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Enfoque de Domingo | 8 de marzo

La huelga impertinente

  • La convocatoria feminista del próximo 8M se concibe como un cambio de concepto: es heterodoxa, de difícil cuantificación y centrada en la visibilización

Impertinente. Me encanta impertinente. Es uno de los descalificativos que más he frecuentado y de los que más me gusta. Un impertinente es, según la RAE, "todo aquello que molesta de palabra o de obra". Para Nuria Varela, el feminismo es un impertinente: "Se dice feminismo, la palabra mágica -explica en Feminismo para principiantes, que acaba de reeditar ilustrado por Antonia Santolaya- e inmediatamente nuestros interlocutores tuercen el gesto, se ponen a la defensiva o, directamente, comienza la refriega".

Y más si, como apuntan distintos autores, se está viviendo un momento de "fuerte reacción patriarcal" y ninguno de los parámetros parece señalar un dato positivo. Por eso la convocatoria para este 8 de marzo se hace en distintos frentes: laboral -en protesta por la brecha salarial, el mayor nivel de desempleo, los techos de cristal o la también mayor precariedad-; de cuidados -en evidencia de la doble jornada y la atención mayoritaria a niños y mayores-; estudiantil -que señala la falta de equidad en referentes femeninos y la magra educación afectiva-sexual- o de consumo -que incide, por ejemplo, en la "tasa rosa"-. Sin nosotras (ese es el lema) el mundo se para.

Es una convocatoria inusual, heterodoxa y, desde luego, impertinente. Cuenta con el respaldo de Podemos e IU, el apoyo relativo del PSOE (hay opiniones) y con el escepticismo de PP y C´s. Los sindicatos mayoritarios, UGT y CCOO, sólo secundan el parón de dos horas. "Todavía existen inercias patriarcales, al margen de idearios políticos. También ha habido mucha contrapublicidad. Pero entendemos que las cosas no se demuestran en un día, que todo es parte de un proceso", señala Sofía Vega, de la Coordinadora Provincial de Movimientos Feministas, que subraya, además, que la convocatoria de 24 horas es legal "a través de otros sindicatos más minoritarios" y que el llamamiento supone un "cambio de paradigma".

El parón del 8M es, desde luego, heterodoxo, de difícil cuantificación y más centrado en la visibilización que ligado a un resultado inmediato. Gemma García, de la Asociación de Mujeres Empresarias de Cádiz (AMEP) comparte que es una forma de "manifestar que todo tiene que empezar a cambiar". Pero, "aunque sus razones son legítimas y compartidas, no se aportan soluciones a lo que está pasando en materia de desigualdad -señala-. Ojalá que al día siguiente las cosas se solucionaran en cuestión de vivienda, transporte, educación, empleo... Pero el problema de las mujeres es más global, cultural, y el avance pasa por la educación, la necesidad de conciliar, el empleo a tiempo parcial... Toda esa mentalidad es la que hace que exista la brecha salarial. Se han masculinizado muchos empleos y vamos rezagadas en poderlos conseguir, pero las políticas de cuotas no se rellenan a la fuerza. Todos tenemos que tener las mismas oportunidades".

Bien. Parón laboral, estudiantil, de consumo, de cuidados.

"Más allá del derecho a huelga en el sentido más estricto, el llamamiento del 8M resulta muy oportuno este año, cuando han salido a la luz distintos temas de denuncia de situaciones injustas, abusos y explotaciones de muchos tipos -apunta el jurista Octavio Salazar, autor de El hombre que deberíamos ser (Planeta)-. Pero lo que se pretende es generar un movimiento mucho más potente. Lo importante es que ha provocado que algunos temas entren en la sala de estar de muchos, y este es el logro, independientemente de los números que aparezcan".

