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coronavirus desescalada | librerías

El suspense de un nuevo capítulo

  • Primer día de apertura total de las librerías, que afrontan cambios de vocación estructural

  • En el horizonte, distintos canales de venta digital, la vindicación del pequeño comercio y el frenazo de producción de los grandes sellos

Durante la semana pasada, las librerías gaditanas han estado atendiendo con cita y preparando los locales.

Durante la semana pasada, las librerías gaditanas han estado atendiendo con cita y preparando los locales. / Lourdes de Vicente

COMO tantos, echaron la baraja pensando en cómo, cuándo y si volverían a levantarla otra vez. Durante estos días de baraja al medio y cita previa, los libreros gaditanos parecen abrazar aquella máxima del póster de Mulder (“Quiero creer”) justo antes de que, este mismo lunes, vuelvan a abrir sus puertas por completo. “La verdad es que no estoy tan negativa como la última vez que hablamos”, comenta Nati, de La Luna Nueva de Jerez. Son de los que más ganas tienen de volver a ver a los clientes, “porque nos han llamado mucho, se han implicado mucho”.

En La Ratonera, la librería especializada en fantástico, misterio e infantil de Beato Diego, en Cádiz, estas semanas de “clausura” les han servido para tantear nuevos espacios. Han puesto en marcha, como se propusieron al principio, su página web, y han permanecido muy activos en redes sociales, “alentando a las editoriales, publicando material gratuito para dar visibilidad a web, hemos vendido un poco online... Los habituales han respondido muy positivamente, incluso los de fuera de Cádiz. La verdad –señala Manolo Moreno– es que todo esto ayuda a afrontar la vuelta con otra perspectiva porque, económicamente, todos vamos a salir perjudicados”.

Y tan. Las pérdidas que se calculan para el sector del libro en general este año son del 50%. Un hachazo a la mitad. Los cálculos de nuestros libreros rondan también esa cifra: “En la crisis de 2008 –apunta Juan Manuel, de la Manuel de Falla–, se cerraron unos 1500 librerías (4000 puntos de venta de libros). En ese momento, se desplomaron el 40-50% de las ventas. Si esta es más aguda, al menos vamos a ver eso. Va a dejar en el camino a mucha gente que aún arrastraba la anterior brecha”.

Desde el Ministerio de Cultura, se desglosaron unos flamantes cuatro millones de euros para el sector –orientados, en principio, al mantenimiento de estructuras y cadena de suministro de librerías– de los que, todavía, nadie sabe cómo van a concretarse. Lo único seguro, la línea de crédito ICO, no inspira mucha confianza: bastante soga sienten ya al cuello los libreros y, ni los intereses lo hacen apetecible, ni parece claro qué ocurriría en caso de no poder asumirlo.

Algo parecido ocurre con las ayudas prometidas desde la Consejería de Cultura, que recogían una petición tradicional del gremio: la adquisición de fondos para bibliotecas.“No han llegado a definirse de qué forma van a repartirse esos 460.000 euros para dotar a las bibliotecas entre las ocho provincias andaluzas, y entre las distintas poblaciones. Te tocarán unos 1600 como mucho, si te dan la partida en exclusividad:si toca repartir, pues a divirdir aún más”, comenta Pepe Jaime, de Quorum Libros.

Por ahora, el único oxígeno que ha llegado seguro a las librerías es el paraguas de las ayudas a autónomos y los ERTES: ninguna de ellas, por supuesto, medidas específicas para el sector.

Estas semanas han puesto frente al foco, además, una realidad sabida en el sector pero no tanto en su periferia: que la mayor parte de las llamadas librerías independientes no cuentan con canal de venta online. De hecho, en la provincia, sólo dos (La Luna Nueva, en Jerez, y Bahía de Letras, en Los Barrios) pudieron seguir manteniendo este servicio durante el confinamiento. Un servicio que, además, no siempre depende de la mera voluntad del librero sino (también y sobre todo) del malabar de distribuidores y proveedores. Una red que se complica aún más en un escenario como el que hemos vivido, con su plus de riesgo.

Pero la evidencia puede servir de punto de apoyo para activar la estupenda oportunidad que supone disponer de una plataforma como todostuslibros.com para plantar un espacio de resistencia al gigante. La web cuenta con un registro de los todos los títulos disponibles en las librerías de la geografía española: “Nada más fácil que el que pueda servírtelo la librería más cercana que lo tenga a disposición. Además –comenta Pepe Jaime–, las librerías solemos tener más libros de los que crees disponibles: agotados, descatalogados... Que no están en el circuito pero sí, en el fondo”.

