Sábado de calor en las playas de Cádiz pero sin colas

Los gaditanos reconquistan la arena seca y salvan la pleamar sin colas

  • La marea alta llegó este sábado a las 16.00 horas y en las playas de la capital hubo sitio para todo el mundo

Una señora deambula por el paseo de la playa de Santa María del Mar, con los bañistas de fondo.

Una señora deambula por el paseo de la playa de Santa María del Mar, con los bañistas de fondo. / Julio González

Hasta hace nada era de "guiri" ponerse en la playa de Cádiz en la arena seca. El coronavirus ha traído una nueva normalidad, y esa nueva normalidad una serie de hábitos a los que toca acostumbrarse sí o sí, si no queremos más "rebotes", como decía ayer Carmen, una de las playeras de Santa María del Mar que esta mañana de sábado ya tenía la agenda llena para todo el fin de semana. Hoy tocaba Santa María y mañana tiraría para la Victoria para, por la tarde ponerse a la puerta del Carranza para animar a su Cádiz.

Y es que son 14 kilómetros de playa que dan para dar, regalar y hasta para privatizar si esto repercutiera realmente en que más turistas llegaran a Cádiz, al menos durante esta crisis sanitarioeconómica.

La playa de la Caleta aguantó perfectamente el tipo durante la pleamar La playa de la Caleta aguantó perfectamente el tipo durante la pleamar

La playa de la Caleta aguantó perfectamente el tipo durante la pleamar / Julio González

Pero ayer la hora H eran las 15.59. Era la hora de la pleamar. Desde una hora antes tocaba estar atentos por si las colas volvían a aparecer después de la experiencia del primer fin de semana de junio.

Pero al final nada, llegó la hora H del día D y ni colas ni "ná" de "ná". La playa dejó hueco para todo el que quiso disfrutar de ella. Eso sí, tocaba hacerse a la idea de que si había que ponerse el arena seca o incluso en el hormigón de la playa de Santa María, eso es lo que había.

Todos hicieron su función. Los vigilantes de la Junta de Andalucía se repartieron entre los distintos arenales para informar sobre las precauciones que había que tomar para evitar aglomeraciones o posibles circunstancias que pudieran favorecer contagios innecesarios o "rebotes" como decía Carmen.

En la Victoria, playa de sobra, y más gracias a las recomendaciones que hacían los vigilantes, muchas de las cuales caían igualmente en saco roto.

En Santa María del Mar, una jovencísima vigilante se apostó desde desde las diez de la mañana en la cuesta ubicada frente al restaurante Charlotte, al lado del Pirulí, y rogaba a los playeros que se ubicaran lo más lejito que pudieran de la orilla para que cuando llegara la pleamar no hubiera que tocar a zafarrancho y que, siempre fuera todo más predecible. Pero ni caso. Bajaba uno a la playa y gente hasta la mismísima orilla. El gaditano, ahí, sólo de suficiente bajo.

Una familia se dirige hacia uno de los accesos de la playa de Santa María del Mar Una familia se dirige hacia uno de los accesos de la playa de Santa María del Mar

Una familia se dirige hacia uno de los accesos de la playa de Santa María del Mar / Julio González

Otro suficiente bajo tirando para el cate, el tema de las mascarillas. Los vigilantes aconsejaban a los usuarios que no se quitaran la protección hasta al menos no tocar la arena seca. Pero ni caso. Muchos no la llevaban posiblemente porque no les hacía juego con el bañador u otros, porque la nevera, la tortilla, la sombrilla y el transitor no le dejaron hueco libre en su equipaje como para llevar mascarilla.

Pero llegó la susodicha hora H y la marea llegó hasta donde tenía que llegar y aquí no pasa nada. La gente pudo seguir preservando las distancias que impone la normativa sanitaria aunque, para eso, tuvieran que tocar la arena seca.

En la Caleta, desde la balaustrada, parecía que todo lo ocurrido desde el 13 de marzo había sido un mal sueño. "La gente del barrio, algún despistadillo del hotel que prefería la playa antes que la espectacular piscina del Parador Atlántico", según dos vigilantes, y algún que otro sevillano, no porque se le pidiera el carnet a nadie  pero alguno que otro lo llevaba inscrito en la sombrilla con un glamuroso escudo del Sevilla.

Bajo el balneario de La Palma, los sin techos dejaron temprano sus huecos a los playeros y las mismas columnas que les sirven a ellos de tendederos, se reconvirtieron este sábado en porterías de fútbol para los más pequeños que, por culpa, del confinamiento echaban ya de menos pegar balonazos.

Por lo demás, la Peña Juanito Villar estaba de bote en bote. Allí, Ivan, el encargado, comentaba a este Diario que la jornada se ha presentado con mucha normalidad "y mucha disciplina. Aquí llega todo el mundo con su mascarilla y si viene sin reserva y le decimos que tiene que esperar fuera, lo hace con toda la paciencia y disciplina del mundo".

Las distancias se mantuvieron siempre en cuenta a la hora de clavar la sombrilla en la Caleta Las distancias se mantuvieron siempre en cuenta a la hora de clavar la sombrilla en la Caleta

Las distancias se mantuvieron siempre en cuenta a la hora de clavar la sombrilla en la Caleta / Julio González

José Luis Mora, del barrio, y más, de la calle Patrocinio, llegaba sobre las cuatro y pico a la playa. "No, yo la verdad es que no he mirado ni la marea. Yo vengo aquí casi siempre y nunca solemos tener problemas de sitio". Pues este sábado tampoco hubo problemas y hubo playa para todo el mundo.

Dos vigilantes de los de la Junta, Francisco y Rosa, hacían guardia apoyados en la balaustrada de la Caleta observando el arenal y controlando que no se produjeran grandes aglomeraciones. "Nuestra función principal es la de informar sobre las normas que imponen las autoridades sanitarias y las fuerzas  de seguridad". "¿Y si observáis algún mal comportamiento?". "Pues -responde Francisco, el  vigilante- tenemos obligación de hacérselo saber a nuestro coordinador y ya él lo pondría en conocimiento de Protección Civil o bien de la Policía Local".

Pero, a expensas de conocer estos días el balance tanto del Ayuntamiento como de la subdelegación del Gobierno, este sábado pasará a la historia del sábado en el que Cádiz le perdió el miedo a la arena seca.

Mañana domingo serán otros cantares. ya se habla de una pleamar que puede llegar en torno a las cinco de la tarde así que toca esperar mañana, el día en la normal normalidad volverá y todo será com osiempre o, al menos, como casi siempre.

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