Hace años, bastantes, los sindicatos utilizaban las fechas de Semana Santa para presionar en las negociaciones colectivas en el sector de la hostelería. Sin acuerdo: paro durante estos días. 

Eran otros tiempos. Cuando los cortejos procesionales terminaban a las tantas y el público terminaba la jornada en la terrazas de los bares o tomándose unos churros madrugadores, si era ya la hora.

Esta presión laboral perdió fuerza a medida que los hábitos de la Semana Santa cambiaron, con las cofradías recogiéndose cada vez más temprano. Los bares dejaron de llenarse.

Así lo cuenta Antonio de María, presidente de Horeca y veterano empresario del sector que ha visto pasar muchas semanas santas. "Así llevamos por lo menos veinticinco año. Hoy, apenas se beneficia La Marina. Y ni eso, porque ellos venden churros durante todo el año".

Otra cosa son los hoteles. Dejando a un lado la Semana Santa de Jerez, como gran referente provincial, y la potencia de la isleña, con una ciudad con escasa oferta turística, la Semana Santa de Cádiz sí ha visto incrementar su demanda de turistas, aprovechando mucho el complemento de las playas cuando el buen tiempo ha acompañado. 

Hasta la llegada de la pandemia, que ha destrozado cualquier tipo de normalidad. Ahora, sin pasos en la calle, la esperanza era poder abrirse a todo el país y recibir el turismo nacional, tras medio año de pura sequía turística. El jueves, cuando De María habló con este diario, ya adelantaba la situación de un complejo de apartamentos en Chiclana: "Ha sufrido ya 30 anulaciones, tras conocerse que las provincias iban a seguir cerradas en Andalucía. Y ya veremos como irán anulándose más en los próximos días".