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Cádiz

Más de 3.000 elementos urbanos de Cádiz tienen algún tipo de protección

  • La mayoría son edificios pero también se incluyen en el catálogo unos 200 árboles El control de las administraciones, a través de comisiones de patrimonio, no evita daños

¿En qué se parecen la Casa de las Cinco Torres con el puesto de churros de La Guapa y el frito gaditano? Pues que todos forman parte del catálogo del patrimonio arquitectónico, etnológico y arqueológico que tiene algún tipo de protección en la ciudad. Un catálogo, incluido en el Plan General de Ordenación Urbana aprobado por el Ayuntamiento con el visto bueno de la Junta de Andalucía, que tiene como objetivo, como su nombre indica con claridad, preservar elementos que forman parte de la historia de la ciudad. La caída del centenario drago del Callejón del Tinte, incluido en este catálogo, es, sin embargo, triste y reciente ejemplo de que formar parte de este documento no es garantía de continuidad.

Lo cierto es que hay mucho que proteger a pesar del reducido tamaño de la ciudad. El catálogo del Plan aporta más de 3.000 elementos en esta situación, de los que cerca de 200 son distintas especies de árboles existentes en los parques y jardines de la ciudad, aunque lógicamente sobresale en número los edificios, con más de dos millares, la gran mayoría ubicados en el casco histórico.

Un número de elementos tan elevados complicado el control de los mismos, especialmente con administraciones como la de Cádiz que siempre ha sido muy comedida a la hora de inflar su plantilla. Sí se disponen de dos organismos públicos, las comisiones municipal y provincial de patrimonio, que deben velar por el cumplimiento de las normas de mantenimiento aunque en muchas ocasiones acaban chocando con la propia burocracia y con las reticencias políticas entre el Ayuntamiento y la Junta.

Por lo pronto, la comisión municipal tiene fuera de su ámbito de competencia los monumentos, jardines históricos y zonas arqueológicas declarados BIC, así como los ámbitos vinculados a actividades de interés etnológicos. Así, para que los técnicos del Ayuntamiento accedan a un BIC necesitan que sea la propiedad quien solicite la inspección, lo que evidentemente raramente ocurre porque ello podría conllevar requerimientos de ornato o de seguridad en la mayoría de los casos.

La administración local adolece también de un protocolo de visitas rutinarias a edificios o espacios con protección. "Generalmente, los inspectores que van por la calle van tomando nota de la situación en la que ven las fincas, lo que conlleva la presentación del requerimiento en junta de gobierno o la denuncia a la propiedad", se destaca desde el Ayuntamiento. La Escuela de Náutica, el Olivillo, el callejón de Osorio o el Teatro Romano son varios de los edificios, la mayoría de propiedad autonómica, cuyo mantenimiento ha sido reclamado por el gobierno local en los últimos meses. La ITE, Inspección Técnica de Edificios, ha mejorado también el control de numerosas fincas de intramuros, muchas de ellas con cierto grado de protección, aunque lo cierto es que propietarios afectados por estos requerimientos tienden a alargar en el tiempo el inicio de la ejecución de las obras.

La Junta de Andalucía utiliza también su propia comisión de patrimonio "para la vigilancia y salvaguardia de los conjuntos históricos, jardines, zonas arqueológicas y BIC que son competencia de la Consejería de Cultura", como era el drago del Callejón del Tinte, aunque se advierte que estas competencias pueden delegarse en los ayuntamientos, salvo en el caso de demoliciones, donde es necesario contar con el permiso directo de la Consejería.

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