“Es cierto que, muchas veces, a las buenas intenciones se las lleva el viento –prosigue Nati–, pero mucha gente ha caído en la cuenta de que contar con una librería donde vives permite, con alta probabilidad, que te puedan entregar el libro que quieres en el mismo día. Además de desarrollar otro tipo de servicios en forma de bonos, cumpleaños, dedicatorias, orientación... ”

La cuarentena cercenó, además, una de las dos patas (y son dos) sobre las que se sostiene el negocio del libro: el Día del Libro y las Ferias del Libro diversas. Desde distintos palcos, se coquetea con la posibilidad de cambiar las fechas. Quizá celebrar el Día del Libro en julio, fijar en otoño las ferias de Sevilla y Madrid, incluso la de Cádiz. La mayoría de los libreros son, al menos, escépticos al respeto. Desde la Manuel de Falla apuntan el pero del clima – “a las siete de la tarde, ya es más oscuro en cualquier lado”– y la “reticencia de los libreros, que saben que las ventas no van a estar en su mejor momento ni muchísimo menos”. Desde Bahía de Letras, en Los Barrios, aunque señalan que toda ayuda es bienvenida, opinan que “se han perdido semanas clave:por mucho que se vuelva a la normalidad, no ser va a vender. Eso ya se ha volatilizado”.

Los libreros aún desconocen cómo va a concretarse las ayudas prometidas

En Las Libreras son bastante pesimistas ante la propuesta: “Ya en la anterior edición, no fuimos a la feria: parece que el único que gana con esto es el transportista. Nunca, jamas, nos ha servido siquiera para cubrir gastos. Todo el sector espera las ferias siempre con muchas ganas –añaden–, pero parece que aquí, en Cádiz, no sé por qué, no sabemos encontrar el sitio o pillarle el punto. O es que, simplemente, no hay interés”.

Pepe Jaime apuesta al blanco en ambas fechas: “Lo mismo se hace algo simbólico como si fuera el Día del Libro, pero lo dudo. Por lo menos, aquí en Cádiz, porque el calendario librero va muy ajustado. A mediados de verano, te entra el texto y, entre eso y las devoluciones, ya estás en campaña de Navidad. Que esa es otra: va a ser una campaña de Navidad muy justa, porque no vas a poder tener el volumen de gente que, para empezar, has tenido otros años.”

En esta semana de media baraja, las librerías han estado también preparándose para esta nueva, o falsa, normalidad que nos brinda la desescalada: calculando distancias de seguridad, preparando medidas de desinfección, incluso adaptando franjas de horarios. Todos cuentan con dispensador de gel hidroalcohólico y/o guantes: la pulsión de tocar es irrefrenable en una librería,más que la de comprar.

Es difícil presagiar qué cambios de los presentes pasarán y cuáles serán estructurales pero, de momento, hay dos que parece que se mantendrán a medio plazo, y que convendría que llegaran para quedarse. Una es la velocidad de producción de los grandes sellos, en agudo contraste con los índices de lectura:“Debería servir para que las editoriales trabajaran con un poco de criterio –comenta Auxi–. Recuerdo que Ray Loriga comentaba en alguna visita que había sido lector de Seix Barral, y que era brutal:una página o dos páginas, y manuscrito dentro o fuera”.

“Lo primero que le hemos dicho a los distribuidores –continúa Pepe Jaime– es que no nos inunden con todas las novedades pasadas después de dos meses sin abrir: no podemos dar salida a todo”.

“Es un momento en el que todo se va a ralentizar –añade Juanma–. No va a haber mercado para el ritmo de novedades que se había planteado hasta enero. Así que las editoriales tendrán que meter filtro, no sólo de títulos sino de ejemplares. Las tiradas se reducirán y la distribución, también:hoy hay servicios de entrega que te funcionan en 24-48 horas, así que dirán:en vez de diez, te doy un par y, si funciona, enseguida traigo más”.

Otro de esos cambios de dirección que sería bueno que llegara para quedarse es responsable de que el ánimo de los libreros no sea tan umbrío, a pesar de las cifras que se otean, como al principio del confinamiento: la (inesperada) vindicación de los comercios y negocios cercanos. Quizá porque hemos visto, todos, lo horribles que son las ciudades sin vida. Quizá por un reflujo de solidaridad.

“En medio de este batacazo –apunta Auxi, desde Las Libreras–, creo que hay mucha gente que ha cambiado un poco el chip del consumo, que ha comprendido la importancia de comprar en el comercio de al lado, y que lo mismo no pasa nada por no tener algo inmediatamente. También, muy importante, es la pérdida de identidad de las ciudades, que va muy de la mano de la extinción del pequeño comercio”.

“Yo creo que se están notando ya las dos cosas: el frenazo de producción y esa concienciación por parte de la gente –comenta la responsable de La Luna Nueva–. Mira, nada más entrar, ordenando la sección de ensayo decíamos:‘¡Vamos a tener que quitarlo entero!’, todo ha cambiado tanto... Hay un replanteamiento totalmente distinto de las cosas. ¡Muchos títulos se han convertido en obsoletos! De aquí a unos meses, van a cambiar muchas cosas. Esperemos que, al menos, todos hayamos aprendido algo”.

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