Crisis del coronavirus

El transporte de nadie

  • Los autobuses discurren prácticamente vacíos durante estos días

  • Los taxis han pasado de recibir 1.800 llamadas diarias a las 150 actuales

Un autobús discurre vacío por la capital gaditana.

Un autobús discurre vacío por la capital gaditana. / Jesús Marín

Un autobús de la línea número 1 discurre por la avenida sin oposición. No hay tráfico pero casi tampoco hay que transportar a nadie. A plena hora punta del servicio de los autocares urbanos de la Compañía de Tranvía apenas hay cinco personas en el momento en el que coincide más gente en el trayecto, todas mujeres menos este periodista.

Antes de entrar en el autobús se puede ver en la puerta un cartel en el que se recomienda usar el bonobús y no pagar con dinero para evitar riesgo de contagio. Algunos de los que se montan y pagan en metálico piden disculpas al conductor. El de este recorrido no lleva mascarilla ni guantes pero otros sí lo hacen.

Es una circunstancia excepcional y se ve desde el mismo momento en el que se espera en la parada de autobuses por la ausencia de otros usuarios para montarse en el mismo en una de las paradas más transitadas de la Avenida, en este caso la que está enfrente de la Glorieta Ingeniero la Cierva.

Dentro, una mampara de cristal a la que sólo se le ha dejado un hueco en la parte inferior para poder pagar, separa a los clientes del conductor, que es el que tiene más riesgo. Esta medida de protección se está poniendo poco a poco conforme pasan los días hasta cubrir el mayor número de autobuses posibles.

Uno de los conductores de esta empresa confiesa que pidieron al Ayuntamiento que durante estos días el transporte fuera gratuito o que, al menos, sólo se pudiera pagar con el bonobús y no en metálico. Ninguna de las dos opciones salieron adelante.

Juntos en la casa, separados en la calle. Ese viene a ser el escenario de este decreto de alarma. Nos sentimos próximos dentro de las casas, entre las cuatro paredes, y abrimos la distancia cuando estamos al aire libre o a bordo de un autobús entre desconocidos. Hay cinco personas en el autobús pero cada una se sienta lo más lejos posible las unas de las otras. Hay un lugar que no se puede ocupar y es el primer asiento para estar lo más lejos posible del conductor y también de la gente que va entrando.

Es el transporte de nadie, el de autobuses casi fantasmas que han hecho que el número de viajeros haya descendido casi un 92%. No hay gente a la que llevar.

De hecho, desde este sábado la empresa de autobuses ha reducido en un 50% el servicio y la hora límite para los trayectos será a las 11 de la noche para las líneas 1,2,3 y 5 desde la plaza de España, mientras que la 7 se suprime los sábados, domingos y festivos mientras que continúa el estado de alarma.

La plantilla de Tranvía llegó a proponer que durante estos días el transporte fuera gratis

La gente en el autobús va en silencio, deseando llegar a los destinos. Se hace rápido porque hay muchas paradas en las que no se detiene el autocar porque no hay nadie para subir, ni nadie para bajar.

La gente intenta tocar lo mínimo posible.a pesar de ello, desde la compañía de autobuses se realiza hasta tres limpiezas con desinfecciones en cada jornada para los autobuses. Una antes de empezar, otra cuando se cambia el turno y el vehículo pasa de un conductor a otro, y una tercera cuando termina la jornada.

Un cartel impide que se siente gente en la primera fila. Un cartel impide que se siente gente en la primera fila.

Un cartel impide que se siente gente en la primera fila. / Julio González

Este mismo conductor alaba el comportamiento de los usuarios que están utilizando el transporte público estos días: “Muchos van con mascarillas y una vez que entran, se suele poner por las últimas filas”. Eso sí “tenemos incertidumbre y la sensación de la espada de damocles sobre nuestras cabezas. No nos ponemos al nivel de los enfermeros o los médicos, pero sí sabemos que corremos riesgo”.

A este empleado de la Compañía de Tranvía le llamaba la atención que en los primeros días del confinamiento lo que había sobre todo en los autobuses a horas tempranas eran mujeres, muchas de ellas gente que trabajaba en casas en las labores del hogar o realizando asistencia a otras personas.

En Tranvías no se ha hecho un ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo) pero una buena parte de la plantilla lo que ha hecho es gastar días que tenían pendientes para que no estén todos disponibles al haberse reducido la flota que está cada día en la ciudad.

A pesar de que hay menos autobuses, la sensación es que la frecuencia es prácticamente la misma. Los trayectos se realizan mucho más rápido de lo habitual al no haber casi tráfico ni tampoco tener que subir y bajar a viajeros.

Los taxistas tampoco viven buenos días. En la sede de Radio Taxi reciben al día 150 llamadas por las 1.800 que había antes del confinamiento, según los datos que aporta su presidente, Rafael Reyes Torrejón. Eso les ha llevado también a reducir el 50% de la flota y acogerse a unas suspensiones temporales de licencias y a realizar un ERTE en la propia sede de la entidad.

El taxista también está en riesgo porque convive en muy pocos metros con las personas que se montan en el taxi. La norma es que el conductor vaya en su sitio y el cliente, sólo uno, en el lugar opuesto en la parte de atrás.

Pero aún así hay tres que se han tenido que poner en cuarentena, uno de ellos tras llevar a una persona que dio positivo.

El presidente de Radio Taxi asegura que la mayor parte de los compañeros levan mascarillas y guantes y cada vez que cambian de cliente, tratan de hacer labores de limpieza en las manetas de las puertas y otros elementos para tratar de protegerse ellos mismos y a los que se suben al vehículo.

Pero en lo que coinciden con los autobuses es que apenas hay trabajo. En una parada de taxis como la de San Juan de Dios, que tiene siempre muchísimo movimiento, ahora sólo se pueden ver dos o tres coches “y hay veces que llegas a estar hasta tres horas en una parada para coger a un cliente”.

Por la mañana hay un poco más de movimiento por la gente que se desplaza a su trabajo, a centros médicos o a hacer la compra, pero la tarde es un puro desierto. La poca vida que hay por la mañana, después del almuerzo fenece.

En lo que coinciden tanto en los autobuses como en los taxis es que ojalá pase pronto esta pandemia y se pueda volver pronto a la normalidad. De momento toca hacer el transporte de nadie.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios