Cádiz

Un georradar de la UCA colaborará en la indagación de la fosa común

  • La Unidad de Geodetección de la universidad se unirá al equipo que estará al frente de la segunda fase de las exhumaciones en el cementerio de San José.

La compleja labor de localización e indagación de la fosa común del cementerio de San José –lo que se ha llamado la segunda fase de las exhumaciones de las víctimas del Golpe y Guerra Civil– contará con un valioso aliado, un georradar adquirido el pasado año por la Universidad de Cádiz. 

Una noticia que adelantó a este medio el concejal de Memoria Democrática del Ayuntamiento de Cádiz, Martín Vila, y que fue confirmada por el profesor e investigador responsable del departamento de Historia, Geografía y Filosofía de la UCA, Lázaro Lagóstena, que aseguraba que desde la universidad “estamos dispuestos a colaborar en esta campaña de localización de la fosa”, toda vez que se publique el decreto de la clausura definitiva del cementerio, aprobada hace unos días por la Junta de Andalucía tras 24 años de espera, y “que se prepare el terreno para la intervención de nuestra unidad”.

Lagóstena hace referencia a la Unidad de Geodetección, Análisis y Georreferenciación de Patrimonio Histórico, vinculada al Instituto Investigación Vitivinícola y Agroalimentaria de la Universidad de Cádiz, que se creó hace poco más de un año a través de unas ayudas que consiguió la UCAen el marco del Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia del Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación 2013-2016.

“Nosotros disponemos de dos equipos, uno más portátil, más de uso para espacios pequeños e interiores y otro mayor para grandes superficies al aire libre, que se impulsa con un vehículo y que es capaz de escanear tres hectáreas por una hora. Y después de estar viendo el terreno donde se va a actuar hemos valorado que hay suficiente superficie para utilizar el grande”, explica el profesor que advierte que el georradar necesita “que el terreno se encuentre en condiciones idóneas” y que el equipo de Memoria Democrática se ha comprometido “a liberar el terreno de maleza y dejarlo en condiciones óptimas” para llevar a cabo  la exploración. 

Según Lagóstena, el georradar se utilizará “no tanto para localizar la fosa sino para definir sus características”. Y es que “aparte de su amplia capacidad de exploración”, el georradar permite profundizar en según qué terrenos “y como aquí nos enfrentamos a un terreno de tipo arenoso creemos que podrá llegar a unos cuatro metros de profundidad y eso nos devolverá una imagen en 3D de lo que están buscando”, lográndose así detectar “la tipología de enterramientos, si tiene estructuras anexas, si hay féretros... Eso es lo que creemos, ya después veremos si es posible dependiendo del estado de los vestigios”, baraja. 

El georradar posee una antena de unos dos metros de ancho que lanza una onda electromagnética y recoge los datos del terreno que envía a un ordenador donde esos datos son procesados devolviendo, así, la información según el tipo de receptividad de los materiales analizados. “Es como una ecografía”, ejemplifica Lagóstena que asegura que funciona “muy bien” en fosas y pavimientos.

Hasta ahora, esta Unidad de Geodetección se ha aplicado tanto al patrimonio histórico, trabajando en yacimientos arqueológicos, como a otras aplicaciones de carácter forense. “Metodológicamente hablando, la exploración arqueológica y la forense son similares y en este caso de la exploración de la fosa común creo que es un buen ejemplo de estos puntos de encuentro”, explica el profesor de la UCAque, al igual que Martín Vila, confían en que el georradar pueda ofrecer imporantes aportaciones a esta segunda fase de los trabajos.

En cuanto a la primera fase, desde la Dirección General de Memoria Democrática informan que aún   se está “trabajando” en el informe antropológico de los restos exhumados en San José de cinco víctimas del Golpe del 36. 

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