Minuto 93 en Anduva. El Cádiz se encerraba en su área tratando de salvar el 3-1 que campeaba en ese momento en el marcador, pero un balón suelto lo cazaba Mújika dentro del área y los corazones de muchos cadistas dejaban de latir.

No sólo el cadismo lloró por ese desafortunado tanto, sino que gran parte de los hosteleros y comerciantes de La Laguna también maldijeron ese día al Mirandés. Con una media durante esta temporada cercana a los 5.500 espectadores -muy lejana de los casi 11.000 del partido de la ida del playoff y cifra más que habitual con el Cádiz en Segunda-, los negocios del entorno del Estadio han dejado de facturar hasta cuatro veces menos que en campañas anteriores, según estimaciones de los propios hosteleros.

Dos domingos al mes que no dan para vivir, pero que sí son un fuerte empujón para las cuentas de la hostelería de la zona.

En el bar El Submarino, su dueño Ildefonso Sánchez estimó en unos 2.500 euros una caja normal en día de partido, como comprobó en la ida de la eliminatoria de ascenso ante el Mirandés. "Esta temporada ha estado mal la cosa. Hemos vendido poquito comparado con la temporada en Segunda. Lo más parecido que hemos tenido ha sido el partido de Liga ante el Roquetas y la eliminatoria ante el Mirandés", aseguró Ildefonso.

Tras 25 años en la hostelería, regentando anteriormente el bar Gol, Ildefonso comentó que "lo normal durante la temporada ha sido hacer unas cajas de unos 700 euros, mientras que ante el Roquetas pudimos doblar esa cifra y ante el Mirandés llegamos a los 2.500 euros, que sí es lo normal".

Los motivos de esta bajada de ventas están en la bajada de espectadores y, principalmente, el descenso de abonados procedentes de la provincia. "No es lo mismo el público que llega al Estadio media hora antes que el que llega a las tres de la tarde y se toma la tapa, la cerveza y la copa", aseguró el dueño de El Submarino, a lo que añadió que "nosotros trabajamos bien la mañana durante la semana con los desayunos, pero el fútbol dos veces al mes también soluciona más de una papeleta".

Uno de los bares con más tradición los días de fútbol es el bar Gol, parada obligatoria antes de entrar en el Ramón de Carranza. José Letrán se hizo con el establecimiento hace cuatro años y lo ha tenido arrendado hasta hace poco tiempo. Ahora, Letrán comenzó a regentarlo con la esperanza de que el Cádiz subiera a Segunda. "Somos uno de los bares a los que más afecta que el equipo no haya subido. Es un santuario del cadismo y la gente suele quedar aquí los domingos".

José afirmó que "un domingo normal no se hace ni la cuarta parte de caja que se hace un domingo bueno de fútbol. Ante el Mirandés se hicieron unos 2.000 euros".

Otro de los establecimientos más típicos es el bar La Escalerilla, que en estos momentos sufre la obra de la grada de tribuna. Su encargado Enrique de Porres contó que "contra el Mirandés, que se acercó a un domingo normal en Segunda, hicimos entre los 2.000 y los 3.000 euros, cuando en Liga ha habido partidos en los que nos hemos quedado en 100 o 200 euros por la obra y la falta de público".

Enrique, que consideró la Segunda B como "una ruina para el Cádiz", explicó al igual que sus compañeros que "el público de la provincia se está perdiendo. Venir al fútbol les sale muy caro, la crisis se nota y no van a venir para ver a un equipo de pueblo. Es lo que más dinero nos deja porque vienen en grandes grupos desde las dos o las tres y echan aquí el día completo. Con el Mirandés, vi a gente por aquí que no había venido en toda la Liga".

No es sólo la hostelería, sino también los comercios de alimentación los que se ven perjudicados. José Trascito, dueño de la tienda de frutos secos Fondo Norte, aseguró que "vendemos hasta cuatro o cinco veces menos un día normal en Segunda B que en el playoff o en Segunda. De hecho, ayer -por el domingo- me dieron hasta ganas de llorar sabiendo lo que pierdo habiendo sido el Cádiz eliminado".