La ligereza en el uso del lenguaje provocada por la crispación en el problema catalán ha saturado el espacio semántico de fascismos y nazismos. Creo que cualquiera que sepa un poco de historia analizaría el fenómeno como un coletazo carlista, pero bueno, no hablo de eso. Trasladado a la política local nos encontramos con que una pelea por el control de una tele municipal acaba en "un golpe de estado" de la "extrema derecha". Seamos serios. ¿De verdad los concejales de Podemos saben lo que era la extrema derecha a finales de los 70? Eran gentuza peligrosa armada con cadenas. No vayamos a mentar a la bicha no sea que un mal día aparezca de verdad.
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