De la misma opinión es Sofía Vega: "El éxito de esta huelga ya lo tenemos -indica-. Está en la concienciación, en las redes de activismo que estamos creando, en las asociaciones de mujeres que, al calor de toda esta protesta, se han ido formando en casi todas las provincias andaluzas. Como plataforma, tenemos una comisión de seguimiento pero, más allá de eso, la meta es la concienciación de esa idea de que las mujeres movemos el mundo. No les interesamos unidas, porque unidas es como podemos acabar con tantos abusos". En Cádiz, el acto central de las movilizaciones será la manifestación de las siete de la tarde del jueves en la plaza de San Antonio. "Ha habido controversia respecto al papel de los hombres en la huelga, que son convocados a cubrir nuestros puestos de trabajo reproductivos y productivos -prosigue Vega-. El parón también tiene en cuenta a aquellas que no puedan dejar a quienes cuidan y por eso, a partir de las doce de la noche, las invitamos a sacar sus delantales al balcón en apoyo a la iniciativa. La manifestación también tendrá un lugar para las que no están".

La huelga feminista del 8M pega también una mordida al concepto de espacio y voz, que han demostrado ser un campo de batalla (el campo de batalla) constante: "Los hombres nos hemos realizado siempre a través de lo público, ya sea por relaciones de poder o como proveedores; el ámbito privado era tabú, de hecho, si queríamos ser un hombre de verdad -desarrolla Octavio Salazar-. Ahora, todo eso está sometido a una revisión tremenda: el nuevo pacto propone que la mujer vaya accediendo a lo público y el hombre, a lo privado. El mundo antiguo ya no existe y no va a existir jamás: los hombres tenemos que ponernos las pilas porque si no, el mismo sistema será insostenible".

Luego está el contradiscurso, claro. El que dice que vamos bien, que las cosas han cambiado respecto a nuestras abuelas. Que el sistema de cuotas no es necesario -¿no se ve, tras décadas de presencia femenina en el mercado laboral? La paridad por esporas está en el aire-. Que cómo ser feminista, si los hombres no son el enemigo. Que nunca han experimentado el factor de ser hombre como un privilegio. Bien. Las cosas han cambiado, es cierto. Hace tan sólo un par de generaciones, la connivencia del marido era necesaria para sacar dinero del banco, para tener el pasaporte, para administrar los propios bienes e ingresos. Los crímenes de género eran pasionales -aka, comprensibles-. Dos mujeres como María Asunción Mateo como Ana María Matute, ejemplos muy lejos de lo liminar, perdieron la custodia de sus hijos durante sus procesos de separación. Venimos de la tiniebla. Y aun así: en España se produce una violación cada ocho horas; el 74% del empleo parcial es femenino; el perfil de desempleado tipo ha pasado a ser el de mujer de mediana edad con alta formación; el 98% del empleo doméstico es femenino; las víctimas mortales por violencia de género al año no suelen descender a menos de cincuenta; el techo de cristal es una realidad manifiesta incluso en los sectores de mayor presencia femenina, como la sanidad, la educación, la comunicación; la visibilidad respecto a competencia es, de nuevo, mayoritariamente, masculina; el por qué no te callas, en sus múltiples variantes, rampa triunfante.

"Por un lado, en esta resistencia al cambio, se percibe esta acción defensiva que decíamos antes -continúa Salazar-. Eso lo veo muy claro en las clases, en la facultad: vienen pisando muy fuerte, piensan, y nos van a quitar lo que es nuestro. Por otro lado, todas las cuestiones que tienen que ver con la coeducación, en la práctica se han llevado a cabo de mala manera o nos hemos relajado. Otro ámbito tiene que ver con la cultura entendida en un sentido amplio: los productos culturales siguen respondiendo a unos patrones muy patriarcales en el imaginario: desde el reggaeton hasta determinadas novelas y películas, estamos viviendo una involución que afecta a los más jóvenes. Las propias chicas piensan que la igualdad es algo logrado y el feminismo, algo de la madres y abuelas y, cuando salen al mundo, se pegan el batacazo".

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