistema penal y penitenciario que no está pensado en la justicia de todos. Es un submundo al que nadie le echa cuentas y con los recortes la situación se ha agravado aún más.

-España es un país del primer mundo se supone. ¿Estamos más atrasados de lo que nos creemos en materia de derechos humanos?

-Creo que sí aunque también depende de con quien te compares. Si lo hacemos partiendo de los estándares europeos, estamos muy retrasados socialmente y en lo que se refiere a la calidad democrática lo que está pasando aquí con la política es una vergüenza. Si la comparación es con lo que había hace cinco años el retroceso ha sido muy grande porque se están recortando derechos fundamentales.

-¿Cádiz es una ciudad dormida o adormecida?

-En Cádiz hay una ciudad dormida pero también hay otra reivindicativa. Algunos lo hacen con mucha fuerza y otros de una manera testimonial. Es verdad que falta compromiso con la democracia y con la participación democrática. Nos hemos creído que la democracia es sólo votar durante cuatro años y la gente no quiere participar cuando ya ha votado porque lo ha hecho para que otros solucionen sus problemas. Eso al final es una tragedia para un pueblo.

-Pero ahora parece que hay más contestación social. ¿Qué le parecen las reacciones del equipo de Gobierno?

-El ayuntamiento tiene legitimidad democrática para gobernar pero no para hacer lo que le da la gana. Un equipo de Gobierno tiene que escuchar, aceptar las críticas. Ahora lo que se está produciendo es la reacción desesperada de mucha gente. La reacción a eso debe ser de más calidad democrática. En Cádiz estamos viviendo un cambio de ética con reacciones crispadas de gente que se da cuenta de que puede haber un cambio.

-¿Es de los que se cree que en la provincia hay un 40% de paro?

-Esas estadísticas están homologadas a nivel mundial y, por tanto, nadie cuestiona la EPA. ¿Cómo se puede vivir con esa situación? Pues a través de la solidaridad familiar, el chapú y la economía sumergida. Entre todas esas cosas explicarán que la gente no se muera de hambre pero también hay familias que no tienen nada que comer.

-Usted habrá visto toda clase de cosas, muchas de ellas trágicas. ¿Llega a acostumbrarse a ello?

-Nunca perdemos la capacidad de sorprendernos, emocionarnos o angustiarnos. Hace poco estuvimos en Ceuta en la frontera y la situación de los subsaharianos es tremenda y piensas que peor que eso no puede haber nada. Pero después hablamos con las mujeres que son portadoras de mercancías y es aún peor. Siempre encuentras situaciones que superan a la anterior. Los cuerpos inertes en la playa de los inmigrantes que murieron ahogados en Rota fue tremendo por ejemplo. Aquello fue casi el fin de las llegadas masivas en el Estrecho y pasaron a Canarias o a los puestos fronterizos. También cambió el tipo de personas que llegaba.

-Da la impresión de que su misión es casi chocarse contra un muro continuamente. ¿Nunca ha pensado en dejarlo?

-No. He pasado crisis como todo el mundo pero esto es una forma de vida. Soy ya muy viejo para cambiar. Imagino que llegará un momento que irá bajando el compromiso. Tienes sinsabores pero estamos en un colectivo que trabaja muy bien y que me ha enseñado mucho. La gente que hay es muy buena y tenemos una relación fabulosa. Tenemos claro que si queremos cambiar el mundo lo primero que tenemos que hacer nosotros es dar ejemplo y no darnos puñaladas los unos a los otros. Eso es quizás lo que no me ha llevado a la política.

-Usted es un defensor histórico de los derechos humanos pero recuerdo hace unos años que cuando se le preguntaba por el tema de terrorismo de ETA no era muy contundente.

-La gente de la izquierda tenemos que hacer mucha autocrítica en ese tema. El discurso de que es un conflicto político que puede llegar a comprenderse de que se hagan esas cosas, esas masacres, o de que si nos poníamos a criticar a ETA nos poníamos del lado del Estado nos ponía en una falta de comprensión hacia las víctimas del terrorismo. Ese discurso lo compartimos mucha gente, pero nos faltó humanidad y principios morales en este tema. Cuando llegué a Cádiz recuerdo que había una huelga de la pesca y gritaban "ETA, ETA, ETA, más metralletas". Eso es una barbaridad. Todos condenábamos los atentados pero no supimos llegar al fondo. No hay justificación a esos actos y debíamos de haber estado al lado de la gente que lo ha sufrido. Mucha gente de la izquierda no supimos comprenderlo. Estoy haciendo autocrítica.

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